viernes. 04.10.2024
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Makanai: La cocinera de las maiko (Serie de TV)

Netflix (estrenos destacados) 12/01/2023  

Makanai: La cocinera de las maiko (Serie de TV)

Título original

Maiko-san Chino makanai-sanaka 
Año
Duración
38 min.
País
Japón Japón
Dirección

 (Creador), 

Guion

Hirokazu Koreeda, Hiroshi Okuyama, Takuma Satô, Mami Sunada, Megumi Tsuno. Manga: Aiko Koyama

Música

Yoko Kanno

Fotografía

Ryûto Kondô

Reparto

Compañías

Bun-Buku, Netflix, Story. Distribuidora: Netflix

Género
Serie de TVDramaComedia
Sinopsis
Serie de TV (2022). 9 episodios. Versión live-action de la serie anime "Maiko-san Chi no Makanai-san", sobre dos amigas que se mudan de Aomori a Kyoto, soñando en convertirse en "maikos" (aprendices de geisha). Tras unos años, mientras Sumire alcanza su sueño, Kiyo acaba trabajando en la cocina de una casa de maikos.
 
CRÍTICA

Desde que hace un lustro volviera a la golosa senda de los premios gracias a la buena recepción de público y crítica de Un Asunto de familia, Hirozaku Koreeda no para de proporcionarnos alegrías de la buenas. No vamos a repasar su filmografía desde entonces, pero solo apuntar que este último año ha parido la fenomenal Broker en formato cine (con premio incluido al mejor actor en el Festival de Cannes 2022)  y la no menos valiosa Makanai: La cocinera de las maiko en formato serie, y que desde hace unas semanas se puede disfrutar completa en Netflix (corred a verla antes de que se acaben las cuentas compartidas de la plataforma).

Para ir abriendo boca vamos a explicar un poquito de la trama de Makanai, teniendo mucho cuidado de no caer en spoilers gratuitos que acaben por arruinar  la función a quien aún no la haya visto. Como nos vamos a enamorar de todos y cada uno de los personajes que pululan por la pantalla, que no son pocos, sería feo quitarle al público la posibilidad de descubrir los pequeños hallazgos y minuciosos tesoros que la serie nos tiene preparados. Las dos amiguísimas Kiyo ( Nana Mori ) y Sumire ( NatsukiDeguchi ) han sido inseparables desde la infancia. Después de la escuela secundaria, ambas quieren seguir un aprendizaje en una casa saku, al final del que podrían convertirse primero en maikos (asistentes) y luego en geiko (geishas, para entendernos). 

Si bien los padres de Kiyo apoyan el deseo de su hija, el padre y la madre de Sumire son más críticos con el futuro de esta y preferirían que  continuara sus estudios. Sin embargo, viajan a Kioto, donde se encuentran con las jefas de la casa, o Madres: Chiyo ( KeikoMatsuzaka ) y Azusa ( TakakoTokiwa ), donde son bienvenidas. A partir de su instalación sus días consisten en una rutina fija compuesta por diferentes y muy esforzadas clases, desde danza tradicional hasta ikebana, y pasadas unas jornadas se hace evidente que Kiyo no tiene ningún talento para la vida de una maiko o incluso de una geiko. Sumire, cuya ambición y formas congratula y de qué manera a las dos "madres", reacciona con tristeza y teme que pronto se separará de su amiga, quien había jurado que siempre estaría con ella. Y hasta aquí podemos escribir, que hay nueve capitulazos como la copa de un pino para disfrutar de esta maravilla hasta el infinito y más allá...

Series: reseña de "Makanai: la cocinera de las maiko - Episodios 1-4", de  Hirokazu Kore-eda (Netflix) - Micropsia

A lo largo de los episodios que componen la serie el arco narrativo fluctúa entre géneros como la comedia y el melodrama afables, aunque no deja de sorprender que en momentos puntuales se apueste porque otro tipo de géneros digamos que menos adecuados para la puesta en escena, aunque no hay que asustarse, ya todo entra dentro de un arco de buenrollismo exacerbado que mitiga cualquier posibilidad de alteración. El creador de la serie, quien se permite el lujo de delegar la dirección de algunos episodios en jóvenes cineastas japoneses que están empezando en el oficio, sabe perfectamente lo que tiene entre manos.

Su deseo es crear un universo de paz y armonía, un lugar cerrado donde imperan los buenos sentimientos y donde el apoyo y la camaraderia seran moneda común entre todas las habitantes del  reducido espacio donde transita la acción. En ocasiones es tan extremo el remanso de paz que se respira entre imágenes que uno echa un pooco de menos la mala leche de un ZhangYimou (cuando era el verdadero ZhangYimou) cuando reunió a aquellas esposas sumisas que se despellejaban unas a otras sin compasión en la magnífica Linterna Roja. Aunque pueda parecer que la sencillez del conjunto se confunda con simpleza si se sabe leer un poco entre líneas nos podemos llevar alguna que otra sorpresa morrocotuda, y es que cuando se exaltan los sentimientos y se extreman las amistades existen muchas posibilidades de llegar a un estado de ambigǘedad que hagan reflexionar al espectador, tal y como aquí sucede.

Diálogos que pueden parecer intrascendentes en realidad están cargados de verdad y valentia. Hay una tarea hercúlea para encontrar las palabras exactas que definan los sentimientos de las personas a través de las conversaciones, y ahí Koreeda ejerce de perfecto sensei dado su conocimiento y experiencia atesorado tras su vasta obra.

El gran acierto de este ágape para los sentidos es el de colocar al espectador en el mismo punto de partida de las dos protagonistas. Ellas ejercen de recién llegadas a un universo nuevo por explorar. Se podría decir que su ilusión primeriza es la nuestra por degustar un nuevo trabajo de Koreeda. Vamos aprendiendo técnicas del folklore japonès como alumnos aventajados a los que se les abren las puertas de par en par d eun microcosmos tan apasionante como alucinante. Y así el artífice de esta orfebreria filmada se gusta y nos regala momentos increïbles de entusiasmo tanto en la intimidad (por ejemplo todo lo que tiene que ver con el laborioso trajín que acompaña a las ceremonias de presentación de las futures acompañantes) como en la colectividad (las celebracions en el bar que se halla en los aledaños de la casa comunitària donde se van concentrando todos los personajes).

Que Netflix estrene una serie de tapadillo no es novedad. Que esta sea de  Hirokazu Koreeda dice mucho del sinsentido en la promoción de la plataforma

Capítulo aparte merece todo lo que tiene que ver con el ámbito culinario. Para el voyeur occidental puede suponer una auténtica prueba de fuego ver la serie con el estómago vacío. No recuerdo ni un solo capítulo en el que el paladar no me haya salivado mientras Kiyo prepara con esmero los platós que luego degustarán las destinadas al arte del entretenimiento masculino. Es tal el alarde del muestrario gastronómico que ahora llegamos a entender el porqué de que se trate de una temporada autoconclusiva.

Todas las mujeres que habitan en el cubículo no hacen más que zampar a dos carrillos, rendidas al maestrazgo en el manejo de la sartén de la recién arribada. Si les diera por grabar una segunda temporada deberían dedicarla a como las mismas protagonistas se dedicaban al sumo (imposible no engordar con la cantidad de fritos que se meten entre pecho y espalda). Es cierto que luego queman grasas con el ejercicio continuo y las actuacions nocturnes de las profesionales. Pero es que en el último capítulo (spoiler sin mala intención) legan a arrasar con unas generosas raciones de cortezas de pan rebozadas.

Resulta interesante e incluso un tanto paradójico observar el rol secundario que ejercen los hombres durante todo el transcurso del arco narrativo. En una Sociedad como la japonesa en la que todavía el patriarcado es dominante no deja de ser sorpresivo como la presencia masculina en la serie se reduce a breves apariciones en las que funcionan con roles secundarios como asistentes, bien sea en tareas de sastrería; repartidores a domicilio; barmans o novios pasivos. Aquí lo que realmente importa es la interacción generacional y el proceso de madurez reflexivo de unas mujeres que se plantean aspectos vitales distintos dependiendo de su edad. Y todas viviendo bajo el mismo techo día tres día, con todo lo que ello presupone de fricciones y aprendizaje mútuo.

No nos cansaremos de recomendar esta serie porque se revela como un verdadero oasis de paz y sosiego dentro del estrés a los que nos tienen sometidos las plataformas. Esta serie apela a todo lo contrario: se recrea en los paseos reposados por parques y jardines (hola Hong Sang-soo) y en las visitas a los mercados pequeños de barrio, lugares donde la protagonista hallará verdaderos alimentos esenciales que ràpidamente añadirá al recetario comunitario (adiós Mercadona).

Y qué decir de las sonrisas perennes y de los buenos modales, tan en desuso hoy en día...

Esperamos que la aportación de Hirokazu Koreeda al mundo de las series no caiga en saco roto (es muy triste percatarnos de que esta serie fue estrenada de tapadillo sin casi publicidad alguna) y pronto nos vuelva a sorprender con la adaptación de un nuevo manga o un libreto propio.

 

 

 

Makanai: La cocinera de las maiko: No se ve, se degusta