CRÍTICA DE CINE

A propósito de FOURTEEN (Dan Sallitt, 2019) [y de THE UNSPEAKABLE ACT (Dan Sallitt, 2012)]. La frontera entre lo eterno y lo efímero.

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Fourteen

Título original

Fourteen
Año
Duración
94 min.
País
 Estados Unidos
Dirección

Dan Sallitt

Guion

Dan Sallitt

Fotografía

Christopher Messina

Reparto

Tallie MedelNorma KuhlingLorelei RomaniC. Mason WellsDylan McCormickKolyn BrownWilly McGeeScott FriendEvan DavisBen SloaneCaroline LuftStrawn BoveeSolya Spiegel, ver 5 más

Productora

Static Prods

Género
Drama | AmistadCine independiente USA
Sinopsis
En el transcurso de una década, la joven Jo se vuelve cada vez más disfuncional. Su amiga Mara, de carácter más estable, desarrolla su vida mientras contempla el inexorable proceso. 
 
CRÍTICA

Afirma Epicuro que “de los bienes que la sabiduría procura para la felicidad de la vida entera, el mayor, con mucho, es la adquisición de la amistad”. Un bien superior que, para el filósofo de Samos, es utilitarista a la vez que constituye un fin en sí mismo, pues su poder sanador persigue liberarnos de la soledad y de las perturbaciones que dificultan la relación entre sujeto y mundo. Alrededor de la philía, de esta concepción epicúrea de la amistad, rota con fuerza todo el metraje de Fourteen, la última película del crítico y realizador independiente Dan Sallitt.

Mara y Jo son dos jóvenes de Brooklyn que, en la frontera de los treinta, intentan dar forma a sus proyectos vitales en la hostil maraña del Nueva York contemporáneo. Encarnadas por unas Tallie Medel y Norma Kuhling cuya naturalidad interpretativa roza lo asombroso, ambas se erigen en cuerpo y alma de la película, en aquellos (inestables) pilares sobre los cuales la historia pivota y cobra vida. Lejos queda para las dos la adolescencia, etapa evocada por el propio título del film, en la que se conocieron. Ya licenciadas, se encuentran inmersas en esa otra fase vital en la que resulta inexorable enfrentarse a un mercado laboral precario y a unas casi siempre dificultosas relaciones sentimentales. A ese proceso de búsqueda, fascinante y doloroso a la vez, en el que las filias y las fobias, las inseguridades y las aspiraciones de cada individuo convergen o colisionan con las de otros. Al pánico a una realidad tozuda que, a menudo, frustra los proyectos soñados y las expectativas creadas. A un mundo líquido e individualista que dificulta sobremanera la supervivencia de aquellos vínculos que parecían incondicionales y eternos.

En este sentido, el personaje de Tallie Medel podría ser, perfectamente, la continuidad del interpretado por ella misma en The Unspeakable Act (2012), la anterior película de Sallitt, en la que lo innombrable, aquello que no se debe verbalizar a lo que alude su título, no es otra cosa que el deseo incestuoso que una adolescente neoyorquina
de diecisiete años, llamada Jackie Kimball, siente por su hermano Matthew. Un tema, el del incesto, que aun pudiendo parecer espinoso, el realizador de Pennsylvania nos muestra allí desprovisto de cualquier connotación moral y que le sirve para catapultar la película hacia su terreno predilecto, el de las emociones, los sentimientos y las metamorfosis de las relaciones humanas, lo que emparenta particularmente su cine con el de Éric Rohmer.

El gran mérito de Sallitt en Fourteen es hacer que la película destile conceptos universales desde el retrato de la cotidianeidad, sin necesidad alguna de recurrir a grandes aspavientos y pareciera que escapando a la vulgaridad de lo explícito. Para ello, el cineasta norteamericano indaga tanto en la descripción precisa de los espacios físicos, transitados por unos personajes que nadan en las pantanosas aguas de la confusión existencial, como en los complejos mecanismos de la memoria, para lo que se vale de un uso elástico del tiempo narrativo. Planos fijos, a menudo largos, sostenidos, ilustran escenas cotidianas, mientras que numerosas elipsis nos guían en las transiciones temporales. Algo que no parece caprichoso: así como a veces rememoramos con mucha precisión y detalle conversaciones o hechos pasados, el cerebro escapaz de omitir largos trechos de nuestra existencia.

Esta concepción moldeable del tiempo y, en especial, la pulsión por realizar una descripción detallada de los interiores, ya se hallaban presentes en The Unspeakable Act. Allí las paredes estampadas, los manteles, las cortinas, los cubiertos, incluso las escaleras que crujen cuando Jackie y Matthew suben hacia su espacio íntimo e inviolable, todo ese mobiliario es escudriñado con primoroso cuidado por la cámarade Sallitt, en tanto que constituye el paisaje cotidiano de la relación entre los hermanos. La
memoria de un tiempo pasado e idealizado se concreta en los objetos, en los detalles, adquiere forma física en ellos. Objetos que completan y rellenan los espacios, los contornos de una casa cuyos límites constituyen, para Jackie, los muros de la patria de la infancia, ese verano infinito en compañía de Matthew que toca a su fin con la inminencia de la vida adulta.

The Unspeakable Act

Título original

The Unspeakable Act
Año
Duración
88 min.
País
 Estados Unidos
Dirección

Dan Sallitt

Guion

Dan Sallitt

Fotografía

Duraid Munajim

Reparto

Tallie MedelSky HirschkronAundrea FaresKati SchwartzCaroline LuftLyndon BraganzaMegan BrownGreg ClementsGonzalo CordovaEvan DavisAnthony De PalmaLauren EvangelistaMike FaistSteven Andrew GioeZelda Knapp

Productora

Static Prods

Género
Drama | FamiliaAdolescenciaCine independiente USA
Sinopsis
Jackie Kimball es una adolescente como cualquier otra, salvo en un aspecto: se ha pasado toda su vida enamorada de su hermano Matthew, un año mayor que ella.
CRÍTICA

Resulta crucial, en este sentido, el fantástico trabajo realizado en The Unspeakable Act por el director de fotografía Duraid Munajim, tanto a la hora de iluminar los espacios interiores como de captar con naturalidad los tonos y texturas de las estaciones del año, las cuales nos guían elípticamente por el tránsito emocional de Jackie. 

El particular tratamiento del espacio/tiempo, la aparente desnudez de la puesta en escena y el complejo trazo de los personajes principales nos retrotraen, en cierto modo, al cine de Yasujiro Ozu. Resultan especialmente emocionantes aquellos instantes en que las dos protagonistas de Fourteen, encuadradas en un mismo plano, conversan distendidamente. Las dos juntas, en la vida, en el plano, reconociéndose una en la otra pese a ser casi antagónicas, compartiendoanhelos, confidencias o cigarros. Planos que refuerzan la idea de una amistad que, pese a estar anclada en la eternidad por fuertes cimientos, no será ajena a la atrocidad del paso del tiempoy a los envites de lo azaroso.

La inestabilidad emocional y psíquica de Jo, fruto quizás de una sensibilidad extrema, de un cierto grado de inadaptación social, de problemas con las drogas y,quién sabe, si de algún trauma escondido, la conducirán a una vida disipada incompatible con el compromiso y la responsabilidad, lo que inevitablemente hará más laxo el nudo existente
entre Mara y ella. Es de este modo como el poder sanador que ejercía la amistad de Mara se diluirá, quedando Jo al amparo de la tragedia.

El “fourteen” de Dan Sallitt, equivalente a los diecisiete en The Unspeakable Act, no es sólo un número, no es sólo una edad, es también el territorio fronterizo entre cierta idea de inocencia y la consciencia de estar ante el vacío, es un mundo idealizado que se empieza a quebrar, aquel en el que los amigos eran héroes que te acompañarían para siempre o en el que la conexión con tu hermano era tan y tan fuerte que nunca nadie podría soñar aproximarse. Es, al fin y al cabo, el punto limítrofe que separa lo eterno de lo efímero, lo sólido de lo líquido. La puerta entreabierta de la habitación de Matthew ante la cual Jackie se derrumba (“I don´twanna leave this room and I don´t wanna go back, and I can´t just stand here for the rest of my life”).