CRÍTICA DE CINE

Canallas: Fatigosa carrera por la calle de la pantomima

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Canallas

Cartelera España 1 de abril

Título original

Canallas
Año
Duración
96 min.
País
 España
Dirección

Daniel Guzmán

Guion

Daniel Guzmán

Música

Vicente Ortiz Gimeno

Fotografía

Ibon Antuñano

Reparto

Joaquín GonzálezLuis TosarDaniel GuzmánLuis ZaheraJulián VillagránMiguel HerránAntonio DuránMaría Jesús HoyosGerard Torres

Productora

Movistar+, El Niño Producciones, La Canica Films, ZircoZine. Distribuidora: Movistar+, Universal Pictures

Género
Comedia
Sinopsis
Joaquín, Brujo y Luismi, tres canallas de barrio, vuelven a encontrarse después de veinte años. Brujo y Luismi siguen sin oficio pero con algún que otro beneficio, mientras que Joaquín se ha convertido en un importante empresario. O eso cree él. A sus 47 primaveras sigue viviendo en Orcasitas, en casa de Esther, su madre, junto a Brenda, su hija, campeona de yo-yó, y Chema, su hermano, soldador y maestro ¨Wing-chun¨. Joaquín vive en un 9ºB, a nueve pisos de su realidad, y un día recibe la notificación del juzgado informándoles del embargo de la casa por un préstamo de Joaquín que Esther avaló. Intentará conseguir el dinero necesario para evitar el desahucio, pero las brillantes ideas de Brujo y Luismi acabarán hundiendo a Joaquín aún más en la miseria. Los tres amigos iniciarán entonces una aventura desesperada para solucionar el problema, arrastrando con ello a toda la familia.
 
CRÍTICA

Después de su estreno en el largometraje en 2015 con la exitosa A cambio de nada, el coming-of-age dramático de un chaval de barrio en situación familiar complicada, la nueva película de Daniel Guzmán puede parecer un giro considerable en su filmografía, pero Canallas comparte más de lo que aparenta con su debut. Cierto es que el madrileño se abraza por completo a la comedia –que en A cambio de nada era dosificada-, pero la narración continúa instalada en ese retrato de la clase obrera española en la periferia, donde la vida pasa entre colmenas de viviendas, apuros económicos, convivencias familiares y lazos de amistad perennes ante la adversidad.

Pero si bien en la ópera prima teníamos como protagonista a un adolescente en proceso de crecimiento personal, aquí tenemos a un cincuentón inconsciente de su fracaso que se esconde en una falsa proyección de triunfador. Un personaje fantasma e incompetente que, en su exageración, es reconocible en una cotidianidad bien extendida, no solo en un sector social que aspira a ascender. Es tan corriente su figura que hasta el film, en un principio, iba a llevar por título “Joaquín González”, el nombre real del actor no-profesional que lo interpreta. De hecho, para conseguir ese factor común en el ambiente, Guzmán ha vuelto a confiar en alguien desconocido –y su núcleo familiar-, para encarnar a este antihéroe ordinario y a su familia de Orcasitas.

No obstante, esta vez las intenciones del director viran más hacia el entretenimiento popular situando a este Joaquín González en una trama picaresca que va escalando en locura y coqueteando con el género mafioso y de estafas pasado por el filtro cañí. Teniendo claro esto, Guzmán introduce más mecanismos de la ficción que en A cambio de nada y, por ello, en contraste con los actores noveles, pone a su lado profesionales de la talla de Luis Tosar o Luis Zahera –ambos exponentes de una creíble conjunción de dureza masculina y vis cómica-, reservándose incluso el rol de uno de los amigos de Joaquín para sí mismo. Con esta dualidad de intérpretes, el cineasta establece una realidad desorbitada por la ficción, o una ficción con muchas brochas de realidad.

Manteniéndose en estos parámetros que Guzmán conoce, es evidente que en estos elementos hay un cierto riesgo que se escapa de la fórmula, y Canallas se esfuerza por, dentro de este género canónico del cine español, aportar algo nuevo. Y, pese al intento, el resultado no logra todo el tiempo ser lo fresca que quiere ser porque parte de su humor está anclado en un pasado superado. Se entiende que el humor de cuñados es inherente a la caracterización de estos canallas y que existe una tímida voluntad crítica con él, pero la compensación cómica de mayor elaboración que se debe al espectador no llega en las mismas cantidades, con lo cual se retiene más en la memoria los gags básicos que los golpes más lúcidos, en parte porque se reitera en varios diálogos.

Canallas cae también en el mal vicio de proporcionar acciones y bromas por doquier en todos sus minutos que, unido a una historia de suma de deudas inasumibles que se va embrollando, agotan su fórmula, convirtiéndola en un film extenuante en sus 90 y escasos minutos.

Con el bombardeo de guasas, por probabilidades uno ríe más de una vez con la cinta, pero lamenta que con una premisa simpática y unos valores auténticos que dan un toque de distinción a la propuesta como es la familia González -donde sobresale la matriarca Esther, recientemente fallecida en la vida real-, Guzmán no lime mejor su humor ni tampoco cierre satisfactoriamente las tramas que establece, en un film que se ahoga por amontonamiento. Un estimable ensayo que, con sus cualidades, conforma un paso atrás respecto al sitio de donde el director venía.