viernes. 19.04.2024
CRÍTICA DE CINE

Capitán Kóblic: Pueblo pequeño, infierno grande

A Ricardo Darín los papeles de hombre atormentado por su pasado le van como anillo al dedo. Aquí da vida a un militar perseguido que se ve en la obligación de refugiarse en un pequeño pueblo ante el acoso de sus superiores, quienes le buscan de manera afanosa para que purgue por su negativa de participar en las sangrientas prácticas derivadas de la dictadura argentina.

cartelDrama | 92 min | Argentina-España 2016

Título: Capitán Kóblic. 
Título original: Kóblic.
Director: Sebastián Borensztein.
Guión: Sebastián Borensztein, Alejandro Ocón.
Actores: Ricardo Darín, Oscar Martínez, Inma Cuesta. 
Estreno en España: 17/06/2016 
Productora: Pampa Films / Palermo Films 

Distribuidora: DeA Planeta.

 

 

Sinopsis

Tomás Kóblic es un ex capitán de la Armada que en tiempos de la última dictadura argentina, era participe de “los vuelos de la muerte”, denominados así porque arrojaban vivos a los detenidos-desaparecidos al Río de la Plata. Abandonará informalmente su carrera militar para refugiarse en Colonia Helena, donde la única ley que impera es la del comisario Velarde, un delincuente con uniforme policial, líder de una banda de robo de ganado, y oscuros vínculos con jerarcas militares.

Crítica

A Ricardo Darín los papeles de hombre atormentado por su pasado le van como anillo al dedo. Aquí da vida a un militar perseguido que se ve en la obligación de refugiarse en un pequeño pueblo ante el acoso de sus superiores, quienes le buscan de manera afanosa para que purgue por su negativa de participar en las sangrientas prácticas derivadas de la dictadura argentina.

Un primer plano de Kóblic  al comienzo del film expresa gracias al talento enorme del protagonista, toda la tensión y la angustia de un hombre que sabe se enfrenta a algo más grande que él. Es un piloto de avión durante la dictadura militar y ha tomado una decisión que lo obliga a abandonar la fuerza y huir a un pueblo olvidado, dejando absolutamente todo atrás, encontrando refugio trabajando en el pequeño hangar de un viejo amigo de él, como lo había sido también de su padre.

 

La gracia del asunto es la de que en ese minúsculo espacio va a hallar un infierno igual o más grande que el que está viviendo, personificado en la figura de una especia de sheriff corrupto que hace la vida imposible a todos los habitantes. Los dos personajes extremos se conocerán, se odiarán y acabarán enfrentándose con un aroma a western crepuscular que da empaque a un conjunto bastante estimable. 

La película es tan árida y dura como los paisajes por donde transita.

La película es tan árida y dura como los paisajes por donde transita. Diálogos mínimos y silencios que se pueden cortar con un cuchillo son las constantes de una producción a contracorriente de todos esos ejercicios ruidosos y parlanchines que caracterizan la mayoría de películas argentinas actuales. Aquí no se trata de psicoanalizar lo divino y lo humano mediante la perorata sin fin, sino de marcar unos caracteres forjados a sangre y fuego por las huellas de un pasado que se hace presente en cada fotograma. 

 Las directoras meten a sus conejillos de india en una casa  de la Costa Brava y en la convivencia acaba por explotar el conflicto

El conflicto está servido entre alguien que acumula mucha rabia e impotencia interior y un malo de los de toda la vida, un villano antológico al que interpreta de forma magnífica un inconmensurable Oscar Martínez, en un rol que le ha valido el reconocimiento en forma de premios en un montón de Festivales donde ya se ha podido ver el film. La matización de su personaje es perfecta; consigue que desde su primera aparición le odiemos con todas nuestras fuerzas. Un auténtico energúmeno con todas las de la ley al que no le temblará el pulso a la hora de cometer atrocidades con tal de desenmascarar al impostor.

Capitán Kóblic : Foto Inma Cuesta, Ricardo Darín

El público español también quedará boquiabierto ante la magnífica adecuación al acento argentino de nuestra Inma Cuesta, que parece y aparece en pantalla como una pampera de las de toda la vida. Ella dará pie, como no, a los momentos más románticos de la trama, quizás las situaciones menos agraciadas de todo el metraje, ya que se tira de vademécum y lucen como demasiado precipitadas (a los diez minutos de conocerse ya se están dando el primer pico, en un alarde de amor a primera vista demasiado sospechoso).

En ocasiones parece que nos hallemos ante un film de época, dada la muy correcta puesta en escena que reproduce con fidelidad pasmosa esos años 70 de pantalones de campana, estampados psicodélicos y bigotes frondosos. Un momento capital en la historia de Argentina por la agobiante represión a la que sometía la dictadura del general Videla autodenominada Proceso de regeneración nacional, una época negra en la que cualquier atisbo revolucionario era mitigado con mano dura y sangrienta. 

Capitán Kóblic : Foto Ricardo Darín

La mirada de Darín, tan difícil de sostener como siempre, simboliza a la perfección esa época de dolor y de ausencia. Y si encima tiene a mano un antagonista que da la talla como es el caso pues mejor que mejor. Quizás se eche un poco en falta un poco más de nervio en algunas escenas que lo necesitaban, pero en definitiva estamos ante un drama fronterizo que exige ser mascado como ese tabaco que escupían los pistoleros de toda la vida antes de empezar a repartir estopa a diestro y siniestro con su revólver.  

Podríamos concluir aventurándonos a decir que Capitán Kóblic es como una película de Charles Bronson pero con pedigrí. Se impone lo bruto pero matizado, con momentos para la reflexión y el estallido de la violencia en su justa dosis. 


Capitán Kóblic: Pueblo pequeño, infierno grande