CRÍTICA DE CINE

Entre Rosas: Comedia delicada y excelente Catherine Frot

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Entre rosas

Título original

La fine fleur aka 
Año
Duración
95 min.
País
 Francia
Dirección

Pierre Pinaud

Guion

Fadette Drouard, Philippe Le Guay, Pierre Pinaud

Música

Mathieu Lamboley

Fotografía

Guillaume Deffontaines

Reparto

Catherine FrotFatsah BouyahmedOlivier BreitmanOlivia CôteVincent DedienneMelan OmertaMarie Petiot

Productora

Auvergne Rhône-Alpes Cinéma, Estrella Productions, France 3 Cinéma

Género
Comedia
Sinopsis
Eve creaba las rosas más famosas del mundo, pero ahora está pasada de moda, amargada y al borde de la bancarrota. A Vera, su fiel asistente, se le ocurre una idea brillante y loca que podría cambiar sus vidas para siempre…
 
CRÍTICA

Película agradable de ver que cuenta las adversidades que debe afrontar Eve Vernet (Catherine Frot), una experta criadora y creadora de nuevas especies de rosas, que se encuentra al borde de la quiebra y a punto de ser absorbida por un poderoso y repelente competidor.

Eve ya no tiene edad para imaginar una vida familiar y con hijos, porque ha dedicado su existencia, como lo hiciera su padre, a cultivar rosas. Rosas que fueron el sumun y las más reconocidas en su momento, poco tiempo atrás.

Pero hete aquí que el mercantilismo, la sociedad volátil y líquida en la que estamos, ha decidido que está pasada de moda según los cánones dominantes, como si los delicados colores o las fragancias de las flores tuvieran que claudicar ante las despiadadas leyes de la moda y la avaricia del mercado.

Motivado por todo ello, Eve está más que afectada anímicamente, con una fuerte crisis nerviosa, viendo cómo su vida y su vocación se pueden venir abajo y su vida entrar en caída libre. Se une a ello que su enemigo y contrincante principal, gana todos concursos de la especialidad en rosas que ella dominaba.

Eve creaba las más hermosas rosas: textura, aroma, resistencia de la planta y otros, pero ahora no parece acertar, lo cual implica una enorme pérdida de ingresos y los balances de su empresa tambaleantes.

En esta situación Véra, su fiel secretaria, toma la decisión de contratar a tres empleados sin conocimientos de jardinería, una idea brillante a la vez que un tanto loca, pero que podría cambiar sus vidas y dar un vuelco a la situación. Son tres empleados en régimen de «integración penal», a bajo coste, pero sin ninguna preparación hortícola ni jardinera. Aunque con pocos elementos en común, juntos se embarcan de a poco en una singular aventura junto a Eve, para salvar la pequeña explotación artesanal de rosas.

El filme trata sobre la búsqueda de la belleza, algo que en el caso de Eve justifica los años de dedicación que ha destinado al cuidado de sus plantaciones florales y el esmero exquisito a los nuevos híbridos de rosa en invernaderos. Pero también tiene el filme un mensaje contra el mercantilismo vulgar que se esconde y hace fuerte hasta en el mundo de los colores y de las esencias más finas.

Aunque nunca deja de ser una comedia tierna, hay también espacio para los asuntos sociales y de clases, con unos pobres trabajadores, pequeños delincuentes, que anhelan reinsertarse, vivir en paz y tener un empleo fijo que les dé de comer y un techo en el que habitar.

En la dirección Pierre Pinaud acomete su segundo largometraje, le ha salido una comedia ligera, pedagógica en el aspecto floral, con buena onda y un reparto pequeño, pero equilibrado.

El guion es resultón y bien hilado, aunque sin mordiente ni mayores sobresaltos. Está escrito por Fadette Drouard, Philippe Le Guay (Molière en bicicleta, 2013) y el propio Pinaud.

Bien por la música de Mathieu Lamboley y sus bonitas canciones que no excluyen algo de rap. Estupenda fotografía de Guillaume Deffontaines y buena puesta en escena. Maravillosa propuesta, que vuelve a demostrar el poder del cine que sienta bien y alimenta el espíritu por un rato.

También, la fábula de Entre rosas esconde aristas dramáticas, como el conflicto social derivado de la inmigración, el abandono de unos padres hacia su hijo y el hambre de afecto de sus empleados, todo ello tan pulido que apenas se nota. Claramente Pinaud no quiere incomodar a su público.

En cuanto al reparto, la película parece hecha a medida de la veterana y eficaz actriz Catherine Frot, una mujer cuyo recorrido en el teatro y en la gran pantalla se remonta a los años 70 y que, como los buenos vinos y siendo una actriz poco explosiva o hermosa, ha ido ganando reconocimiento como intérprete, consiguiendo interesantes papeles con el pasar del tiempo, por su bien hacer. Frot (de gran parecido con nuestra Carmen Machi) derrocha encanto, con un personaje complejo cuya lealtad familiar por el cultivo de rosas esconde un trasfondo de soledad y melancolía.

Quiero recordar que en España pudimos ver el pasado mes de abril el estreno de Bajo las estrellas de París (2019), filme de Claus Drexel humano y humanista, basado en la tragedia de los simpapeles, que sin embargo es posterior a esta película que ahora comento, donde la protagonista es igualmente Catherine Frot.

Además, sobresale Olivia Côte, que encarna muy bien a la fiel secretaria; el joven Vincent Dedienne Melan Omerta, excelente en su rol de joven delincuente de poca monta, abandonado y solo en la vida; Melan Omerta solo había rodado un corto y algún papelito en TV. Igual muy bien Fatsah Bouyahmed, el empleado mayor; o Marie Petiot, la muchacha ladronzuela e inestable. Acompañan actores y actrices que cumplen con muy buenas maneras y de forma conjuntada su cometido, como Olivier Breitman o Vincent Dedienne.

La película en si constituye un espacio apacible donde pasar hora y media sin muchos sobresaltos, como dice Martín Bellón: “No cabe temer ni a las espinas”. Es de esas obras que ni emocionan ni decepcionan de manera particular, con algún destello brillante y, sobre todo, la cualidad de dejar buenas sensaciones.

Quizá le falte ambición, pero resulta reconfortante para una tarde de sábado en una sala de cine. O sea, que es un filme muy tónico y digestivo. La contraparte, se me ocurre, para quien tenga estómago duro es Titane, de Julia Ducournau, que sorprendentemente ganó la Palma de Oro en Cannes.

Igual que Emmanuelle Devos nos enseñó con su interesante filme Perfumes (2020), a través de la protagonista (una diva de los olores), a elaborar exquisitas fragancias, Frot, de la mano de Pinaud, nos muestra cómo crear maravillosos, balsámicos y coloridos híbridos de rosa en el invernadero. De igual modo, su joven empleado se muestra con unas excelentes cualidades para reconocer y diferenciar los aromas de las rosas, sus componentes y sus matices.

El espectador puede verse atraído, con el transcurrir del metraje, por el universo de este cultivo, a la vez que va aprendiendo pequeños y grandes detalles sobre el oficio de jardinero, hasta, quién sabe, desear experimentarlo en la vida real.

Este mensaje me ha recordado ese proverbio chino que dice: «Si quieres ser feliz una hora, emborráchate. Si quieres ser feliz un día, mata un cerdo. Si quieres ser feliz una semana, haz un viaje. Si quieres ser feliz un año, cásate. Si quieres ser feliz toda tu vida, métete a jardinero».

Una peli bonita, una comedia delicada, como sus sensibles protagonistas, que parecen pedir un lugar en este mundo materialista, para colaborar en pos de la belleza, de una hermosura que no tiene que oler a dinero, sino conducirse igual que los delicados y pequeños brotes que con amor ya cultivaba el padre de la protagonista, omnipresente su fotografía en la casa, a quien ella idolatraba. Ello es en el filme un símbolo de agradecimiento y veneración a nuestros ancestros, a todos aquellos que nos enseñaron en la vida tantas cosas.

En un mundo que parece elogiar lo grotesco o lo perverso, resulta maravilloso ver en la pantalla a personajes dedicados a una profesión tan poética, sensorial y pegada a la tierra. Como se pregunta la protagonista en un momento del metraje, esta inventora de pétalos y aromas: «La vida sin belleza, ¿qué es?».

Escribe Enrique Fernández Lópiz | Fotos BTEAM pictures