viernes. 19.04.2024

Introito

confinados-0Tras esta afirmación, la película de Fran J. S. C. comienza con una serie de divagaciones y títulos de noticiarios sobre el coronavirus en Valencia, en España y en el mundo: «la OMS considera el coronavirus como una pandemia». Todo ello sobre un fondo luminotécnico en movimiento, color fucsia, y «coronada» esta introducción con frases de estado de alerta, muertes y docenas más de noticias muy alarmantes: muertos, maldita enfermedad, contagios en masa y más luces de neón asolando la pantalla. Como para entrar en calor.

Así empieza la primera película española sobre el Covid-19. Un largometraje de ficción no tan ficción. Realizado por completo en menos de dos meses, ideado, escrito, producido y estrenado dentro del confinamiento decretado por el Gobierno. Rodada por los mismos actores, uno a uno, en su casa, algún protagonista en pareja. Y eso sí, comunicación constante por las redes y móvil, vehículos de comunicación del grupo.

Una cinta que tiene de todo un poco en ajustadas dosis: suspense, drama, humor, erotismo, angustia; y la capacidad de ser un «filme proyectivo»; sí, como el test proyectivo de Rorschach, el de las manchas, ante las cuales cada cual dice lo que le parece ver en esas láminas manchadas y todos aciertan porque lo que hacen es «proyectar» en cada lámina sus ocultas inclinaciones, sus deseos inconscientes y sus temores más profundos.

Y se dan respuestas explosivas donde otros ven calma; respuestas chocantes a lo que parecen huecos, donde otros ven un luminoso túnel; o hay quienes se fijan en detalles nimios (detalle oligofrénico), mientras otros interpretan la totalidad de la lámina como una figura. En esta cinta igual, cada cual se va a identificar con aspectos suyos vividos durante el Covid-19. Sobre todo, con sus cualidades recónditas, las que habitan en la sombra como decía Jung.

Misión cumplida y por lo legal, estado de alarma por medio cumplido. Película muy interesante y de recursos mínimos. Mas, ¿para qué tanto recurso? He aquí la muestra.

El filme plantea variados temas, entre los principales: el bullying digital, las carencias que han sufrido los solitarios del Covid-19, el miedo, la sexualidad, las conspiraciones que abundan por las redes, los engaños y estafas, y la impostura en el ciberespacio.

Cuenta con actores españoles y europeos y narra las vicisitudes de Isabel (María Salazar), una importante la influencer de la península y parte del extranjero. Isabel será la estrella de la guapura, de la belleza, del sexo….

Y si me preguntan sobre la película, lo primero que hago es felicitar a todo el reparto que está de lujo: Isabel, que opina que ante las limitaciones sexuales que impone el confinamiento del coronavirus, será ella quien deba popularizar los «vídeos de encuentros múltiples» por el método de la masturbación en grupo.

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Y acompañando con gran calidad dramática y repertorio, hay que decirlo así porque es así, actores y actrices como Sebastián Atienza, Joss Domenech, Juanjo Grau Alonso, Maribel Bravo, Ángela Bermúdez, Juan Benavent Boluda y Anabel Botella. Son estos intérpretes quienes han grabado, durante dos semanas, la película, cada cual en su casa, bajo la batuta del director, montador y guionista de este proyecto, Fran J. S. C.

Quiero reproducir aquí las palabras de una actriz principal con gran carisma en la película, Ana Botella, quien declara: «Durante estas semanas de confinamiento, he participado, junto a un montón de actores (entre ellos mi pareja y mi hijo), en un proyecto audiovisual ambicioso. Ni más ni menos que un largometraje de ficción sobre la situación que nos ha tocado vivir. (…) Yo hago un pequeño papel, y si conocéis mi faceta de payasa Mandarina, este papel igual os sorprende. (…) Agradecer el trabajo de todos los actores, pero en especial del director Fran, por confiar en mí como actriz y porque ha hecho un trabajo de titanes».

Además, añade: «Espero que os guste y que nos echéis una mano con la difusión y comentando en el canal». Y para mí nada de más agrado que decir y subrayar que es una película modesta pero grande, sobre todo porque muchos de quienes la veáis os sentiréis identificados con la trama, si no en particular, sí en genérico; porque todos estamos viviendo el confinamiento que habrá tenido sus luces y sus muchas sombras.

Para algunos ha significado morir, para otros la soledad, para otros la felicidad en familia, con su pareja o con sus hijos, para otros el anhelo de los abrazos y el deseo sexual, y otros habrán acabado a golpes (físicos o psicológicos) con sus allegados. Y en este revoloteo de emociones, comportamientos y sentimientos hemos caminado, igual de sorprendentemente que la payasa Mandarina, este periplo que aún dura.

En este tiempo hemos pensado en un futuro mejor unos pocos, en un porvenir peor muchos, hemos soñado con el mar o la montaña, con retornar al trabajo, hemos leído noticias y chismorreos, algunas noticias aterradoras, otras tranquilizadoras. Pero nadie hemos permanecido impávidos. Esto es la película de Fran J. S. C., un relato casi documental plan metafórico-simbólico, de lo que han sido y están siendo nuestras vidas en el encierro obligado.

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Desarrollo

Y si alguien me pregunta de qué va la cosa yo diría, yendo a lo mío y tirando de esencia freudiana, que la cinta ataca por la línea del sexo en una comunidad vecinal, balcón a balcón: sexobalcón, masturbación a gogó, la disyuntiva de estar sólo o acompañado en el confinamiento, que si yo soy muy macho, que si mira cómo está el tío de enfrente… pero hay también Thanatos: ira, odio a los youtubers y a los giles que dicen tonterías: ¡payasos! Críticas a los comemierdas que van en tropel a las farmacias a comprar mascarillas o se pelean en el súper por el papel higiénico: los fixos-de-la-grande-putaña, el koñazo de la vecina que no te deja dormir, los riesgos de contaminación, fantasías con saliva, fosas nasales, virus, mierda. Cómo quitarse los guantes, obsesión por la limpieza (¡obsesión!).

Y acompañados de la influencer Isabel: masturbación grupal como manera de experiencia sensitiva de autoconocimiento. Pero claro, con el novio, ante el temor al contagio…. «No, no, cariño, ni se te ocurra venir a casa que me pegas el corona»…

Está entre los personajes la buena señora que dice que, como las cosas están limitadas, habrá que ligar con el vecino de enfrente, pero aparece la señora del tal monsieur partenaire de balcón y se encela, y después él disimula a grito pelado diciendo que es meramente un tipo inquieto nada más, que flipa mucho; y la señora, heroína como sufrida dependienta de un súper, se tiene que ir a su urgente trabajo y le espeta que se relaje y él que le dice para arreglar la cosa: «¡pero si yo soy tu puto amo!» (risas).

Y de pronto aparece una especie de yonqui —que, por cierto, tiene que estar pasando lo suyo con el «mono»—, pues la peli vale para todos, el drogota dice plan místico: «La libertad es el viento y el Estado es un muro y un grillete bien prieto, y la droga es el sol» (risas).

Volvemos al neón del principio y ahora una voz proclama que el mundo se ha vuelto paranoide y esquizoide. Apuntan a la geopolítica, la geoeconomía, la guerra bacteriológica, el pobre ciudadano que va a perder el trabajo o incluso a morir, la industria del medicamento, la producción de la desgracia… mal.

Una mujer desconsolada sufre porque su padre está en la UCI… no hay consuelo. Finalmente, el cónyuge consigue hacerla reír con una parodia que incluye una cómica voz impostada —en una conseguida escena— (risas).

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Isabel y la adivina-vidente-sex… teología urbana, Eros, el Yo animal, ¡porno profesora! Somos sexo, sexo, le dice a Isabel la maestra a la que ha invitado a su canal de YouTube. Hay que superar las adicciones y la decadencia mental. La maga-sex propone una aplicación de red para girar a mensajes anticapitalistas, contra el poder, los emporios…

Y anda suelto por ahí el novio de Isabel, el cual rechaza la propuesta protomasturbatoria. ¡Vaya lío! Habla con su tío, quien le propone asistir al aquelarre, pero de extranjis y que ya contará. Esto cada vez se parece más a Cuerda (risas).

¡Policía, poli, poli, policía…! (la la la) ¡Y el clérigo anglicano Malthus! ¡Vaya por Dios lo que aparece ahora! La idea eugenética y los cuatro jinetes de Bergman o de Blasco Ibáñez: guerras, epidemias, hambre y muerte. La limpieza de la población… ¡al fin habrá comida para todos!

Pero claro, Freud reaparece siempre, esta vez en la forma de Isabel la caliente con el tío del novio de ella, Pedro el inquieto; y plan ménage a trois: la maga-vidente, Elisa (la de enfrente del balcón de Pedro), ya hay cuatro… y el gran diseñador de moda: ¡cinco! ¿Habrá más?

La maja dirige la orquesta amatoria de los cuerpos, o sea, masturbarse en grupo, pero cargado con filosofía de la buena: respiración profunda y fiesta para los solitarios cuerpos, sublimación y buena onda. Onanismo simplex, pero de tono alto. Bajen pantalones, ropa interior, labios mayores y menores, piel del glande ¡Vaya, vaya! Se pone la cosa al rojo vivo… de pronto ¡la señora pilla in fraganti a su esposo metido en el programa! Ella viene del supermercado, de trabajar, de exponerse, de correr riesgos, gritos que se oyen en Estambul ¡Madre mía! (hay que reír)…

Todo el grupo en coitus interruptus. Está buena la cosa: Isabel, la maga, el diseñador… todos mega-frustrados y por lo tanto muy cabreados…

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Y de pronto aparece en escena ¡Gran Hermano! ¡Orwell! Un tipo siniestro que ha grabado todo el ritual onanista y con su antifaz negro, voz cavernosa de diablo propiamente y fotografía B&N, reprocha a los interfectos andar con tanta guarrerida (como decía el gran Chiquito, único hispano conocido capaz de aguantar él sólo una peli bodrio). El malvado espía-perseguidor entonces propone a los presentes, a cambio de prudencia y no divulgar las imágenes, que difundan un manifiesto… Tanto Isabel en uno de sus vídeos, como el resto, por sus redes sociales durante 15 días. Dicho de otro modo: los riesgos de andar por las redes. Amenaza de difusión de imágenes. Temor, y empieza a salir lo peor de los protagonistas, la parte más maligna y onda muy chunga; consecuencia del pánico o mejor, del ataque de pavor.

El tío del novio confiesa la jugada a su sobrino, el novio-de-Isabel, pero no quiere saber nada del diablo Gran Hermano. Bronca. Gritos. Susto. Solución: denunciar a la policía, ¡la represión institucionalizada de Marcuse de nuevo! El chantajista diábolo monta en cólera, los miembros del grupo amenazado se gruñen y vociferan. Imágenes terribles ¿Tal vez el diábolo anuncia noticias falsas? Mensajes que han llegado a mucha gente confinada ¿Hay coronavirus o son intentos de manipulación? «El virus nos aísla, nos hace separarnos los unos a los otros; la paranoia inunda cada movimiento que hacemos; el predominio del individualismo perseguidor»… Granhermano-diablo dixit.

Culminación del mensaje del Gran Hermano: están asesinando personas. Nos manejan los poderosos, los amos del mercado y las grandes fortunas (la voz cavernosa y el tono blanquinegro de gran espía se hace cada vez más turbador). Más conspiranoia, profecías sobre la esclavitud del mundo y otros.

Los amenazados masturbadores se resisten, mal, pero lo hacen. La revolución sexual se ahoga en la angustia.

De nuevo la contraofensiva policial.

(…) El novio busca congraciarse con Isabel diciéndole que tiene amigos en la policía… ¡Je! Es que la cuarentena vuelve loco a cualquiera… ¿Isabel, Isabel? ¡Ay! (Ver la peli: tremendo golpe seco).

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Concluyendo

Cuando más de cuarenta millones de ciudadanos han tenido que sufrir un confinamiento de cerca de dos meses, es fácil imaginar que en esos hogares ha pasado de todo un poco.

En los lugares más reducidos, de sesenta u ochenta metros cuadrados, donde el umbral de tolerancia hacia el «otro» disminuye con el paso de los días; los espacios enormes de los casoplones de los ricos o los que están en el campo: ¡gran suerte!

Pero en todos ellos se han producido encuentros y desencuentros, amores y desamores, la tolerancia o no con los hijos más pequeños, con los padres o los abuelos, incluso los que lo han pasado solos («A mis soledades voy»). La dinámica compleja de tanta gente encerrada en casa no puede resumirse en esos vídeos tocando las palmas en los balcones o alguien que se graba cantando o bailando y dando la sensación de que todo está OK.

Por lo que yo sé, por lo que me han contado y por lo que intuyo, en cada microclima han sucedido asuntos complejos, y las pulsiones propiamente humanas han aflorado con inusual fuerza por algún sitio. Cada pequeño-gran hogar es un grupo y los fenómenos grupales tienen sus leyes y sus manifestaciones propias.

Esta película es metáfora dramática de una parte de estos fenómenos, o de todos. Quizá a alguno le parezca exagerada, o cómica, o en exceso trágica, o inconveniente, pero es que: ¡es una película! Y el cine tiene esas maneras de expresión de las cuales se sirve para dibujar la realidad y que nos podamos identificar con lo que refleja la pantalla. Lo otro sería un documental. O la aburrida realidad.

He recordado al verla mis tiempos como psicoterapeuta de grupo. Los grupos, espacios de conjunto para que sus componentes se comuniquen. Donde no interesan los comportamientos individuales, sino los movimientos del grupo. Un conocido terapeuta grupal psicoanalítico, Wilfred Bion señaló que los grupos conocen muy bien dos técnicas de autodefensa: el ataque o la fuga, y que a veces el grupo se reúne para eso, para atacar y a la vez, escapar.

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En ocasiones, el grupo elige un líder que lo preserve de los ataques: este líder pretende substituir al terapeuta y suele ser una persona con rasgos paranoides (recelosa, fuerte y algo loca). Cuando se da la huida, el individuo se hace a un lado pues en un grupo lo importante es que éste sobreviva, no el sujeto aisladamente: el grupo. El ataque-fuga lleva al grupo por derroteros muy variados, todos interesantes.

También Bion observó que, con frecuencia, dos miembros del grupo quedaban trabados en una discusión, que el resto del grupo contemplaba en silencio. Se denomina supuesto básico de apareamiento, con connotaciones sexuales (ver el filme). La formación de estas parejas hace posible la aparición de un Mesías cuya misión es salvar al grupo. Esta figura está presente en la cinta. Y es que el grupo, cuando no se puede integrar conjuntadamente, busca formas de emparejamiento, de apareamiento y delega a un subgrupo la tarea integradora que no puede realizar en su totalidad. De nuevo, ver la peli.

Hace años, llevando un grupo de psicoterapia con un colega novel-aprendiz como terapeuta no participante, fuimos testigos de una sesión que era crucial, tras ya dos largos meses de tratamiento (se parece en el tiempo al Covid-19): en esa sesión clave, los doce componentes iniciaron una lucha de réplicas, contrarréplicas, acusaciones, descalificaciones, también alianzas, algunos silencios cargados de angustia, nosotros mutistas, de nuevo las hostilidades, las filias, también las fobias y el imprevisto desenlace de una confesión inconfesable, una muchacha histérica por demás va a montar su personal gran show: confiesa haber tomado una sobredosis de benzodiacepinas antes de venir a la terapia. Vista la cosa y cuando todo hubo pasado, la chica al lavado de estómago, los componentes horrorizados y culpabilizados, etc. Final de la sesión.

Acabada la súper-sesión me reuní con mi colega para intercambiar impresiones. El joven declaró estar atónito y me preguntó: «¿Usted qué opina?». Y yo recuerdo muy bien que le di la idea de lo que yo asociaba con la sesión. Le recordé esas películas de piratas donde hay de todo: amor, camaradería… y cómo al poco, todos se agreden entre sí, mandobles a discreción, diez cañones por banda… y caos. «¿Me entiendes?». Le pregunté.

Fue a la semana siguiente cuando me confesó que no lo había entendido bien.

(Aconsejo el visionado de esta película).

Ver la película en YouTube

Escribe Enrique Fernández Lópiz Revista Encadenados

#Confinados: Coronavirus España