CRÍTICA DE CINE DE ESTRENO

Los Tres Mosqueteros: D’Artagnan: Los famosos mosqueteros de Dumas, mejores que nunca

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Los tres mosqueteros: D'Artagnan

Cartelera España 14 de abril  

Título original

 

Les Trois Mousquetaires: D'Artagnan
Año
Duración
121 min.
País
 Francia
Dirección

Martin Bourboulon

Guion

Matthieu Delaporte, Alexandre de La Patellière. Novela: Alejandro Dumas

Música

Guillaume Roussel

Fotografía

Nicolas Bolduc

Reparto

François CivilEva GreenVincent CasselRomain DurisPio MarmaiVicky KriepsLouis GarrelLyna KhoudriJacob Fortune-LloydOliver Jackson-Cohen

Compañías
Coproducción Francia-Alemania-España; 

Pathé, Chapter 2, Constantin Film, M6 Films, ZDF, DeAPlaneta

Género
AventurasIntrigaRomance | Capa y espadaSiglo XVII
Grupos
Adaptaciones de Alejandro Dumas
Sinopsis
D'Artagnan (François Civil) un intrépido joven, es dado por muerto tras intentar salvar a una joven de ser secuestrada. Cuando llega a París, intenta por todos los medios encontrar a sus agresores. Sin embargo, ignora que su búsqueda le llevará al corazón de una guerra en la que está en juego el futuro de Francia. Juntamente con Athos (Vincent Cassel), Porthos (Pio Marmaï) y Aramis (Romain Duris), tres valientes mosqueteros del rey (Louis Garrel), D'Artagnan se enfrenta a las oscuras maquinaciones del cardenal Richelieu. No obstante, es cuando se enamora perdidamente de Constance Bonacieux (Lyna Khoudri), la confidente de la reina (Vicky Krieps), cuando D'Artagnan se pondrá realmente en peligro. Pues esta pasión le llevará tras la pista de quien se convertirá en su gran enemiga: Milady de Winter (Eva Green).
 
CRÍTICA

Estamos en el siglo XVII, en una Francia donde la reina una mujer adúltera que se entiende con el duque de Buckingham, enemigo británico de su esposo el rey Luis XIII, rey bienintencionado pero inconsistente e indeciso, muy bien encarnado por Louis Garrel, un nombre en lucha por el poder. El futuro del país está en juego por culpa de una infidelidad que unos quieren aprovechar en beneficio propio y otros ocultar a toda costa, aunque sea inglesa.

Luis XIII está en manos del cardenal Richelieu, y serán los famosos mosqueteros quienes se enfrenten a la guardia del cardenal, que son el equivalente actual a las cloacas de un estado a punto quebrarse en una nueva y fratricida guerra de religión.

Paralelamente, en la historia, D'Artagnan (un civil nacido en una familia noble de Gascuña venida a menos), intrépido joven, que es dado por muerto e incluso enterrado en el bosque tras un intento por salvar a una joven de ser secuestrada. Llegado a París, intenta encontrar a sus agresores. Lo que ignora es que su investigación le llevará al centro de un enfrentamiento que pone en riesgo el futuro de Francia. Intenta por todos los medios unirse al cuerpo de los soldados de Luis XIII. Y tras algunos avatares y diversas circunstancias donde no faltan las citas a duelo, se une a Athos, Porthos y Aramis, tres valerosos mosqueteros del rey.

A partir de aquí, D'Artagnan se enfrentará a las turbias maquinaciones del cardenal Richelieu. Justo cuando se enamora de Constance Bonacieux, dama y confidente de la reina. En el romance con la Bonacieux, D'Artagnan se expone fatalmente, pues esta pasión le conducirá a quien se convierte en su gran enemiga: Milady de Winter.

Alejandro Dumas siempre ha tenido mucho predicamento en el cine, sobre todo con Los tres mosqueteros y El conde de Montecristo, por lo que no parece raro que ahora el cine francés quiera de nuevo investir de grandeur, en plan superproducción, una nueva mirada a los famosos mosqueteros.

En este caso, su director Martin Bourboulon, que está muy bien, ha decidido dividir su adaptación de la novela en dos entregas, y se toma ciertas libertades, comparada con otras versiones, como la de Bernard Borderie en 1961, no por haber renunciado al rigor histórico o literario, sino por una exquisita ambientación que tira a lo tenebrista (desde un gran vestuario a la majestuosa, definitivamente oscura y sucia, ambientación de la Francia del siglo XVII), espectáculo garantizado, todo ello con un equilibrio muy conseguido entre acción, amoríos, maquinación política, narración genial y toques de humor, siguiendo la «marca Francia».

Hay escenas y escenarios muy meritorios, como el gran baile en Inglaterra al que asiste D’Artagnan con una misión muy difícil, recuperar unas joyas de la reina y llevarlas de vuelta a Francia con urgencia; impresionantes las persecuciones a caballo, peleas de espadas muy conseguidas o la boda del hermano del rey francés que es un lujo de cámara, acción, vestuario, intriga y escenarios muy bien elegidos.

De modo que podemos ver en pantalla la primera mitad, con la idea de que la cosa continuará, en plan serie o algo así. Queda, pues, camino por recorrer y habrá sin duda expectación al respecto, y en lo que a mí respecta, iré a verla cuando se estrene.

El director Bourboulon, apoyado en un libreto con fuerza y sentido de Matthieu Delaporte y Alexandre de La Patellière, toma algunas decisiones debatibles, como prescindir del Conde de Rochefort (principal agente del Cardenal) y Planchet (criado de D'Artagnan), pero las peripecias clásicas se conservan incólumes, escenas de acción contundentes y subrayado de las intrigas políticas y cortesanas, lo cual confiere al filme unos rasgos propios, acorde, por cierto, con la obra de Dumas. Hay escenarios para que se luzcan los personajes, una coreografía genial en bailes y fiestas, vestuario muy logrado y unos paisajes maravillosos.

Los dos protagonistas importantes, D’Artagnan y Milady de Winter (cada uno de ellos le da nombre a su parte de la película), son interpretados por un espigado y nervioso François Civil y Eva Green como mujer artera y misteriosa; ambos lo hacen más que bien, atractivos los dos, tal vez con un exceso de simpatía y sugerencia sexual.

A su lado el trío mosquetero, Vincent Cassel (nacido para ser el sobrio y atribulado Athos), Romain Duris y Pio Marmai; con Louis Garrel como el rey Louis XIII y Vicky Krieps, la reina infiel.

El argumento, siendo conocido, tiene detalles curiosos, como el escaso peso del cardenal Richelieu (Eric Ruf), la asombrosa circunstancia de que Porthos tenga una inclinación hacia la bisexualidad o que el tradicional humor en duelos, peleas y otros comportamientos de esta historia, se hayan impregnado de rigor, negrura, chaparrón y alarde de cámara.

Por supuesto que el ritmo de la intriga y el tono de la trama política, religiosa y bélica resultan entretenidos, y le hacen bien a la atmósfera oscura de la historia, y ese corte de cara que tiene Athos es resultón. Habrá añoranzas a otras versiones, desde luego, pero esta está muy bien.

A todo esto, genial la música de Guillaume Roussel y encomiable la textura de la fotografía de Nicolas Bolduc, amén de un vestuario muy conseguido y veraz y una gran puesta en escena.

Las numerosas escenas de acción resultan tan clásicas como espectaculares, y en cuanto al final de la cinta... bueno, como sucedía con los folletines, pues eso, que continuará, así que no hay que apresurarse a dejar las clases de esgrima.

Puede que no estemos ante una gran película ni gran cine, pero sí es un cine muy bien hecho e inteligente, a la vez que orgulloso de aprovechar al máximo la gran pantalla para un público propiamente de sala de proyección. No parece que anteriormente haya habido ninguna versión sobre esta novela de Dumas con tantos avances técnicos y recursos de todo tipo.

Hay tomas de seguimiento inmersivas largas con capas de acción que se desarrollan dentro de un marco visual que acredita, pues la visualización no puede ser tan impresionante en otro encuadre, que el espectador está en una sala de cine convencional y no en el salón de su casa. Impresionantes escenarios, iluminados en ocasiones con velas, para su máximo provecho.

Una divertida aventura histórica que no aburre en ningún momento, que ofrece una precisa y animada acción, réplicas alborozadas y atmósferas lujosas, todo lo que un aficionado al cine de aventuras de este tipo puede pretender.

Los hombres van con mosquetes y espadas, y las mujeres lucen unos corpiños y artimañas femeninas para seducir en esta historia del joven D'Artagnan de Gascuña, que llega a París en 1627 para convertirse en mosquetero y servir al rey y a su país. Un producto francés de interés, llevado a cabo por un director solvente como Bourboulon (Eiffel, 2021), que debería ser «todos para uno y uno para todos en taquilla», como apunta Nesselson.

Pasará D’Artagnan, por su valentía, por su mérito, su habilidad entusiasta y su entrega a la corona, de cadete a mosquetero de pleno derecho en un tiempo récord, ungido por el mismísimo rey como premio a sus muchos méritos.

Pero en la parte final, cuando ya parece que la cosa está por concluir, pero sin finalizar, en el suspenso de la parte 1, hay un vuelco que dejará a muchos espectadores ansiosos por ver qué sucede a continuación…Milady rediviva.

La parte 2 llevará su nombre, lo cual es una apuesta y una prueba, no sólo de que sobrevivió, sino de una segunda parte que vendrá de nuevo llena de acción, suspense y entretenimiento. Vale la pena cualquier excusa para resucitar a la atractiva y sugerente Eva Green.

Escribe Enrique Fernández Lópiz  Revista Encadenados