CRÍTICA DE CINE

Todo a la vez en todas partes: Viajes multiversales en sintonía

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Todo a la vez en todas partes

Cartelera España 3/02/2023  

Título original

Everything Everywhere All at Once
Año
Duración
139 min.
País
 Estados Unidos
Dirección

Dan KwanDaniel ScheinertDaniels

Guion

Dan Kwan, Daniel Scheinert, Daniels

Música

Son Lux

Fotografía

Larkin Seiple

Reparto

Michelle YeohKe Huy QuanJamie Lee CurtisStephanie HsuJames HongTallie MedelHarry Shum Jr.Jenny SlateAnthony MolinariAudrey Wasilewski, ver 9 más

Compañías

A24, AGBO, Hotdog Hands, Ley Line Entertainment, Year of The Rat, IAC Films. Distribuidora: A24

Género
ComediaAcciónCiencia ficciónFantástico | FamiliaArtes marcialesViajes en el tiempo
Sinopsis
Cuando una ruptura interdimensional altera la realidad, Evelyn (Michelle Yeoh), una inmigrante china en Estados Unidos, se ve envuelta en una aventura salvaje en la que solo ella puede salvar el mundo. Perdida en los mundos infinitos del multiverso, esta heroína inesperada debe canalizar sus nuevos poderes para luchar contra los extraños y desconcertantes peligros del multiverso mientras el destino del mundo pende de un hilo. 
 
CRÍTICA

Altas dosis de imaginación caracterizan este filme de Dan Kwan y Daniel Sheinert. Ritmo vertiginoso que nos sumerge en imágenes de constante confusión. Realidad alterada por una vorágine de situaciones fragmentarias donde se vinculan elementos subjetivos y colectivos de diversa naturaleza.

Una comedia un tanto excedida de metraje, recién en los últimos 50 minutos comienza a orientarnos acerca de qué va la cosa con Evelyn, hiperdinámico personaje encarnado con maestría por Michelle Yeoh, quien este domingo 12 de marzo disputára el Oscar con Cate Blanchet, la favorita por Tar (Todd Field, 2022).

A pesar de su aparente facilismo caótico, Todo a la vez en todas partes no deja de ser una reflexión sobre la existencia; la circulación de ideas trasciende los lugares comunes de una trama que combina la comedia con pasajes del cine de artes marciales y toques de ciencia ficción, que juega con viajes y traslados multidimensionales. La mente es vehículo de acceso a la experiencia en zona atemporal donde, pasado, presente y futuro, conviven en interacción; un reservorio de experiencias empuja la vida en diversas direcciones.  Posibilidades fantásticas en un mundo que nos invita a reflexionar sobre nuestras vidas desde los resbaladizos terrenos de lo virtual: un juego mental de posibles al mismo tiempo.

Evelyn  Wang (inmigrante china), además de atender una lavandería, debe lidiar con un montón de problemas domésticos. Repentinamente, es introducida por su marido en un mundo de alternativas varias, se abren puertas a la posibilidad de “vivir” existencias alternas relacionadas con su propio mundo interno. El desenlace será menos importante que el camino, quizá, un poco por aquello de la vida como tránsito más que como consecución de metas.

El drama se desplaza bajo la comedia para recién asomar la cabeza en un desenlace capaz de albergar la tolerancia necesaria que irrumpe en medio de lugares comunes: el amor lo puede todo. Pero, no es lo importante, el valor está en el desarrollo, lo que nos deja tras de sí la sucesión de escenas vertiginosas, no hay respiro para la mente en acción, sus plenas funciones recursivas transitan por accesos que, en el fondo, intentan salvar la familia y las relaciones humanas.

Filme que trata del desorden al que se encadena un sufrimiento cotidiano; transformado en rutina, genera lejanía de posibilidades y discordia en la aceptación de la diferencia. Desde lo inadvertido, pero común, impecables puestas en escena señalan con contundencia el caos. Aunque no lo sepamos, todos estamos en el mismo barco, ni siquiera viajamos, simplemente estamos.

La vorágine de la vida se desparrama en una rosquilla atada a sentidos tentativos, la adolescencia en plena búsqueda inútil, algo que no existe de por sí fuera de nuestras ansias por encontrarlo. La diversidad se despliega a la caza de recursos para detener el caos. Es la inmensa metáfora que se explaya punto a punto en medio de artes marciales y saltos multiversales constantes. La lucha entre el bien y el mal es la lucha por restablecer un orden cimentado en la coherencia de la unión, el reconocimiento de que lo mismo está en todos y todos somos lo mismo.

El reordenamiento consiste en el acercamiento por un reconocimiento y colaboración con el otro. El conflicto no deja ver el origen del caos. La batalla es por reencontrarse, con uno mismo y los demás, apelando a recursos universales. Evelyn será el nexo, los descubrimientos se harán poco a poco, las realidades son atinentes a los universos que se recorren, no más allá de ellos; no obstante, las situaciones compartidas se nutren de realidades virtuales en una reatroalimentación útil al descubrimiento. Joy es Jobu Tupaki, representación del sinsentido caótico como analogía del mal, rebeldía anclada en guías, cuestionamientos y exigencias por fuera de necesidades propias, no por ello más reales, pero sí, más urgentes y configuradoras de sentido en la individualidad.

Evelyn realiza un proceso multiversal de reconocimientos y aprendizajes, un viaje en tiempo y espacio en compañía, formas que requieren un ajuste de sintonía que juega en lo propio y ajeno. El entenderse desde otros lugares para entender al otro y alcanzar la armonía: el bien. Todo mezclado en batallas que desafían encuentros con poderes desconocidos.

Jobu Tupaki representa el mal, pero no en las condiciones habituales, violatorias de principios morales, donde prevalece lo inaceptable de la cultura, sino en la circunstancia de concentración en modos vitales no significados desde el reconocimiento personal. Son manejados como prueba de un vale todo destructor de relevancias. Lo que está en riesgo es la vida como sentido en sí, la posibilidad de existencia justificada. La moral transita por ausencia de reglas que trasladan el poder a una entidad refugiada en el prototipo de la adolescencia juzgada y controlada. La rosquilla de Jobu Tupaki es el veneno de la civilización que desarticula la vida en sus posibilidades a partir de la familia como núcleo. Por eso, el ejemplo es Evelyn con sus allegados, Joy pasa a ser la herramienta para el descontrol, el emergente, prototipo ejemplar del caos.

Proliferan los símbolos de transgresión en el rito de pasaje, es la vulneración de lo preestablecido, el acceso al vale todo desde el orinarse, el sentarse sobre un objeto punzante, el defecar, todos actos violatorios de normas morales vinculadas a prejuicios sociales y reglas de convivencia. El viaje multiversal requiere de comportamientos “raros” y ruptura del orden; ingreso a posibilidades censuradas y no contempladas desde la realidad social. En la infracción está la comprensión, debemos contactar con la transgresión para acceder a mundos donde lo posible no tiene límites, porque, justamente, la incomprensión proviene del marco cerrado de las concepciones aceptadas desde la cultura.

Los multiversos son estados mentales profundos, demuestran que todo está en nosotros. Abren la posibilidad a transformaciones; soluciones, no exentas de esfuerzo, deben ser buscadas en nuestro interior. Duras batallas personales serán necesarias. Es la esencia del cambio, el esfuerzo que nos permite mejorar para que la sociedad mejore.

Reorganización de adentro hacia afuera, uno debe primero luchar con los propios fantasmas para luego presentarse  de forma diferente hacia el mundo y los demás, y así, contribuir a algún tipo de transformación en los otros.

 Aun cuando los planteos están suficientemente claros, la película exagera el clima de batalla y hasta se extiende un poco en el metraje, un plus que empuja el contenido hacia el necesario gancho comercial que asegure un buen caudal de espectadores. Recomendable por su interesante diseminación de ideas; a partir de una edición dinámica, nos mantiene de salto en salto en medio de una vorágine de sucesos solo desconectados en apariencia.

Se estrenó en Uruguay el pasado 23 de febrero.