CRÍTICA DE CINE

El bosque de los suicidios: Terror que brilla por su ausencia

El bosque de los suicidios es un thriller estadounidense con elementos supuestamente terroríficos "basado" sin acreditar en un cómic escrito, ojo al dato, por el editor y guionista español conocido como El Torres y dibujado por Gabriel Hernández. 

Terror | 93 min. | USA 2016

Título: El bosque de los suicidios. 
Título original: The Forest.
Director: Jason Zada.
Guión: Nick Antosca, Sarah Cornwell.
Actores: Natalie Dormer, Eoin Macken, Stephanie Vogt. 
Estreno en España: 26/02/2016 
Productora: Lava Bear Films, AI Film.

Distribuidora: Sony Pictures Spain.

 

 

Sinopsis

Sara es una chica estadounidense que busca a su hermana gemela desaparecida en el bosque Aokigahara, a los pies del Monte Fuji en Japón. A pesar de las advertencias de todo el mundo para que no entre en el bosque, la joven acaba yendo para descubrir la verdad sobre lo sucedido y averiguar el destino de su hermana. Sin embargo, se tendrá que enfrentar a almas atormentadas y muertos que se aprovechan de cualquier persona que vaga por ese bosque. 

Crítica

No deja de ser curiosa la coincidencia de que dos actrices que se han hecho populares gracias a la exitosa serie de televisión Juego de Tronos, Natalie Dormer y Hannah Murray (quienes dan vida respectivamente a Margaery Tyrell y Gilly) cuenten entre sus últimos trabajos con dos películas de temáticas tan similares que parecen gemelas. En ambas dan vida a dos mujeres que, por oscuras circunstancias, se ven obligadas a adentrarse en un siniestro bosque donde la gente penetra con el único fin de acabar con su vida. Y aunque puede parecer mentira hasta sus personajes se llaman igual: Sara. 

En el film se repiten todos los recursos propios de aquellas míticas películas de terror autóctonas conocidas como J-horror 

La película de Murray es la producción británica Bridgend, y tuvo su puesta de largo en nuestro país durante la pasada edición del Festival REC de Tarragona. Allí se explicó la imposibilidad de poder estrenar el film en todo el Reino Unido debido al miedo que se tenía por parte de las autoridades de que se extendiera el vicio de ir a suicidarse a la localidad que da título a la película. Por ahora que se sepa tampoco ninguna distribuidora española se ha interesado por sumarla a su cartera de estrenos, así que tiene todos los números para pasar a formar parte de ese cine invisible que nunca llega a asomarse a nuestra cartelera. 

En cuanto al segundo largometraje, que sí se estrena esta semana entre nosotros distribuida por una major como Sony Pictures, se trata de El bosque de los suicidios (The Forest), un thriller con elementos supuestamente terroríficos basado (sin acreditar) en un cómic escrito, ojo al dato,  por el editor y guionista español conocido como El Torres y dibujado por Gabriel Hernández: El bosque de los suicidas, publicado en 2011 por la editorial Dibbuks. 

La película cuenta la siguiente historia: Aokigahara es un bosque situado a las afueras de Tokyo que cuenta con el privilegio de ser el lugar del mundo con una mayor tasa de suicidios.

Las leyendas cuentan que los espíritus de los que allí se suicidaron aún deambulan por el lugar. La acción nos presenta a Alan, un americano que está inmerso en una relación poco sana con una chica y al guarda bosques del lugar, que es el encargado de retirar los cuerpos de las personas que se quitaron la vida allí. Los destinos de ambos se entrecruzan y puede que los espíritus con sed vengativa tengan algo que decir sobre el futuro de ambos.

El concepto de un extraño en tierra extraña tratando de sobrevivir ante lo inhóspito resulta un punto de partida atractivo. 

El hecho de que el grueso de la trama ocurra en tierras niponas da pie al director de la cinta, el debutante Jason Zanda, a utilizar todos los recursos propios de aquellas míticas películas de terror autóctonas conocidas como J-horror que conocieron un sonado boom en todo el mundo a finales de siglo XX y principios de siglo XXI.

Allí quedaron clásicos del susto morrocotudo como Audition, Dark Water, The Ring o Una llamada perdida y directores como Hideo Nakata, Takasi Miike o Kiyoshi Kurosawa, que consiguieron fama y prestigio con este tipo de producciones (por cierto que el nombre de Nakata apareció como posible primer director para la adaptación que ahora nos ocupa) y aquí se van repitiendo de forma metódica y para nada original pasajes idénticos de aquellas obras de culto: fantasmas femeninos melenudos (conocidos como yurei) que aparecen cuando menos te lo esperas para hacerte partícipe de su tormento: leyendas urbanas que ponen los pelos de punta; atmósferas inquietantes y lugares siniestros, secretos del pasado que salen a la luz de forma traumática… .  

El desarrollo argumental se sigue con interés, e incluso la forma de filmar de Zanda resulta atrayente por su capacidad de crear una atmósfera insana y desasosegante acentuada por una cuidada y equilibrada utilización tanto de los espacios abiertos (el bosque) como de los cerrados (la cabaña donde se acaba descubriendo todo el pastel). El concepto de un extraño en tierra extraña tratando de sobrevivir ante lo inhóspito de la cultura extranjera también resulta un punto de partida atractivo.

Pero todo hace aguas cuando se intenta insuflar un mínimo de personalidad y empaque a la propuesta. Los actores no son precisamente un dechado de virtudes y sus caracterizaciones lucen bastantes planas, lo que se traduce en que en ningún momento se pueda empatizar con ellos, y todo aquello que debería conducirnos al horror lo hace más bien al jolgorio y a la chirigota. 

Los más asustadizos no tienen nada que temer. Aunque se hable de que estamos ante una película de terror el único sudor frío que nos puede recorrer el cuerpo dependerá de lo fuerte que el cine tenga puesto el aire acondicionado. Si se puede definir esta película con tan sólo una palabra, esta podría ser desorientación, tanto para los personajes que se pierden en el bosque buscando una salida desesperada entre tanto cadáver y espectro suelto, como para los sufridos espectadores que no acaban de entender como la conveniencia narrativa les puede llegar por terrenos tan yermos de ideas.

En definitiva, una propuesta que se encalla en su enfoque de terror básico y nada inspirado. Queda claro que si el reparto no estuviera encabezado por una de las actrices más reconocidas de Juego de Tronos, El bosque de los suicidios no hubiera conocido estreno en nuestros cines, y a lo mejor podría haberse distribuido directamente en formato doméstico.