CRÍTICA DE CINE

Inu-Oh: Así es como se dibuja la música

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Inu-Oh

Cartelera España 25 de noviembre  

Título original

Inu-ô
Año
Duración
98 min.
País
 Japón
Dirección

Masaaki Yuasa

Guion

Akiko Nogi. Novela: Hideo Furukawa

Música

Yoshihide Otomo

Fotografía

Animación, Yoshihiro Sekiya

Reparto
Animación
Compañías
Coproducción Japón-China; 

Science SARU, Aniplex, Asmik Ace

Género
AnimaciónDramaFantásticoMusical | Siglo XIVMúsica
Sinopsis
Inu-Oh era un auténtico artista de Sarugaku Noh que tuvo un gran éxito en Japón durante el siglo XIV. Hoy en día es muy poco conocido a causa de la escasa información que existe sobre su obra. Ahora, casi 600 años después, este proyecto refleja la legendaria amistad entre Inu-Oh y un artista de Biwa con el que entabló una profunda amistad.
 
CRÍTICA

Seguimos la historia de Tomona, un chico que tras quedarse ciego por un accidente, encuentra en la música el modo de volver a conectar con el mundo. Rápidamente, aprende a tocar el biwa, un instrumento tradicional japonés, y se convierte en un artista de Noh, el teatro tradicional japonés del siglo XIV, dedicándose a cantar historias populares de pueblo en pueblo. En su camino conocerá a Inu-oh, un niño que nació deformado por una maldición, y juntos decidirán revolucionar el mundo de la música a la vez que cuentan las historias olvidadas de su tierra.

Es la última obra del artista Masaaki Yuasa, autor de Devilman Crybaby y Lu over the wall entre muchas otras. Fiel a su estilo de dibujo, siempre buscando la fluidez de los movimientos, la animación que nos trae rompe una vez más con lo estándar para dar paso a cuerpos deformados y perspectivas complejas que nos invitan a movernos junto a sus personajes. En Inu-oh esto es aún más pronunciado pues, junto a las canciones que acompañan a las imágenes, se consigue trasmitir la música con una potencia demencial.

La película no brilla por su trama ni por la evolución de su narrativa. Es, a todas luces, un concierto animado en el que el autor nos invita a cerrar los ojos, dar palmas y dejarnos llevar por el sonido. Visualmente, en cambio, es una muestra del talento del Yuasa a la altura del resto de su extensa filmografía. Con solo colores, sin formas ni definición, el autor consigue mostrar como siente el mundo un ciego, mostrando todo con formas vagas y destellos diluidos en medio del espacio desconocido que siente Tomona a su alrededor.

Otro elemento que trae el contraste a la historia son las referencias al mundo del rock de la época moderna que plagan las actuaciones y canciones del dúo de músicos. Desde Kiss hasta Mick Jagger, son representados en la película, en ocasiones de formas poco sutiles. Bailes actuales como el breakdance también tienen su espacio en las performances.

Incluso los efectos visuales de los conciertos de hoy en día, como son pantallas con imágenes o grandes llamaradas de fuego, también están traídos al Japón feudal. Un contraste de culturas y épocas tan bien integrado que no desentona con el resto de la historia.

Cierto es que a los fans de la animación más tradicional puede resultarles un poco vacía de argumento, pero Inu-oh es más un espectáculo audiovisual que una película, con la música, la amistad y el honor como mensaje central.

Una obra completa que no deja indiferente al espectador en la butaca y que anima a hacer las palmas en cada canción como si de un concierto se tratase. Una experiencia muy diferente a lo que nos solemos encontrar en los largometrajes de animación que, además, consigue compaginar la imagen y el sonido como pocas películas antes.