CRÍTICA DE CINE

El Emperador de París: París no es una fiesta

Biopic histórico basado en la figura de Eugène-François Vidocq dirigido por Jean-François Richet (Una semana en Córcega, Asalto al distrito 13), que también co-escribe el guión junto a Éric Besnard (Babylon). 

Aventuras| 112 min. | Francia | 2018

Título: El Emperador de París.
Título original: L'Empereur de Paris.
Dirección: Jean-François Richet.
Guión: Eric Besnard, Jean-François Richet.
Intérpretes: Vincent Cassel, Patrick Chesnais, August Diehl, Olga Kurylenko.

Estreno: 26/07/2019 
Productora: Mandarin Production / Gaumont / France 2 Cinema.

Distribuidora: Selecta Visión.

 

Sinopsis

A pesar de su origen humilde y de su pasado delictivo que incluía el fraude, el contrabandismo, la deserción e innumerables arrestos, Eugène-François Vidocq (Vincent Cassel) va a convertirse en uno de los hombres más influyentes y mediáticos de la Francia post-napoleónica. Mientras Napoleón Bonaparte dominaba el mundo, Vidocq estaba a punto de ser el verdadero emperador de París. Ya durante la Restauración Francesa Vidocq iba a ser el primer director de la unidad de policía denominada Seguridad Nacional. Además, su agitada vida incluía trabajos como investigador privado y en 1833 fundó la primera agencia de detectives de la historia.

Crítica de Vicente I. Sánchez

François Vidocq es uno de los personajes más interesantes de la Francia del siglo XIX. Desde muy joven se especializó en una vida delictiva de robos y estafas hasta que en 1796 fue detenido y condenado a trabajos forzosos. Tras una serie de intentos logró escapar y con el objetivo de lograr el indulto se puso al servicio de la policía. Desde entonces comenzó su fama, llegando a ser el primer director de la Seguridad Nacional y uno de los investigadores privados más famosos de la historia. Su popularidad inspiró a numerosos escritores, como Víctor Hugo que lo incluyó como personaje dentro de “Los miserables”.

Algunas secuencias de tiros y duelos buscan imitar al mejor cine de acción de Hollywood, pero se quedan muy lejos de conseguirlo. 

 “El emperador de París”, de Jean-François Richet (“Blood father” “Asalto al distrito 13”, comienza cuando Vidocq es detenido por primera vez y trasladado a una cárcel en mitad del mar. Pero seamos claros, esta película no busca ser un retrato fiel e histórico de la época. Lo que comienza como una histórica ambientada en la Francia de Napoleón, termina convirtiéndose en una simple ensalada de tiros.

Lo curioso es que la película empieza muy bien, con unos 15 minutos iniciales en la que se nos presenta a Vidocq en su llegada a París. Vincent Cassel es el encargado de dar vida a este investigador que se verá obligado a escapar y a sobrevivir en una ciudad sucia y llena de intrigas.

Sin embargo poco a poco la película va haciéndose más confusa y absurda. Nada tiene demasiado sentido, ni las motivaciones de los personajes, ni el comportamiento excesivamente siniestro y negativo de los malos. París se muestra sucia, lleno de ratas y al mismo tiempo todo parece de cartón piedra.

Finalmente “El emperador de Paris” sustituye la trama por un montón de secuencias de acción y violencia. El problema es que estás son aburridas y poco ingeniosas. Algunas secuencias de tiros y duelos buscan imitar al mejor cine de acción de Hollywood, pero se quedan muy lejos de conseguirlo. Nada funciona demasiado bien en una historia que va desintegrándose poco a poco.

En este sentido Vincent Cassel tampoco aporta mucho a su personaje, con una inexpresividad total. Con una capa y un máscara bien podría convertirse en un nuevo súper héroe. No cambia el gesto severo y rígido durante toda la película.

Algunos personajes que si podrían funcionar, como es el caso de la baronesa Giverny, interpretado por la siempre efectiva Olga Kurylenko, se muestran poco claros y definidos. Los intereses y motivaciones que mueven a la baronesa no tienen demasiado sentido para la trama. Más grave es contar en el reparto con Denis Lavant, uno de los mejores actores de Francia, y darle un papel tan artificial y flojo.

En conclusión cine fallido que como mucho puede resultar interesante para una tarde calurosa.