CRÍTICA DE CINE DE ESTRENO

Asuntos Familiares: Gritos y soponcios

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Asuntos familiares

Cartelera España 24 de febrero

Título original

Frère et soeuraka 
Año
Duración
108 min.
País
 Francia
Dirección

Arnaud Desplechin

Guion

Arnaud Desplechin, Julie Peyr

Música

Grégoire Hetzel

Fotografía

Irina Lubtchansky

Reparto

Marion CotillardMelvil PoupaudGolshifteh FarahaniPatrick TimsitBenjamin SiksouMax Baissette de MalglaiveSaverio MalignoCosmina Stratan

Compañías

Why Not Productions, arte France Cinéma

Género
Drama | Familia
Sinopsis
Un hermano y una hermana a punto de entrar en la cincuentena. Alice es actriz. Louis fue profesor y poeta. Alice odia a su hermano desde hace más de veinte años. No se han visto en todo ese tiempo. Debido a la muerte de sus padres, ambos hermanos se verán obligados a volver a verse.
 
CRÍTICA

En una escena de Asuntos familiares, recriminan al protagonista que es un snob por su pose, su manera de actuar y su altivez. Precisamente, esta calificación también puede atribuirse a la nueva obra de Arnaud Desplechin, quien recurre a uno de sus temas clásicos como son las rencillas familiares, que tan bien ha explotado en otros títulos, en esta ocasión ofreciendo una historia de odio entre hermanos extendido durante años.

Existen muchas maneras de acercarse a los problemas del primer mundo y a la clase aburguesada u intelectualoide que pueblan las urbes, pero el francés recurre a una fórmula que naufraga en sus intenciones dialécticamente grandilocuentes. Asuntos familiares rechaza todo tipo de sátira o burla y se toma demasiado en serio a sí misma, pero fracasa estrepitosamente a la hora de lograr una cierta empatía con sus protagonistas.

La distancia e indiferencia hacia esos personajes provoca que solamente quede un vaivén de secuencias plagadas de personajes antipáticos e insoportables, pagados de egocentrismo que no paran de gritarse, desmayarse o sufrir intensamente por algún motivo en el que, al final, no se ahonda. La falta de desarrollo del fondo y el perfil un tanto superficial de los personajes dejan todo en una muestra de orgullo y pretensión con la que es difícil conectar.

Desplechin, así pues, no acierta en el tono adusto de la propuesta, pero el descuido a sus personajes y, sobre todo, al espectador producen animadversión hacia una propuesta excesivamente afectada e histérica para, después de su errático y algo tedioso metraje, no iluminar con un desenlace a la altura de tan magna tragedia personal, dejando un sabor muy leve en la boca.

Desplechin fía demasiado el transcurso de Asuntos familiares a la casualidad y a la petulancia, insertando algunas escenas que poco tienen que aportar y solucionando otras con trucos dramáticos un tanto fáciles para ser él. Rodada con cierta elegancia y tranquilidad que apacigua la agitación de los personajes, la exacerbada vehemencia acaba comiéndose todo, incluso a unos intérpretes de la talla de Marion Cotillard o Melvil Poupaud, que hacen lo que pueden con un material errante con el que es difícil sortear la sobreactuación en más de una ocasión.

Una historia que pretende plasmar las complejidades de los lazos familiares, el linaje como refugio, pero también como prisión según se tuerza, o el distanciamiento y el reencuentro forzado bajo circunstancias extremas pide también un nexo con un público donde se pueda ver mínimamente reflejado y comprender a sus figuras. En Asuntos pendientes, la pedantería, barbaridad y la prepotencia acaban devorándolo todo y hacen de ella una obra desnortada, con apuntes potenciales, finalmente inane y más torturadora que el vínculo fraternal que expone.