CRÍTICA DE CINE

Sintiéndolo Mucho: Geografía sabinera

VALENCIA, SPAIN - FEBRUARY 12: Leiva and Joaquin Sabina perform on stage during the 36th edition of the 'Goya Cinema Awards' ceremony at Palau de Les Arts on February 12, 2022 in Valencia, Spain. (Photo by Juan Naharro Gimenez/Getty Images)

Sintiéndolo mucho

Título original

Sintiéndolo mucho
Año
Duración
120 min.
País
 España
Dirección

Fernando León de Aranoa

Guion

Fernando León de Aranoa

Música

Leiva

Fotografía

Mariano Agudo

Reparto

Documental, Intervenciones de: Joaquín SabinaFernando León de AranoaLeivaAntonio García de DiegoPancho Varona

Compañías

BTF Media, Reposado Producciones, Sony Music España

Género
Documental | BiográficoDocumental sobre música
Sinopsis
Retrato de Joaquín Sabina sin bombín, hecho a muy pocos centímetros de su piel, con nocturnidad y alevosía, por su amigo, el cineasta Fernando León de Aranoa. Un relato como su voz, áspero, directo y sin ecualizar, que cuenta sin atenuantes la intimidad del artista, sus bambalinas, su cara B. Que comienza cuando baja del escenario, que le acompaña en lo cotidiano, y así en lo inesperado: en la risa y en el drama. Sintiéndolo mucho es el resultado de trece años de rodaje juntos, y recorre todos los escenarios de Joaquín Sabina, públicos y privados, luminosos y ocultos. Un paseo por las claves de su vida y de su trabajo: por lo que le mueve, por lo que le inspira, por lo que le duele, desarrollado siempre a partir de situaciones vivas, compartidas, entre músico y cineasta.
 
CRÍTICA

Casi quince años ha necesitado Fernando León de Aranoa para completar un documental dignísimo sobre Joaquín Sabina: Sintiéndolo mucho. En los últimos tres lustros, el cineasta ha compartido centenares de horas con el músico, antes y después de los conciertos, en su casa de Madrid, en sus viajes a México, Rota, Úbeda, en mil instantes cotidianos.

Nos ofrece León de Aranoa un retrato de cerca del compositor, de cómo es Sabina cuando no está en el escenario, cuando no tiene calado el bombín. Esa cercanía, fruto de la amistad entre ambos creadores, es uno de los puntos más sólidos de Sintiéndolo mucho.

En ese sentido, son magistrales todas las secuencias previas a los espectáculos, donde vemos a un hombre de carne y hueso, no al legendario cantautor de éxito, no al artista con una dilatada trayectoria musical, sino a una persona con el miedo natural de permanecer dos horas bajo los focos, intentando emocionar a los asistentes al evento.

Ese Sabina nervioso, intranquilo, en el camerino, que fuma y bebe sin descanso, que se levanta y que se sienta, alternativamente, es captado por la cámara de León de Aranoa. Y resulta muy auténtico y valioso que conozcamos al individuo en las distancias cortas, porque al impresionante músico que ha levantado un cancionero glorioso durante décadas, al carismático creador que conecta a las mil maravillas con el público, ya lo conocíamos.

Más allá del poeta que ha compuesto algunas de las canciones más bellas en lengua castellana, más allá del autor de ContigoY sin embargoYo me bajo en AtochaQuién me ha robado el mes de abril19 días y 500 noches, el documental profundiza en un retrato de la persona, fidedigno, entrañable.

Así, vemos a Sabina en Rota, en 2009, en compañía de Benjamín Prado, Pancho Varona y otros amigos, que improvisa canciones con su guitarra entre copa y copa, entre cigarrillo y cigarrillo. O lo vemos en un bar de México, compartiendo versos de su admirado José Alfredo Jiménez con unos mariachis. O asistiendo a una faena taurina, también en tierras mexicanas, de José Tomás. O en el teatro de Úbeda, donde actuó en su adolescencia, y en el que recita emocionado un poema que escribió su padre, policía, y con el que Sabina tuvo una difícil relación. Es este uno de los pasajes más logrados del documental, que tiene mucho de reflexión existencialista sobre el paso del tiempo.

La entrevista de febrero de 2020, previa al concierto del Palacio de los Deportes de Madrid —ahora los modernos lo llaman Wizink Center— es el eje discursivo de la obra de León de Aranoa, y desde ese diálogo vertebrador entre músico y cineasta, la propuesta audiovisual viaja a 2009 o 2010, o conecta con las secuencias finales, rodadas en la primavera de 2022.

Las dos horas de metraje son un recorrido por la geografía sabinera, un trayecto que probablemente encante a los seguidores de su música, entre los cuales tengo la suerte de contarme, pero que quizá disguste a aquellos que no lo son.

Refleja muy bien Sintiéndolo mucho los arduos inicios de Sabina, que vivió siete años en Londres, cuando en España todavía teníamos una dictadura, y que tocó con su guitarra y su voz quebrada, inconfundible, en las calles y en los pubs londinenses, y que luego a finales de los 70 se instaló en Madrid, y siguió tocando en los bares madrileños, de madrugada, que hubo noches en las que era capaz de actuar en tres garitos.

El documental incide, con acierto, en dos conciertos claves en la trayectoria de Sabina: los que ofreció con Viceversa en el teatro Salamanca de Madrid, en febrero de 1986. Sabina vuelve más de tres décadas después a ese espacio cultural, como el protagonista de Cinema Paradiso (1988) regresa a su pueblo natal. En ese teatro, cerrado desde hace mucho tiempo, con los muros resquebrajados, como el cine de Giancarlo en la película de Tornatore, Sabina conecta memoria y presente brindándonos una esplendorosa versión de Cuando era más joven.

En relación con este precioso tema sabinero, Sintiéndolo mucho nos lleva a la estación de tren de Linares-Baeza, ahondando en la importancia de los trenes en el cancionero de Sabina, que desde su juventud asociaba a los ferrocarriles con sus sueños.

Como puntos más endebles del documental está la excesiva duración de las secuencias taurinas, en detrimento de otros posibles puntos de interés de la carrera de Sabina, como podía haber sido su conexión con la poesía de Ángel González y Luis García Montero.

El final del documental, la grabación de la canción que da nombre al documental —bellísima, por cierto—, en compañía de Leiva, tiene algo de forzado, de artificioso, en contraste con la sencillez y la naturalidad que habían presidido el conjunto de Sintiéndolo mucho.

Asimismo, no estoy de acuerdo con la vinculación de las drogas a la creatividad artística que se plantea en algunos momentos del documental, porque considero que las drogas no crean nada, sino que destruyen o pueden destruirlo todo. Sabina ha creado varias canciones inmortales por su talento y laboriosidad.

Con todo, Sintiéndolo mucho se revela como un trabajo meritorio, imprescindible para descubrir la amplitud musical y vital de Joaquín Sabina. Firmada por Juan Ramon Gabriel. Revista Encadenados