viernes. 19.04.2024
CRÍTICA DE CINE

Freeheld, un amor incondicional: Sin ella

De entrada, si observamos la ficha técnica de De ahora y para siempre y atendemos a la cantidad de buenos profesionales que participan en esta producción norteamericana podemos afirmar que existen suficientes mimbres para poder fabricar un buen cesto. 

 

 

freeheld cartelDrama | 103 min. | USA 2015

Título: Freeheld, un amor incondicional
Título original: Freeheld.
Director: Peter Sollet.
Guión: Ron Nyswaner.
Actores: Julianne Moore, Ellen Page, Michael Shannon, Robbie Tann. 
Estreno en España: 06/05/2016 
Productora: Endgame Entertainment / Double Feature Films.

Distribuidora: Fílmax

 

Sinopsis

Basada en la historia real de Laurel Hester y Stacie Andrée y su lucha por la justicia. A Laurel, una condecorada policía de Nueva Jersey, le diagnostican un cáncer terminal y quiere dejar su pensión ganada durante años a su pareja de hecho, Stacie. Sin embargo, los funcionarios del condado, que no ven con buenos ojos la pareja homosexual, conspiran para evitarlo.

Crítica

De entrada, si observamos la ficha técnica de De ahora y para siempre y atendemos a la cantidad de buenos profesionales que participan en esta producción norteamericana podemos afirmar que existen suficientes mimbres para poder fabricar un buen cesto. 

Participación de actores consagrados e instalados con comodidad en el estrellatohollywoodiense (Julianne Moore, Ellen Page, Steve Carrell, Michael Shannon), un guionista reconocido con un Oscar en 1993 por Philadelphia (Ron Nyswaner, autor también de algunos capítulos de Prisionero de guerra Ray Donovan); un realizador experimentado que ya ha demostrado con creces su buen hacer detrás de las cámaras -Peter Sollett, con títulos como Nick y Nora, Una noche de música y amor (2008) o Educando a Víctor Vargas (2002)- y una buena historia, de esas en las que tienes que ser un poco torpe para no rascar algo en temporada de premios, basada en el caso real de una cruzada por la equidad de beneficios y ante la ley de una pareja del mismo sexo. En fin, que nos las podíamos prometer muy felices, pero por desgracia, el resultado final desmerece en parte tan jugosas premisas.

Y entonces, ¿qué es lo que ocurre para que una vez visionada la cinta salgas del cine con la sensación de haber visto una película que podríamos considerar tan sólo como aceptable? ¿Qué es lo que falla en un conjunto que debiera emocionar y poner la piel de gallina y que al contrario tan sólo interesa de forma somera y superficial? Pues la
respuesta es tan simple y llana como que todos esos elementos a priori, infalibles para seducir al público, están bastante desaprovechados, lo que se traduce en que a la postre se nos quede una sensación de vacío y de oportunidad perdida.

Peter Sollett, no sabe enhebrar los distintos elementos que dispone para armar un conjunto que rezume trascendencia. 

Acudiendo a un símil del mundo del deporte, lo más fácil será echarle la culpa al entrenador, en este caso Peter Sollett, quien no sabe enhebrar los distintos elementos que dispone para armar un conjunto que rezume trascendencia. Muy al contrario, las decisiones que va tomando en cuanto a desarrollo argumental se refiere no son precisamente las más correctas: el film pasa con demasiada rapidez de lo micro a lo macro.

Se da mucha más importancia a la reivindicación colectiva que a la tragedia personal, y en cuanto la trama pasa de lo individual a lo coral todo se desparrama de mala manera. Ni las dos actrices, que desprenden una química incontestable, tienen la oportunidad de lucir sus dotes actorales en gran parte porque la aparatosidad de los acontecimientos que se encadenan impiden cualquier atisbo de intimidad.

Julianne Moore parece que se ha especializado en roles de mujer que contrae una enfermedad incurable.

Julianne Moore parece que se ha especializado en roles de mujer que contrae una enfermedad incurable para así poder oscilar entre la decrepitud física de su personaje y su grandilocuencia como actriz. Se trata de repetir la fórmula de telefilme de sobremesa con mensaje que tan bien le funcionó en Siempre Alice (con Oscar incluido a mejor actriz protagonista) pero que aquí no acaba de cuajar del todo. Mención aparte merece su look capilar a lo Farraw Fawcett de la entrañable serie Los Ángeles de Charlie…

En cuanto a Ellen Page, se da la circunstancia de que pocos meses antes de comenzar el rodaje hizo público su homosexualidad, por lo que el rol de lesbiana emocionalmente sumisa le viene como anillo al dedo, y desde luego nadie pone carita de pena como ella (si exceptuamos, claro, al gato de El gato con botas al que puso voz Antonio Banderas).

Los actores secundarios que van pululando por la pantalla funcionan más como arquetipos que como personajes con evolución propia. Si bien Michael Shannon cumple su cometido a la perfección y su presencia en cada una de las escenas en lasque aparece siempre es bienvenida, Steve Carrell se deja ir y en el rol de loca implicada hasta la médula en la causa por el reconocimiento de los derechos de los homosexuales se muestra demasiado histriónico y afectado.

En definitiva, un alegato por las políticas progresistas que funciona a medias y no alcanza las cotas deseadas, debido a la repetición de fórmulas y la falta de riesgo asumida por su director. Queda en la retina del espectador el buen trabajo del dúo femenino, que encabeza el cartel y esas fotos en los títulos de crédito en las que reconocemos a las personas en las que se basa la película.


Freeheld, un amor incondicional: Sin ella