LA LISTA DE LOS DESEOS SE ESTRENA EN CINES EL PRÓXIMO 3 DE JULIO

Entrevista en exclusiva a Álvaro Díaz Lorenzo y Silvia Alonso: “Cuando una cosa parecía demasiado frívola y me generaba dudas, Silvia me ayudaba.”

Entrevista Álvaro Díaz Lorenzo y Silvia Alonso: “Cuando una cosa parecía demasiado frívola y me generaba dudas, Silvia me ayudaba.”

 

Después de unos meses de tormenta debido al confinamiento que ha encerrado a todo el planeta en sus hogares, empieza a llegar una calma relativa. Y aprovechando que amaina, el BCN Film Festival ha celebrado su cuarta edición, esta vez en junio, tras una primera cancelación por las razones mencionadas. En él nos reciben Álvaro Díaz Lorenzo y Silvia Alonso, director y actriz de La lista de los deseos. En ella, Alonso acompaña a dos enfermas de cáncer encarnadas por María León y Victoria Abril en un divertido para cumplir con sus voluntades por el luminoso sur de España y Marruecos. Poco importa la ausencia de León y Abril a la cita, ya que los dos presentes se encargan de dar relieve al trabajo esencial de sus compañeras, en una conversación relajada en la que director y actriz despliegan una complicidad que innegablemente han sabido impregnar a todos sus aliados en esta aventura vitalista y optimista, ideal para los tiempos que corren.

 

La muerte está muy presente en tus películas, de un modo más o menos tangencial, pero en esta la miras más de cara. ¿Cómo ha sido esta evolución?

 

Álvaro: Yo es que siempre había querido hacer una película sobre el cáncer, pero de una manera optimista, naturalista, más realista. Entonces se me ocurrió la idea porque también quería hacer una película de mujeres, así empezó la cosa. En el momento en que te metes en el proceso de investigar, me leí varios libros de mujeres que habían pasado por el cáncer, sus experiencias. Vas cogiendo de aquí y de allá, pero en la base quería hablar de eso, de forma vitalista y optimista sobre una enfermedad brutal que hay. Sí que es verdad que tengo un poco de fijación con la muerte…

 

Inevitablemente surgirán comparaciones con otras películas como, por ejemplo, The Bucket List (Ahora o nunca) (2007), de Rob Reiner. ¿Qué inspiraciones has encontrado para La lista de los deseos?

 

A: Me he inspirado más en 50/50 (Jonathan Levine, 2011). Ahora o nunca la vi en el cine y la recuperé para ver si podía cuajar algo pero es otro código. 50/50, por su parte, me inspira bastante, de hecho le he copiado planos (ríe). También Planta cuarta, de Antonio Mercero, una buena manera de hablar de la muerte desde el humor. Esas dos son las que más.

De hecho, a estas dos las citas explícitamente en la película…

 

A: Sí, ya que me inspiran, por lo menos las pongo ahí…

 

Tú, Silvia, eres el tercer vértice del triángulo de amigas, siendo tú la voz discordante ya que interpretas a la única que no está enferma. ¿Cómo has abordado este rol?

 

Silvia: Desgraciadamente al final a todos nos toca un caso de cáncer cercano. Es una enfermedad que afecta a una persona pero que se extiende a todo su alrededor y yo creo que muchas las veces las personas que están acompañando en el proceso no tienen muy claro qué rol tomar. Te genera mucha frustración, aunque tampoco te crees con el derecho de tener esa frustración o miedo. Este personaje es esa persona que apoya a su amiga incondicionalmente, que la cuida, que la deja caer cuando tiene que caer, que se ríe con ella cuando tiene que reírse… Pero que al mismo tiempo está muerta de miedo, lo que pasa es que tiene este carácter un poquito más frívolo de intentar tomarse todo un poco más con humor. Ella siente que este es su rol en este punto. También era muy delicado, ya que la situación es muy frágil y meter según qué gags puede traspasar una fina línea. Hemos trabajado todas las situaciones de comedia teniendo en cuenta cuál era el conflicto, entonces, aunque hay situaciones cómicas, no se va de madre porque sigue pesando esa condición.

 

Al tratar la enfermedad, como ha dicho Silvia, existe esa fina línea entre no caer en lo frívolo e intentar ser respetuoso. ¿Te ha costado hacer este trabajo a la hora de construir los gags?

 

A: Un poquito, pero a partir de la segunda o tercera versión lo que hice fue determinar los seis temas que tenía que tratar de cauce. Los apunté en una lista, los colgué en la pared y me dije: “esto lo tengo que meter de una manera orgánica”. A mí los gags se me dan mejor que escribir drama, me salen solos, por eso tenía que vigilar al principio porque se me iba mucho. Cuando le cogí más el punto, a partir de la segunda o tercera versión, que ya conocía más a los personajes y sabía por donde iban, metía lo que quería meter: más drama con un poquito de comedia, etc. Luego está lo que dice Silvia, había un gag que me gustaba mucho, pero tenía dudas. Entonces, cuando Silvia me dijo que su personaje no haría esto –en una escena ambientada en unas dudas-, ella se inventó el gag, el cual creo que es el mejor de la película. En definitiva, cuando una cosa parecía demasiado frívola y me generaba dudas, Silvia, a la que llamo mi coguionista, me ayudaba porque confío mucho en ella.

 

Por lo que se ve, habéis hecho un trabajo muy colaborativo. ¿María y Victoria hacían también sus aportaciones?

 

A: Sí, a mí me gusta mucho esto. Cuando todo el mundo ya sabe a dónde vamos y de dónde venimos, se puede aprovechar para cambiar alguna cosa. Victoria se trajo las pelucas y el vestuario de París…

 

S: Victoria te descuidas y te está dirigiendo la película… (ríen).

A: Sí, se pone malo el director de fotografía y piensas: “da igual, está Victoria” (ríen). Aporta mucho y sabe tanto que te hace estar más en forma, porque cuando dudas te lo ve en los ojos. Aprendes mucho con ella.

 

¿Cómo fue conseguirla para la película?

 

A: Fue bastante sencillo porque Antonio (P. Pérez, productor) me preguntó a quién quería para que interpretase a Carmen y yo le respondí que quería a Victoria. Le mandamos el guión y, como es rápida, si le gustara nos respondería. Fue un martes o un miércoles cuando se lo enviamos, el domingo Antonio me llamó confirmándome a Victoria para el papel y que nos reuniríamos en dos semanas en el Festival de Cine Europeo de Sevilla para hablar de la película. Imagínate a mí, ¡de los nervios! Pasé todo el día con ella en el festival y, una vez tocado el mito y hablado con ella, me dijo sin duda que se apuntaba. Yo me sorprendí que dijera que sí y tan rápido. Tenía un hueco entre marzo y junio y rodamos en abril (de 2019).

 

¿Entre vosotras tres cómo construisteis esta relación tan cercana entre los personajes?

 

S: Básicamente con ensayos, aunque nunca tenemos todos los que nos gustaría tener (ríe), y hablando mucho sobre el proyecto. Mi personaje tiene esta amistad más cercana con María porque son amigas de la infancia y fue muy fácil porque María trabajando es muy honesta, como yo también lo intento a la hora de trabajar. Nos quedábamos mucho en la misma sintonía. Por su parte, Victoria lo tiene todo controlado: sabe dónde tiene que ponerse, dónde mirar, con qué objetivo rodar… María y yo éramos más salvajes, mientras que Victoria era más meticulosa. Estas distintas personalidades nuestras también han contribuido a la hora de generar estas relaciones entre los personajes.

 

A: Que se vea tan viva su relación es merito suyo, de ellas.

¿Qué creéis que puede aportar una película como La lista de los deseos en un momento como el actual?

 

A: Es una película que habla de hacer cosas que no te has atrevido, a afrontar la vida con otros ojos, como ha pasado ahora. Es una película muy luminosa, abierta, con escenarios bonitos y habla de las ganas de vivir, ser valiente, no planear mucho porque a veces la vida te da un golpe y tienes que afrontarlo como sea.

 

S: Primero aporta que la gente vuelva los cines, por favor, de una manera responsable. Yo por lo menos tengo muchas ganas de volver a las salas. Creo que, además, va a dar muchas ganas a la gente de disfrutar del verano que, de momento, parece que tenemos (ríe), antes de que no venga otro rebrote.

 

Bueno, y también tiene la suerte de ser un film evasivo, planteando un viaje que, después de tantos meses en casa, parece ser algo que a los espectadores les apetece ver. La película es una road-movie, un formato que ya has utilizado en otras películas de tu filmografía. ¿Qué te permite este modelo a la hora de vehicular tus mensajes?

 

A: Yo, antes de guionista, soy espectador. Y como espectador me gusta mucho ver escenarios bonitos que te cambien. Si cada día cambias de escenario, a los personajes les viene bien porque siempre es algo nuevo y muy visual. Me gusta contar las historias en forma de avance continuo, y esto es lo que te permite la road-movie. Debo admitir que es un poco rollo hacer los traslados, pero una vez estás allí merece la pena. Que una película tenga 50 escenarios distintos es visualmente muy apetecible como espectador. Además viajas, que es lo que más me gusta (ríe).

 

¿Qué pondríais en vuestra lista de deseos?

 

A: Que la gente vuelva al cine, que no haya rebrote y que la gente viaje mucho.

S: También viajar pronto, tener un trabajo que pudiera compatibilizar con mi carrera como actriz y un día levantarme y, de repente, descubrir que hablo ocho idiomas.