CRÍTICA DE CINE DE MOVISTAR+

Huida de Mogadiscio: La unión hace la fuerza

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Huida de Mogadiscio

Movistar + 14 de abril  

Título original

Mogadishuaka 
Año
Duración
121 min.
País
 Corea del Sur
Dirección

Ryoo Seung-Wan

Guion

Ryoo Seung-Wan, Lee Ki-cheol

Música

Ban Jun-suk

Fotografía

Choi Young-hwan

Reparto

Kim Yoon-seokJo In-sungHeo Jun-hoGyo-Hwan KooJeong Man-shikKim So-JinKyung-hye ParkKim Jae-hwaPeter KawaYoon Kyung-Ho

Productora

Dexter Studios, Filmmaker R&K, Lotte Entertainment. Distribuidora: Lotte Entertainment, Well Go USA Entertainment

Género
AcciónDramaThriller | Años 90
Sinopsis
En 1991, Mogadiscio, capital y ciudad más poblada de Somalia, estaba pasando por una guerra civil. El personal y las familias de la embajada de Corea del Sur, aislados sin poder comunicarse, aguantaron como pudieron. Una noche, el personal de la embajada de Corea del Norte llamó a la puerta pidiendo ayuda. El objetivo de ambas embajadas era huir de la ciudad. 
 
CRÍTICA

Humor, drama, acción, suspense, espionaje, kung fu, tensión, conflictos diplomáticos, guerra civil y fuga improbable. Casi nada lo del ojo y lo llevaba en la mano. Nos hallamos ante una electrizante película surcoreana que es pura adrenalina filmada. Las dos Coreas en plena disputa por la atención del presidente de Somalia, Siad Barre, cuando de repente estalla la guerra civil en el país africano y no tienen más remedio que unir fuerzas a regañadientes para salir pies en polvorosa.

Basada en hechos reales, cuenta la historia del intento de los dos embajadores de abandonar el país tras el estallido de la rebelión. El año es 1990, Corea del Sur estaba en pleno proceso político para ingresar a las Naciones Unidas, y África era el continente con el mayor número de países votantes, por lo que la trama se desarrolla en Mogadisciu, la capital de Somalia. La tensión tiene dos focos muy bien diferenciados: el externo, con una revuelta por el fin de la dictadura de Barre, que estalla en el acto con la invasión de la ciudad por las milicias rebeldes; y la interna, con la constante e histórica tensión entre las dos Coreas.

Partiendo de la comedia torpe, con ropa rasgada, taxista insistente y carreras sin rumbo, con mayor énfasis en el personaje bobalicón de Jung Man-sik, el fiel escudero del embajador surcoreano, el largometraje no indica que llegará en el complot de espionaje que llegará a continuación. El abanico de personajes se va abriendo y volviendo cada vez más interesante, justificando la posibilidad de nuevos caminos y géneros. 

En los detalles se puede ver la singular preocupación de Yoon-seok, el dueño del drama; Jo In-sung y Koo Kyo-hwan, son los exaltados, impacientes protagonistas de la trama de espionaje y de las estupendas escenas de acción; y Heo Joon-ho, que aparece como el hombre frío y calculador. Las mujeres, los sirvientes y los niños reciben papeles mucho menos elaborados.

Escape from Mogadishu tiene algunas decisiones de guion incómodas que atentan contra la credibilidad de lo explicado; como la representación del lugar en sí, que choca con la ignorancia y un marcado favoritismo por otro lado. Las posturas, los gestos y los ángulos   indican quién debe ser visto allí como un buen tipo y quién debe ser visto como un villano. Por mucho que esto tenga una función narrativa, es algo que recuerda mucho al cine mainstream del género, que frustra un poco viniendo de un país que podría romper con algunas de esas fórmulas ya tan gastadas. 

Pero bueno, hay que entender que la producción, como local, no va a priorizar a los norteños como los que deciden por dónde hay que ir, y aquí los comunistas se limitan a funcionar como segundones sin arribo. De hecho, si se trata de hablar de ruptura, muchas cosas aquí podrían haber sido diferentes si el director hubiera hecho en la película lo que hace cuando mezcla géneros o juega con el azar, como una pelea dentro de una habitación o un conductor que entra de manera inesperada dentro de un edificio.

Todo esto es pecata minuta porque la realidad es que el film es un auténtico disfrute desde el principio hasta el final. Rio Seung-wan, artesano que parió obras tremendas como Veteran (aquí se tituló Por encima de la ley) o The Battleship Island; sigue divirtiéndose y divirtiéndonos mucho, y en casi dos horas de metraje que se pasan en un suspiro, garantiza mucho entretenimiento. Lo que construyó con tanto esfuerzo en el guión se desmorona cuando las tropas rebeldes destruyen la ciudad, hasta que los dos grupos tienen que unirse. 

El público se ríe, se emociona, se pone tenso y, a menudo, no cree en las extrañas soluciones del grupo a los problemas que se les presentan, aunque eso es lo de menos. Más allá de los muros de la embajada, el director se muestra eficiente en la elaboración de la atmósfera aterradora de la guerra, con una puesta en escena coreografiada a las mil maravillas y un trabajo en la profundidad de campo que los que le seguimos no habíamos visto hasta ahora en toda su trayectoria cinematográfica.

Aunque tenga sus temas maniqueos y arrime el ascua a su sardina, el film cumple su objetivo con todos los méritos habidos y por haber. Con habilidad, logra mezclar muchas cosas diferentes y tejer una trama compleja que pone la diplomacia en primer plano y detrás las relaciones humanas más básicas, que son encontrar y cuidar al otro, independientemente de quién sea.