viernes. 29.03.2024
CRÍTICA DE CINE

Bienvenidos a Grecia: Crisis, ¿qué crisis?

No deja de resultar algo extraño que esta Bienvenidos a Grecia que ahora nos ocupa tan sólo se haya estrenado en dos países hasta la fecha: Alemania (se trata de una producción germana) y España. El resto del mundo parece que no se ha interesado en adquirir una película de condición tan localista. 

 

238955.jpg-r_1920_1080-f_jpg-q_x-xxyxxComedia | 89 min. | Alemania 2015

Título: Bienvenidos a Grecia

Título original: Highway to Hellas.

Director:Aron Lehmann.

Guión: Aron Lehmann.
Actores: Christoph Maria Herbst, Adam Bousdoukos, Akilas Karazisis.
Estreno en España: 22/04/2016 
Productora: Pantaleon Films.

Distribuidora: Emon.

 

Sinopsis

Jörg Geissner trabaja para un banco alemán que va a financiar la construcción de un hospital y una planta energética en Paladiki, una pequeña isla griega. El banco, ante las dudas y recelos que le genera todo lo relacionado con Grecia y los griegos, envía a Jörg a controlar sus inversiones. Éste, al llegar a su destino, se da cuenta que no hay nada construido. Lo que para Jörg comienza como un terrible viaje a un lugar remoto donde todo son problemas y malas noticias, con el paso de los días y el contacto con los habitantes de Paladiki Jörg cambiará su opinión sobre Grecia y los griegos.

Crítica

No deja de resultar algo extraño que esta Bienvenidos a Grecia que ahora nos ocupa tan sólo se haya estrenado en dos países hasta la fecha: Alemania (se trata de una producción germana) y España. El resto del mundo parece que no se ha interesado en adquirir una película de condición tan localista. Pero nosotros, que somos más papistas que el Papa, vamos a intentar tirar del filón de Ocho apellidos vascos hasta que no quede gota.

Bebiendo de la seminal Bienvenidos al Norte, aquella grata sorpresa que nadie se esperaba y que resultó un auténtico taquillazo en Francia, la fórmula sigue siendo exactamente la misma: coges a un individuo algo estirado y aburrido que vive en una gran capital, y te lo llevas a la periferia para que lidie con pueblerinos con modales algo menos afectados. Del contraste de caracteres y costumbres se van alimentando todas estas propuestas que tan sólo en nuestro país ya han dado para un par de películas y series de televisión (por no hablar del resto de Europa, donde raro es el país que no haya calcado el guion adaptándolo a su propio folklore.

Aquí se trata de enfrentar a un estirado y pulcro banquero alemán con un grupo de desaliñados habitantes de en una idílica isla cercana a Mikonos.

Aquí, con la excusa de la crisis griega, se trata de enfrentar a un estirado y pulcro banquero alemán con un grupo de desaliñados habitantes de en una idílica isla cercana a Mikonos. El buen hombre tan sólo va a comprobar que la inversión que su banco realizó en su día para la construcción de un hospital y una central térmica se había llevado a buen efecto, aunque si el resultado fuera el contrario poder también revender sus posesiones a terceros para convertir el edén en un paraíso artificial para turistas. 

La vida en la ciudad tiene ventajas, pero también inconvenientes frente a la vida del campo.

Por supuesto los griegos, alertados de las intenciones de colonización por parte de los poderosos, harán todo lo posible para que la transacción no llegue a buen puerto, y para ello se dedicarán a obstaculizar y confundir al atribulado protagonista de la acción. Éste, que tampoco necesita mucho para animarse, poco a poco comenzará a entrar en sintonía con la pachorra y la buena vida que se pegan en tan aconsejable lugar, replanteándose la eterna lucha entre ocio o negocio. Para acabar de rematar el desaguisado, conocerá a una tremenda lugareña de la que se encaprichará perdidamente, poniendo patas arribas todas sus convicciones vitales.

A fin de cuentas se trata de la enésima revisión de aquella obra escrita en 1539 por Fray Antonio de Guevara titulada Menosprecio de corte y alabanza de aldea,  de donde nació tópico literario que supone estar en contra de la vida de la ciudad y, en cambio, hablar positivamente de la vida en pueblos o lugares de tamaño reducido.

La vida en la ciudad tiene ventajas, pero también inconvenientes frente a la vida del campo; según a quien preguntemos se mostrará más predispuesto a una o a otra y tendremos opiniones para todos los gustos. Este tópico literario responde al criterio de los que huyen del estrés urbano, de sus prisas, de su intenso tráfico, de su contaminación e incluso, llevado al extremo, de la tecnología; por el contrario, son estos los que preferirán una vida pausada, en armonía con la naturaleza y con sus vecinos.

En consecuencia, después de una serie de peripecias humorísticas más o menos afortunadas y de un par de tiernas escenas de reconciliación, todos acabarán remozados (y remojados) en alegría y algarabía dejando atrás cualquier dificultad de las que se cuecen en los enjambres cosmopolitas.

 Entre el elenco actoral que participa en la peripecia vale la pena destacar la presencia del actor germano de ascendencia griega Adam Bousdoukos, actor fetiche de la época dorada del furibundo director turco Faith Akin, con quien participó en cintas tan recomendables como Contra la pared (2004) y Soul Kitchen (2009), donde también se hablaba de diferencias culturales (en este caso turcos y alemanes) pero desde un punto  de vista bastante más dramático y visceral.

En definitiva, una comedia afable con la que se puede llegar a esbozar alguna sonrisa, pero que desde luego no admite segundas lecturas. Lo mejor, desde luego, las localizaciones, simplemente espectaculares. Desde luego ni el equipo técnico ni el artístico deben haber sufrido mucho a la hora de rodar, y es que dan ganas de pillar las maletas e irse a pasar unos días a base de musaka, yogur y sirtaki.


Bienvenidos a Grecia: Crisis, ¿qué crisis?