CRÍTICA DE CINE

Estado Impuro: Polifonía amorosa

Estado impuro

 
Título original
Estado impuro
Año
Duración
142 min.
País
 Argentina
Dirección
Guion
Juan Carlos Sampedro
Reparto
Productora
Coproducción Argentina-España; Monoconavaja Films
Género
Drama | Erótico. Celos
Sinopsis
En un campo a las afueras de Buenos Aires, Daniel, un artista y apicultor, invita a dos parejas amigas a disfrutar de un almuerzo con él. Daniel quiere presentarles a su nueva pareja Alexandra. Las parejas casadas se componen de un abogado gris, Esteban y Natalia, una pareja frustrada. La otra por un ingeniero perfeccionista y su joven pero curiosa esposa. Todo empieza a cambiar cuando llega Alexandra, una actriz del cine independiente, con un apuesto compañero, Jacobo. Para consternación de todos, descubrirán que los tres forman una trigamia, Alexandra es la novia de Daniel y Jacobo. Cuando la situación pareciera normalizarse, la provocativa actriz revela la verdadera razón por la que Daniel ha invitado a todos a la granja: agasajarlos con una orgía sorpresa con su nueva novia y Jacobo. El ambiente se volverá enrarecido y tentador. Los celos aparecerán de inmediato generando gran incomodidad en los invitados e impidiendo la bacanal. La pacífica comida se convertirá entonces en un devastador terremoto para los matrimonios.
 
CRÍTICA

Al principio una idílica comida campestre entre amigos transcurre con la placidez y el bucolismo que se presupone jalonando viejos recuerdos mientras se disfruta de un buen ágape pantagruélico. Pero la ingesta de alcohol y la presencia de unos nuevos invitados que ponen sobre la mesa una iniciativa singular hará que lo que parecía un remanso de paz se convierta en un desborde emocional que apele a las pasiones más escondidas de todos los presentes.

La película se divide en dos partes bien definidas, una podríamos decir que más teórica, donde se va calentando el ambiente en base al progresivo conocimiento de las diversas relaciones que unen a los comensales y al estado emocional actual en el que se encuentran: las dos parejas que acuden como invitados al envidiable paraje campestre sobrellevan relaciones erosionadas por el paso del tiempo mientras que el anfitrión parece llevar una vida trufada de equilibrio disfrutando de su soledad y de sus aficiones. Al cabo de un rato se unen a la fiesta dos jóvenes quienes no tardan mucho en enrarecer el ambiente mediante preguntas insidiosas con las que intentan desenmascarar toda la superficialidad que suele presidir este tipo de reuniones. Y aunque en un principio todo queda en un amago paulatinamente algunos van entrando al trapo, cuestionándose aspectos importantes de su vida en pareja que parecen no estar muy claros, tales como el hartazgo de la convivencia y sobre todo la idoneidad de llevar a efecto la educación religiosa basada en el matrimonio y la monogamia.

Será en ese instante cuando se suelte la bomba sexual que desencadenará una segunda parte mucho más práctica en la que la acción cobrará protagonismo. Aquí no vamos a desvelar el detonante, pues le quitaríamos parte de la gracia al asunto, pero solo diremos que lo que en principio es recibido con bastante estupor comenzará a tomar forma cuando lo caldeado mute en temperaturas más elevadas y desemboque en un auténtico "al rojo vivo". Unos y otros desatarán pasiones reprimidas y entre situaciones rocambolescas más o menos buscadas se tratarán de manera vehemente temas como los celos o la represión esclavista de la sexualidad enfrentándolos directamente con la exacerbación de la sensualidad y el deseo de lo prohibido. Los hacedores del film explican que su idea filmada está basada en el libro del socialista utópico francés Charles Fourier titulado El elogio de la poligamia, texto cuyo mismo título ya nos da una pista de por donde van a ir los tiros de cámara. También se nos indican como fuente seminal de este recomendable y desprejuiciado trabajo una serie de films a redescubrir que a lo largo de la historia del cine han tratado una materia similar, títulos a redescubrir que van desde Una mujer para dos de Lubitsch hasta Shortbus de Cameron Mitchell.

Con un presupuesto exiguo de 2.000 euros, una exitosa campaña de verkami para concluir la postproducción de audio e imagen y una sola localización (una envidiable casa de campo situada a las afueras de Buenos Aires) cedida por la madre del director se nos presenta una obra fresca a la que no le duelen prendas tratar una temática peliaguda, que por desgracia hoy en día sigue siendo bastante tabú, desde la honestidad; una franqueza conseguida en gran parte gracias al loable trabajo de un grupo de actores y de actrices que se entregan, sin pudor pero con mucho oficio, en cuerpo y alma a unos roles en los que se tienen que desnudar literal y metafóricamente hablando. Ellos aportan credibilidad a un conjunto que reivindica sin cortapisas la necesidad de transgredir mediante el amor puro lo políticamente correcto que hoy en día, en pleno siglo XXI continúa imperando a sus anchas con más fuerzas que nunca.  

ESTADO IMPURO [Trailer] (2019) Dir. Arturo Prins from Arturo Prins on Vimeo.