CRÍTICA DE CINE

La Caída Del Imperio Americano: Un rayo de esperanza

El cineasta quebequés Denys Arcand (La edad de la ignorancia, Las invasiones bárbaras) escribe y dirige este filme que protagonizan Alexandre Landry (Lost Generation), Maripier Morin (Le jeu), Rémy Girard (Patinazo a la gloria) y Maxim Roy (Desaparecida).

Thriller| 128 min. |Canadá| 2018

Título: La Caída del Imperio Americano.
Título original: La Chute de l’Empire américain.

Director: Denys Arcand.
Guión: Denys Arcand.

Intérpretes: Alexandre Landry, Maripier Morin, Rémy Girard, Louis Morissette.

Estreno: 29 de marzo.
Productora: Cinémaginaire Inc.

Distribuidora: Wanda Vision.

 

Sinopsis

Pierre-Paul Daoust (Alexandre Landry) es un intelectual en la treintena, que tiene un doctorado en Filosofía pero que se ve obligado a trabajar como repartidor para poder vivir decentemente. Un día, mientras reparte un paquete, se ve envuelto en un atraco que acaba mal: dos muertos y bolsas por el suelo repletas de millones. Pierre-Paul se enfrenta a un dilema, ¿irse con las manos vacías o coger el dinero y huir?

Crítica

En 1986 yo ya escribía para La Vanguardia, pero la crítica de El declive del Imperio Americano, del canadiense Denys Arcand, la hizo José Luís Guarner. De todos modos, me acuerdo muy bien de esa película, divertida y ácrata, libre y progresista, hablada en el francés quebequois tan peculiar y distinto del francés de la metrópoli (¿tendrán que pedir perdón los franceses por la conquista del Canadá?, buena pregunta). La historia de El declive ... era la de los hombres y mujeres que en ese momento teníamos treinta años. Cuatro profesores universitarios se reunían en una casa para preparar una cena, mientras sus cuatro invitadas y amigas, se preparaban para esa cena. Unos y otros hablaban sin parar del mundo, del sexo, de las relaciones hombre/mujer, y cuando acababan juntos, los temas dejaban de ser superficiales en medio de un ambiente de amistad y discusión. Era una película de las que se llaman generacionales.

Film con final feliz que cierra este retrato de los últimos treinta años con un rayo de esperanza.

Quince años después, Arcand recuperó a sus protagonistas y los volvió a reunir en Las invasiones bárbaras, un film mucho más profundo que el anterior. No en balde tanto el director como los actores (como los espectadores de ambas) eran adultos con una vida detrás. Vi Las invasiones bárbaras en el Festival de Cannes y me gustó mucho. Mejor dicho, me afectó mucho. He recuperado lo que escribí en Fotogramas de este film porque me parece que sigue estando vigente: “Continuación quince años después de la película El declive del imperio americano, en esta ocasión los mismos actores se reúnen alrededor del lecho de muerte de uno de ellos para constatar que los bárbaros han llegado a nuestras puertas. Un padre y su hijo, un viejo profesor universitario, socialista, libertario y vital frente a un joven broker capitalista puritano y reprimido, son el hilo conductor de una historia de reconciliación que acaba encontrando un espacio de convivencia. Arcand no juzga a sus personajes, ni al hijo que compra con el dinero el bienestar de su padre en sus últimos días, ni al padre que acepta este regalo sin arrepentirse de lo que ha hecho en su vida. 

Los bárbaros acabaron con la civilización romana, como los nuevos bárbaros han acabado con un mundo más tolerante, más libre, más civilizado y solidario que ha desaparecido definitivamente del mapa”. Recuerdo también la sorpresa que me produjo la lectura negativa que hacía en el festival gente mucho más joven que yo que despreciaba la figura del padre al que acusaban de inmoral y que despreciaba también la figura del hijo despachándolo con el insulto de nuevo rico. La incapacidad de este tipo de personas de aceptar la libertad de uno y la generosidad del otro, me produjo más tristeza y preocupación que todo el festival junto. Sobre todo al constatar que una de las conquistas de mi generación, la tolerancia en los comportamientos sexuales, había desaparecido del todo, y al darme cuenta de que se seguían manteniendo clichés que afirman que el que tiene dinero es malo por fuerza.

Otros quince años mas tarde, Denys Arcand ha completado la trilogía con el film que se estrena esta semana, La caída del Imperio Americano. En esta ocasión no cuenta con los mismos personajes, aunque si con un actor fetiche de las anteriores, que aquí encarna a un ladrón inteligente y ácrata que sabe aprovecharse de los entresijos del mundo capitalista para burlarse de una sociedad conformista, adormecida y dependiente de la cultura del imperio americano. Arcand construye una historia en la que deja claro que la inteligencia no es una buena presentación para triunfar ni en política ni en los negocios (impresionante primera secuencia, toda una declaración de principios). Pero si esa inteligencia se usa adecuadamente, y se combina con las cualidades de un pequeño grupo de marginados de distinta índole, se puede conseguir romper todas las situaciones. El protagonista podría ser un hijo de los personajes deEl declive…, un hijo con más problemas para integrarse en la sociedad que el de Las invasiones bárbaras, pero con las mismas ideas que impulsaban a Remy y sus amigos en las anteriores historias.

Pierre-Paul es en una especie de Robin Hood que reúne a su alrededor una pequeña banda de indignados por una u otra razón y entre todos consiguen, no solo eludir el castigo de la ley por el robo perfecto, sino imponer unas reglas nuevas. Film con final feliz que cierra este retrato de los últimos treinta años con un rayo de esperanza. Al menos yo quiero verlo así. Frente a la decadencia del capitalismo salvaje (los chinos, los rusos, los que no tienen patria) se puede plantar cara con la inteligencia, la solidaridad y la capacidad de escapar de sus controles (morales, políticos y económicos). Núria Vidal.