EL FILM LLEGA A LA CARTELERA EL 17 DE FEBRERO

Entrevista con Dany Boon, protagonista de Manual de un tacaño

¿Sería justo decir que esta película no estaba inicialmente entre tus proyectos pero que, en cierto modo, terminó convirtiéndose en una necesidad para ti?

Sí, es cierto, no tenía previsto en absoluto hacer Manual de un tacaño... Había leído una primera versión basada en esa idea fantástica del guion pero, en mi opinión, no era redonda, le faltaba un poco más de profundidad. Entonces, Fred Cavayé se hizo cargo del proyecto y me envió una nueva versión que me gustó tanto que me dije: "¡No puedo dejarlo escapar!". Era complicado porque estaba comprometido con otros proyectos en ese momento, sobre todo, con mi propia película, Raid dingue, pero me las apañé para poder encajarlos todos.

¿El hecho de que Fred Cavayé esté considerado (un poco torpemente hay que decir) como un "director de thrillers" supuso algún obstáculo? ¿Te preguntabas si sería capaz de pasar de ese género al de la comedia?

Tienes razón al decir "torpemente" porque yo no suelo colocar a la gente en categorías donde se supone que tienen que estar para siempre. Sin embargo, cuando le decía a la gente que iba a trabajar con Fred, ese era el comentario que me hacían... No creo que Fred sea un director de thrillers o un director de comedias, es simplemente un director. No hay ningún conflicto entre esos dos géneros; son los mismos técnicos, en el mismo equipo de rodaje, que sencillamente ruedan una película. Yo pensaba que Fred era un director excelente y me lo demostró nada más empezar a trabajar en la fase de preparación de la película, cuando hablamos del guion, de los personajes y de su visión de la historia. Sabía también que sus primeros cortos tenían un tono más de comedia, así que no tenía ninguna preocupación ni me daba miedo que no pudiera hacer una buena película. Él tampoco tenía ninguna preocupación en cuanto a mí, porque sabía que era su actor y que no iba a poner en duda sus decisiones como director. Si un director tiene personalidad y las ideas claras, le sigo completamente, aunque se equivoque, porque da lo mismo, todos nos hemos comprometido con su proyecto y estamos a muerte con él. Tengo que añadir que en la vida real, Fred es una persona muy divertida y tiene muchísima energía positiva.

Lo cierto es que cuando te vas introduciendo en la película, descubres que Manual de un tacaño no es solo una comedia. No quiero descubrir nada de la segunda parte de la película, pero la historia nos lleva a algo más complejo y emotivo.

Eso es precisamente lo que más me gustó de la versión del guion que hizo Fred: la dimensión humana de la historia y la emoción que despierta. Para mí, una buena comedia es una película que te hace reír, pero que también te emociona. El proyecto tenía esa dimensión: es una reflexión sobre lo que hay de humano en el personaje de François Gautier y sobre su tacañería, pero también sobre la sociedad en la que vive y la forma en que nosotros como individuos percibimos a los demás... ¿Qué significa ser generoso? ¿Por qué tenemos que dar? Todo eso me emocionó cuando leí el guion y me dejó impresionado cuando vi la película terminada y, especialmente, esa segunda parte, de la que, por supuesto, no vamos a decir nada.

Incluso va más allá de la emoción; en algunos momentos François Gautier es alguien bastante sombrío, podríamos decir que casi siniestro.

Sí, algunas veces es un poco crudo, pero eso es lo que pasa en la vida real y lo que hace que el público sienta la película como cercana a sus propias experiencias de la vida. Manual de un tacaño sigue el modelo de los cuentos de hadas: dentro de ellos, entre líneas, hay siempre un conflicto tremendamente dramático... Creo que esos son unos resortes muy beneficiosos para una comedia.

Eso se refleja en el enfoque estético de la película, en los decorados y en las luces.

Si, esos elementos refuerzan la historia. Antes hemos hablado del miedo; pues bien, la forma en que está decorada la casa de mi personaje es algo que asusta. Como es un tacaño, solo usa la luz del día o la de las farolas de la calle. Como es un tacaño, los muebles no han cambiado ni un ápice desde que murieron sus padres. A los productores les daba un poco de miedo esa faceta lúgubre, teniendo que cuenta que las comedias normalmente son muy coloridas. Pero, de pronto, pensé justo lo contrario, que era algo que reforzaba la idea de la película y me daba una especie de joyero cómodo donde actuar... Me gustaría resaltar el increíble y meticuloso trabajo de Laurent Dailland, el director de fotografía de Manual de un tacaño, que supo combinar sus conocimientos técnicos con la visión del mundo de Fred Cavayé.

Un departamento donde se ahorró mucho en la película fue el de vestuario porque te pasas casi toda la película con el mismo jersey de cuello alto y un traje de tweed.

Te olvidas de mi magnífica camiseta con el eslogan "¡Vivagel, claro!". Cuando Fred me dijo en un ensayo que era inútil plantearse otra ropa que no fuera ese traje infame, que era perfecto, le pregunté si estaba seguro, teniendo en cuenta que lo iba a llevar puesto durante tres meses. Al final, tenía razón: es un traje real, una segunda piel. Forma parte del todo, de la tacañería del personaje y de su filosofía de la vida, de la gente y de las cosas. El jersey de cuello alto le libra de coger catarros y de tener que gastar dinero en medicinas.

Hablemos un poco sobre la profesión de tu personaje, la de violinista. ¿Tuviste que aprender algunas lecciones básicas de cómo tocar un instrumento tan difícil?

Sí, claro, la posición de los dedos, a cogerlo, a afinarlo.... Tuve una excelente profesora, Sarah Nemtanu, la concertino de la Orquesta Nacional de Francia, que incluso consiguió que tocara... Yo estaba totalmente decidido a aprender a tocar notas reales en el instrumento y no simplemente a hacer que tocaba pasando el arco por las cuerdas. Me parecía algo importante, porque el talento de Gautier como violinista es algo que salva al personaje. Actúa como un imbécil en la vida cotidiana, pero es un virtuoso tocando el violín, aunque probablemente su roñosería le ha impedido ser un artista extraordinario. Por eso, quería que fuera creíble... El hecho de tocar la guitarra me ayudó, bueno, al menos a que no me sangraran los dedos después de una semana tocando. La verdad es que aprender esas cuatro nociones básicas del violín me costó bastante trabajo y también ¡dolor de oídos a mi familia! Sin embargo, me enganché... y sigo recibiendo clases de violín.

Volvamos a Fred Cavayé. Aparte del hecho inicial de que querías trabajar con él, ¿cómo le viste una vez en el plató teniendo en cuenta que tú eres también director?

Me encanta cuando un director me demuestra que sabe dónde quiere ir, dónde quiere llevarme... Fred no solo sabía dónde quería ir, sino que te lleva a ti también con una energía increíble. La verdad es que solo tiene un defecto: es de Bretaña. Y siendo del norte, me parece que se siente un poquito demasiado orgulloso de eso. Ahora en serio, leímos juntos el guion varias veces y eso hizo que nos compenetráramos mucho más a la hora de hacer la película. Por ejemplo, cuando hubo que seleccionar a la actriz para hacer el papel de mi hija, me ofrecí a participar en las pruebas de pantalla y darles las entradas a las candidatas. Lo normal, y por desgracia, es que el casting se haga por separado y cuando empieza el rodaje, no siempre funcionan las combinaciones de actores.

Así que Noémie Schmidt fue la actriz que sobresalió para hacer el papel de Laura.

Sí, todas las candidatas eran fantásticas, pero ella destacaba. Creo que está inmensa en las escenas sensibles. Es una actriz increíble, muy madura para su edad y tiene alma para la interpretación. Y otra de sus grandes cualidades es que es suiza, ¡como mi mujer!.

Esto me recuerda que tenemos que hablar de la actriz que interpreta a tu prometida en Manual de un tacaño, Laurence Arné.

Por mencionar otra vez a mi mujer, Yaël, ella fue la que me habló de Laurence. Es una fan apasionada de los reportajes que Laurence hace para Canal+ y fue quien me la descubrió.

Nos conocimos en el festival de Alpe d’Huez y cuando Fred me habló de ella para hacer el personaje de Valérie, me puse eufórico. El papel de Laurence es estupendo. Me encanta esa faceta infantil que tiene y que da pie a muchas situaciones cómicas. Podríamos decir que probablemente ha tenido muchas decepciones con los hombres porque ha elegido mal, y encima se vuelve a equivocar ¡enamorándose de mí! Valérie ve el virtuoso de violín que hay en François y probablemente siente el dolor que hay en él y también su humanidad aunque está enterrada en lo más hondo.

Hay también un elemento en Manual de un tacaño que tiene similitud con tus películas: la cuidadosa selección de los personajes secundarios. Fred Cavayé no solo eligió a actores buenos, sino que descubrió también caras y personajes interesantes.

Es verdad, desde mi banquero a mi exmujer, pasando por todos mis vecinos. Fred ha hecho un trabajo extraordinario en lo que se refiere a la puesta en escena. Yo creo que en esta película, no hay papeles pequeños. Todos los personajes son importantes porque refuerzan la calidad de la historia al transformar la comedia en algo emotivo. Eso requería un reparto muy creíble... Por cierto, uno de los actores de Manual de un tacaño trabaja en mi película, Raid Dingue. Es Jacques Marchand, el señor mayor vecino de François, que en mi película interpreta a un jefe de departamento jubilado.

Así que vas a volver a actuar y a dirigir en Raid Dingue. ¿Cómo ves Manual de un tacaño desde el punto de vista de "solo" un actor?

La primera vez que vi la película no estaba terminada. Todavía no había pasado la fase de gradación de 9
color ni la de mezclas y, sin embargo, me conquistaron el humor y la emoción de la historia. Sinceramente, pocas veces me he visto a mí mismo como en esa película... Es un personaje formidable, Fred hizo un gran trabajo de dirección conmigo y supo llevar el barco a buen puerto, por mencionar otra vez sus orígenes bretones. Rodar esta película al mismo tiempo que estaba haciendo el trabajo de preproducción de mi propia película me supuso mucho trabajo durante esos meses, pero estoy muy contento con los resultados. Fred me ofreció un papel nada frecuente, que me permite lucirme más que en mis propias películas. Me hace reír y me emociona cuando me dice: "Estoy deseando ir a los cines para oír reír a la gente, ¡es algo a lo que no estoy acostumbrado!". Me alegro por él por anticipado porque sé que va a oír muchas carcajadas.