CRÍTICA DE CINE

Descontroladas: No te rías que es peor

Una actriz como Goldie Hawn, que regresaba a la gran pantalla tras un largo paréntesis de quince años en el transcurso de los cuales solo se le conocieron un par de apariciones catódicas en sendas series, merecía mejor suerte y un producto más digno que esta Descontroladas que ahora nos ocupa. 

Comedia| 91 min. | USA 2017

Título: Descontroladas.
Título original: Snatched.
Director: Jonathan Levine.
Guión: Kim Caramele, Katie Dippold, Amy Schumer.
Actores: Amy Schumer, Goldie Hawn, Christopher Meloni, Ike Barinholtz.

Estreno en España: 11/08/2017 
Productora: 20th Century Fox Film / Chernin Entertainment / Feigco Entertainment

Distribuidora: Fox Spain.

Sinopsis

Incitada por su novio, Emily convence a su madre para ir a un viaje juntas a Ecuador. Pero una vez allí ambas mujeres son secuestradas, comenzando una aventura salvaje en el que su vínculo como madre e hija se fortalecerá mientras intentan escapar. 

Crítica

Una actriz como Goldie Hawn, que regresaba a la gran pantalla tras un largo paréntesis de quince años en el transcurso de los cuales solo se le conocieron un par de apariciones catódicas en sendas series, merecía mejor suerte y un producto más digno que esta Descontroladas que ahora nos ocupa. No es que la actriz fuera la quintaesencia de la interpretación pero sí es cierto que alcanzó fama y reconocimiento (sobre todo en la taquilla) en entretenidas películas setenteras y ochenteras como Loca evasión (dirigida por un primerizo Steven Spielberg); Shampoo o La recluta Benjamín. Desde entonces su carrera se convirtió en una acumulación de trabajos mediocres de los que solo se fueron salvando algunos títulos aislados como La muerte os sienta tan bien, de Robert Zemeckis o las comedias junto a Steve Martin Esposa por sorpresa o Forasteros en Nueva York.

La estrella absoluta de la función, sin embargo, es la humorista y monologuista Amy Schumer, instalada en el Olimpo de los Dioses hollywoodiense gracias al inesperado éxito de Y de repente tú. 

La estrella absoluta de la función, sin embargo, es la humorista y monologuista Amy Schumer, instalada en el Olimpo de los Dioses hollywoodiense gracias al inesperado éxito de Y de repente tú. Según ha trascendido la actriz tuvo más de un problema con los productores de Descontroladas porque estos no querían a Goldie Hawn para la película. Schumer amenazó con marcharse de la producción y al final se hizo lo que ella quiso. Además, contó con la inestimable ayuda de Jonathan Levine en la dirección y de Katie Dippold en la escritura de guion. El primero había demostrado muy buenas maneras en títulos como 50/50 o Los tres reyes malos y la segunda pasa por ser en la actualidad por una de las guionistas más solicitadas, tanto en el ámbito televisivo como en el cinematográfico, habiendo firmado libretos como el de las series Park and Recreation o Starveillance o el de los largos Cuerpos especiales y Cazafantasmas.

Pues parece que a todos se les ha olvidado el oficio en este auténtico aburrimiento filmado.  Ya nos gustaría decir que hay algo que funciona a lo largo de la insufrible hora y media de metraje, pero es que estamos ante una comedia en la que uno no esboza ni media sonrisa. La mayoría de los pretendidos gags son de un mal gusto considerable, y desde luego la trama no interesa para nada, convirtiéndose en una sucesión de tópicos perpetrados de mala gana que desde luego llegarán a desesperar a quien se haya dejado unos euros a la entrada. Parece mentira que una productora tan importante como la Fox apueste por estos subproductos que no deberían interesar a nadie (siempre hay quien se lo pasa bien con cualquier cosa), aunque se vaya a estrenar de tapadillo y con nula campaña publicitaria.

La acción se sitúa en Ecuador, lugar presuntamente paradisíaco donde van a dar con sus huesos vacacionales madre (Hawn) e hija (Schumer). Allí se verán embaucadas por un vividor que les engañará y entregará a un peligroso delincuente de la zona (nuestro Oscar Jaenada, quizás lo único salvable de la función) quien las secuestrará para intentar cambiarlas por un jugoso rescate. Por supuesto ellas no se van a quedar quietas y urdirán un plan para intentar escaparse, mientras los familiares hacen todo lo posible para que las autoridades norteamericanas y las del lugar den con su paradero. Y poco más hay que contar.

El film nunca acaba de definirse en su tono de comedia, aunque su idea divague en ofrecer momentos de muy mal gusto (esa lombriz arrancada de forma harto primitiva) mezclándolo con alguna que otra escena melodramática metida con calzador. El ritmo dela acción es paulatino y los personajes secundarios no aportan absolutamente nada digno de reseñar. 

Lo que se supone debería ser la parte más divertida, al momento en que son secuestradas e intentan huir, se convierte en un caos narrativo carente de buenas ideas y poca gracia, apenas salvado por algún apunte de las protagonistas, en un relato que pierde el rumbo por completo.

Así, todo el último tramo se convierte en un desastre donde la ausencia de humor hace pesado y aburrido un filme que, además, no cuenta con ideas originales para ubicar la trama en un país latinoamericano, recurriendo a lo más fácil y obvio para retratarlo, y haciendo uso y abuso de todos los lugares comunes respecto al tema.

La actuación estelar de su protagonista opaca cualquier intento por parte del resto del elenco actoral de hacerle sombra, y así vemos como Goldie Hawn se mantiene constantemente en un segundo plano sin oportunidad alguna de lucimiento e incluso como a actrices de la talla de Joan Cusack se la desprovecha dándole un papel de muda (sic). El Schumer Show está servido, aunque en esta ocasión el talento no florezca por ninguna parte. Quizás el problema más grande sea el de querer mimetizar una fórmula que de utilizada empieza a dar alarmantes signos de desgaste (este film coincide en cartel con La fiesta de despedida, otra comedia protagonizada por féminas que también ha obtenido unas críticas bastante desafortunadas). Todas estas pseudocomedias se miran en el espejo de la seminal La boda de mi mejor amiga, aunque por desgracia no les llegan ni a la altura del zapato.