PRESENTADA EN EL PASADO FESTIVAL DE CINE DE MÁLAGA

Las Buenas Compañías: un homenaje a las mujeres que lucharon por el aborto seguro, legal y gratuito en España

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Las buenas compañías

Próximos estrenos España 5 de mayo

Título original

Las buenas compañías
Año
Duración
93 min.
País
 España
Dirección

Sílvia Munt

Guion

Sílvia Munt, Jorge Gil Munárriz

Música

Paula Olaz

Fotografía

Gorka Gómez Andreu

Reparto

Alícia FalcóElena TarratsItziar ItuñoAinhoa SantamaríaMaría CerezuelaNagore CenizoIvan MassaguéHeren de LucasMikel LaskurainSara Barroeta, ver 4 más

Compañías
Coproducción España-Francia; 

Irusoin, Oberon Media, En la Frontera Película, Manny Films, La Fidèle Production. Distribuidora: Filmax

Género
Drama | AdolescenciaAños 70Basado en hechos reales
Sinopsis
Verano de 1976. Bea (Alicia Falcó) tiene 16 años y se suma a los aires de cambio que recorren el país; colabora con un grupo de mujeres para visibilizar la causa feminista y lograr la aprobación del derecho al aborto. La rebeldía que siente en la sangre se mezclará con un sentimiento inesperado que trastocará su mundo interior. A lo largo de estos meses, Bea entablará una amistad muy especial con Miren (Elena Tarrats), una chica algo mayor que ella y de buena familia. Su compromiso político y su relación con Miren convertirán ese verano en una etapa que marcará un antes y un después en su vida.
 
CRÍTICA

Entre 1976 y 1985, durante el periodo de Transición, tuvo lugar en Vizcaya uno de los juicios más mediáticos e importantes de la historia de nuestro país: el caso de “Las 11 de Basauri”, en el que once mujeres de clase obrera fueron juzgadas y condenadas por abortar y/o practicar abortos. Este largo proceso judicial condujo a un cuestionamiento de las estructuras políticas y judiciales del Estado, e impulsó la primera ley de 1985 que despenalizaba, parcialmente, el aborto en España. Gracias a la intensa labor del movimiento feminista vasco todo el país se hizo eco del juicio y de la lucha por la defensa del cuerpo de la mujer.

Con esta premisa basada en hechos reales parte la directora Silvia Munt (Pretextos, Lalia) para su primera película de ficción Las buenas compañías, una producción a caballo entre el drama y el coming of age. La historia sigue a Bea, una tímida adolescente de 16 años afiliada a un grupo feminista que ayuda a las mujeres a cruzar la frontera entre España y Francia para que puedan abortar de forma segura y legal.

Además de colaborar con este grupo, trabaja con su madre limpiando casas de gente rica mientras espera la puesta en libertad de su padre. La aparente cotidianidad que rige sus días se verá torcida cuando su tía Belén se presente en casa tras provocarse un aborto a sí misma al mismo tiempo que empieza a tener sentimientos por Miren, la joven nieta de una de las familias para las que trabaja.

Munt dibuja un inteligentísimo arco narrativo con algunos giros de guion que deja clara su postura detrás de cámara y se manifiesta en la película a través de un rico despliegue del lenguaje cinematográfico, desde complejos encuadres hasta primeros planos de gran peso para la historia. El cuidado y mimo de los detalles se deja ver en el resultado final de la composición de la imagen. Asimismo, las increíbles actuaciones de una jovencísima Alicia Falcó, en el papel de Bea, y de una más experimentada Itziar Ituño, en el papel de madre sufridora, ponen la guinda del pastel a esta preciosa película en la que las relaciones entre mujeres se ponen en valor.

Sin duda alguna es precisamente esta dinámica madre- hija que aquí se retrata el punto fuerte de Las buenas compañías: una relación complicada, turbulenta, llena de secretos de puertas para fuera que se desarrolla, principalmente, dentro de esas cuatro paredes, en el ámbito doméstico. Itziar Ituño representa el arquetipo de madre vasca tan extendido en la geografía española, una mujer fuerte, independiente, algo distante, reacia al contacto físico pero a la vez sobreprotectora con sus seres queridos.

Son pocas las escenas en las que aparece únicamente ella, no obstante la calidad interpretativa es más que evidente. En su personaje siempre vemos cierta vulnerabilidad contenida asomando a sus ojos —vulnerabilidad, por otro lado, mucho más evidenciada cuando aparece de rodillas fregando el suelo de los ricos—, pero también miedo y preocupación por el futuro que le depara a su hija que, como ella misma dice hacia el final, solo es prestada.

Momentos como la tensa escena del recorrido del bus, los primeros gestos recíprocos entre Bea y Miren o la emotiva escena madre-hija en el coche son otra muestra de la destreza de Munt para contar. La directora conoce a su público y en ningún momento lo subestima, por eso emplea recursos minimalistas y una sutileza narrativa magistral. Los silencios, los gestos y las miradas trascienden un poco más, también las palabras, pero, sobre todo, aquello que no se dice.

Es capaz de narrar lo abyecto sin mostrarlo, sin ni siquiera mencionarlo y, por tanto, sin caer en lo morboso o lo panfletario. Siempre prima una delicadeza extraordinaria al abordar todos los temas que se van sucediendo, por difíciles que parezcan.

Enmarcada en esa nueva vertiente —de tantas— del cine español donde también destacan películas como Las leyes de la frontera o Modelo 77, Las buenas compañías se erige como una de las películas españolas del año. Un retrato generacional de mujeres insurrectas que reivindicaron su derecho a ser, a tener potestad sobre su propio cuerpo, a pesar de las represalias. A pesar del miedo.