CRÍTICA DE CINE

¡Qué suene la música!: Espantando males

¡Que suene la música! es una película dirigida por Peter Cattaneo (Full Monty, Un rockero de pelotas) y protagonizada por Kristin Scott Thomas (Solo Dios perdona, Cuatro bodas y un funeral).

¡Que suene la música!

Military Wives
Año
Duración
110 min.
País
 Reino Unido
Dirección
Guion
Rosanne Flynn, Rachel Tunnard
Música
Lorne Balfe
Fotografía
Hubert Taczanowski
Reparto
Productora
Distribuida por Bleecker Street. 42, Tempo Productions Limited
Género
Drama
Sinopsis
Cuando un grupo de esposas de militares deciden crear un coro en una base militar, un poderoso vínculo comienza a surgir entre ellas. La música y la risa transformará en cierta forma sus vidas, ayudándoles a intentar superar el miedo que experimentan cada vez que sus seres queridos se aventuran en peligrosas misiones en Afganistán.
Distribuidora: A Contracorriente Films
 
CRÍTICA

Hace más de 20 años que Peter Cattaneo conquistó mundialmente las salas de cine con Full Monty (1997), una digna heredera del reflejo social británico de Ken Loach y el costumbrismo con alivio cómico de Stephen Frears. Desde entonces ha intentado repetir la jugada con otros filmes fallidos, bien abandonando su línea argumental habitual con Sueños mágicos (2005) o saliéndose de tono en Un rockero de pelotas (2008), hasta dedicarse esta última década a la televisión. En su regreso a la gran pantalla, Cattaneo tiene ingredientes suficientes para volver a conectar con el público con otra historia de un grupo, esta vez femenino, unido por una causa escénica.

¡Que suene la música! se ambienta en una base militar inglesa para reseguir la fundación y puesta en práctica de un coro formado por las mujeres de los militares habitantes, con el fin de llenar su parsimonioso tiempo y lograr hacer llevadera la espera mientras sus parejas se encuentran en plena misión. La película es una feel-good movie en toda regla donde se pueden adivinar todos los compases de una sinfonía ligera suficientemente agradable como para prestarle atención, gracias a su justo equilibrio entre diversión y sentimentalismo, y a su armonioso reparto en el que nadie desentona con unas carismáticas Kristin Scott Thomas y Sharon Horgan a la batuta.

Está compuesta para que funcione entre su target objetivo, pero sobrevuela la duda de que pueda convertirse en un fenómeno como el de los strippers británicos porque Cattaneo va sobre seguro y no arriesga, conformándose únicamente con la fuerza y las buenas intenciones de la historia. Por esta razón, el trasfondo social que contribuyó a la riqueza de Full Monty aquí suena con menos ímpetu, sin incidir lo debido en un universo tan poco explorado como el de estas “military wives”. De haberse preocupado más por retratar la realidad de sus coristas mediante un desarrollo más profundo de sus secundarios, ¡Que suene la música! habría trascendido lo suficiente en forma de musical social como para volver a poner a Cattaneo en la misma liga que ocupaba a finales de los noventa.

Sin embargo, nos tenemos que conformar con un formulaico pero correcto divertimento –con reminiscencias en espíritu a otros British hits como Amanece en Edimburgo (Dexter Fletcher, 2013-,  que canta a la cooperación, sororidad, ausencia y la capacidad de superación en medio de melodías de Cindy Lauper o Tears for fears, en el cual la música acaba funcionando en última instancia como catarsis emocional para renovar el alma. Exactamente el film supone lo mismo  para todo aquel espectador que tenga un mal día.