CRÍTICA DE CINE

Fences: En el nombre del padre

Fences (Cercas, en castellano) nos cuenta la historia de un hombre frustrado porque la pobreza y el racismo le impidieron ser una estrella del béisbol. Basado en el premio Pulitzer y Tony de August Wilson que forma parte del conocido ciclo de obras de teatro de Pittsburgh, Fences rara vez trasciende sus raíces teatrales en su transición a la pantalla. 

Drama | 139 min. | USA 2016

Título: Fences.
Título original: Fences.
Director: Denzel Washington.
Guión: August Wilson (Obra: August Wilson).
Actores: Denzel Washington, Viola Davis, Mykelti Williamson, Russell Hornsby.

Estreno en España: 24/02/2017 
Productora: Paramount Pictures / Scott Rudin Productions

Distribuidora: Paramount Pictures Spain.

 

 

Sinopsis

En los años 50, un padre afroamericano lucha contra los prejuicios raciales mientras trata de sacar adelante a su familia en una serie de eventos fundamentales en su vida para él y para los suyos. 

Crítica

Fences (Cercas, en castellano) nos cuenta la historia de un hombre frustrado porque la pobreza y el racismo le impidieron ser una estrella del béisbol. Basado en el premio Pulitzer y Tony Award de August Wilson que forma parte del conocido ciclo de obras de teatro de Pittsburgh, Fences rara vez trasciende sus raíces teatrales en su transición a la pantalla. Y mientras que este cuento de una familia ordinaria y sus cotidianas batallas ordinarias que son reflejo de la vida tan dura que soportan pueden llegar a abrumar a algunos incapaces de disociar la experiencia no-fílmica, pero aquellos que permanecen en sus asientos durante los 140 minutos de metraje, la recompensa llega en forma de un poderoso desempeño por parte de unos actores en continuo estado de gracia interpretativo.

Troy Maxon (Denzel Washington, alma matter de este proyecto donde ejerce labores de actor, director y productor) es un basurero que trabaja en Pittsburgh en la década de los 50. De joven era un prometedor y ambicioso jugador de béisbol que soñaba con vivir del deporte. Ahora se tiene que conformar con una vida más trivial en la que tiene que soportar diariamente la discriminación por su color de piel por parte de una sociedad como la norteamericana que todavía vive en un estado latente de apabullante segregación racial. Debido a sus frustraciones vitales la relación que mantiene con su familia no es precisamente un lecho de rosas: su mujer aguanta estoicamente sus malos humores y su iracundo carácter mientras que sus hijos sufren en sus carnes la obsesiva obcecación del padre por imponer su ley a sangre y fuego.

El drama se va cociendo a fuego lento, y así un primer pasaje amable donde las conversaciones denotan camaradería y el buenrollismo se instala sin problemas en el costumbrismo diario, paulatinamente el cielo se va oscureciendo dando paso a la cara menos amable y afable del asunto: el enfrentamiento marital y también el generacional se recrudecerá cuando una serie de acontecimientos remozados en resentimiento nos permitan apreciar la verdadera ralea de cada uno de los integrantes de una familia que se irá desgajando sin remedio, aunque el padre siga intentando parchear lo inevitable a base de promesas y continuos desengaños.

Mención aparte merece el rol de la esposa, Rose Maxon, dieciocho años de matrimonio y paciencia infinita  a la que da vida una inmensa Viola Davis quien ya ha empezado a recoger mil y un halagos por su actuación en forma de merecidísimos premios (entre ellos un Globo de Oro y un Bafta). Davis ya había dado vida al mismo personaje en la versión teatral de hace unos años, y desde luego consigue ponernos la piel de gallina cada vez que le canta las verdades del barquero a su esposo y a sus hijos. La sufrida esposa que aguanta carros y carretas explota cuando se da cuenta de que la situación es insostenible, y su amargura transformada en iracunda letanía traspasa la pantalla y cala y de qué manera en el espectador, convirtiéndose sin duda en lo mejor de una propuesta que en ocasiones peca de precariedad escénica y un casi nulo riesgo formal.

Bien calibrada en cuanto a términos de emociones se refiere, esas cercas que dan un más que justificado título al film son capaces de crear tensión y desencadenar la aprensión con una historia amarga que, sobre todo, nos insta a meditar sobre la familia, el amor, el prejuicio, el egoísmo y la naturaleza terrenal general del ser humano. Las "cercas" humanas retratadas aquí son profundamente cortantes y fáciles de conectar, gracias a las actuaciones gigantescas de Washington y Viola Davis.

Dos datos curiosos para finalizar la reseña: la dirección de fotografía corre a cargo de la operadora danesa Charlotte Bruus Christensen, quien ya había experimentado con espacios cerrados y con un punto claustrofóbicos en la magnífica La Caza, de Thomas Wintenberg. Por otro lado, la banda sonora corre a cargo de otro “extranjero”, el brasileño Marcelo Zarvos, quien ya actúa de pleno derecho en el mercado hollywoodiense habiendo firmado partituras para películas como Recuérdame, El ladrón de palabras o la serie de televisión Ray Donovan.