CRÍTICA DE CINE

Kung Fu Panda 3: Padre no hay más que dos

La animación de Dreamworks sigue siendo brillante, colorista y visualmente muy atractiva, y las historias cuentan con grandes dosis de acción y comedia, con un gusto por la ironía muy disfrutable, pero algo no acaba de cuajar. 

Animación | 95 min. | USA-China 2016

Título: Kung Fu Panda 3. 
Título original: Kung Fu Panda 3.
Directora: Jennifer Yuh.
Guión: Jonathan Aibel, Glenn Berger.
Voces: Jack Black, Angelina Jolie, Dustin Hoffman, Seth Rogen.  
Estreno en España: 11/03/2016 
Productora: DreamWorks Animation; Oriental DreamWorks.

Distribuidora: Fox Films Spain.

 

Sinopsis

Tercera película de la saga Kung Fu Panda, en la que Po deberá hacer frente a dos desafíos épicos: uno, de origen sobrenatural; el otro, muy cerca de su hogar, con la aparición del que dice ser su padre biológico.

Crítica

La animación de Dreamworks se encuentra en una clara desventaja, si la comparamos con otros estudios como la Disney-Píxar, en cuanto a términos de calidad en la producción se refiere. Sin embargo, en los últimos años, sus diversas franquicias (Shreck, Madagascar y Kung Fu Panda) han mostrado cierta tendencia a la simplicidad conceptual.

La animación sigue siendo brillante, colorista y visualmente muy atractiva, y las historias cuentan con grandes dosis de acción y comedia, con un gusto por la ironía muy disfrutable, pero algo no acaba de cuajar. 

Por desgracia, cuando se trata de desgranar el contenido temático la cosa cambia a peor, y de una película como Kung Fu Panda 3 se desprenden lemas que parecen sacados directamente de las galletas de la suerte que se suelen servir en los restaurantes chinos: “lo importante es la familia”; “hay que ser uno mismo”..., unas evidencias que tan sólo los más pequeños pueden llegar a apreciar en su justa medida, hallándose muy lejos de la sutileza y emotividad que podríamos encontrar sin ir más lejos en la magnífica y portentosa Del revés.

El público adulto echará en falta ese poso de madurez que destilan las últimas producciones de la Píxar.

El público adulto puede que eche un poco en falta ese poso de madurez que destilan las últimas producciones de la Píxar, pero aquéllos que disfrutamos en su día de las películas protagonizadas en los años 80 por Jackie Chan (La serpiente a la sombra del águila; El mono borracho en el ojo del tigre; El luchador novato aprendió hasta del gato), y que salíamos del cine emulando las artes marciales recién mostradas en pantalla, tampoco es que abrazáramos precisamente la filosofía oriental más sesuda ni buscáramos más allá de la intención de entretenernos y alucinar con las acrobacias. 

En ese aspecto tenemos que agradecer a la directora del film, Jennifer Yuh, quien ya se había hecho cargo de la anterior entrega de la saga y trabajó a su vez en el primer Kung Fu Panda en el departamento de animación, la cantidad ingente de referencias explícitas a ese tipo de iconos de acción hongkonés, con los homenajes al estudio Shaw Brothers a la cabeza o al propio Chan, que aquí vuelve a poner la voz de uno de los personajes protagonistas, concretamente al Mono.  

Los diálogos inciden en las enseñanzas más interiores de las prácticas y tradiciones marciales.

Aunque a lo largo del desarrollo argumental encontraremos una cantidad elevada de escenas de acción, nunca se deja a un lado la disciplina espiritual en las que se basan todas las técnicas de lucha enseñadas. La comprensión, la empatía y la paz interior son tan importantes en el viaje de auto-descubrimiento del héroe de la ficción como también lo será la fisicidad de los combates en los que tendrá que lidiar con un enemigo inhumano. Los diálogos también inciden en las enseñanzas más interiores de las prácticas y tradiciones marciales, aunque siempre con un contrapunto humorísitco que nos hará soltar más de una carcajada. 

De todas formas tampoco es que esta película tenga las ínfulas de querer llegar a ser la mejor obra de animación de la historia. Y paradójicamente con seguridad ese sea su mayor logro, porque tiene la capacidad de no tomarse en serio a sí misma, y por lo tanto no peca de ambiciosa en su creatividad, sino que es inteligente desde una perspectiva empresarial. 

A fin de cuentas, está diseñada para atraer a su objetivo democrático: los niños en general y los que ya disfrutaron de las primeras entregas en particular. Se trata de mantener con vida la franquicia, con el objetivo de poder perpetuarla en futuras entregas.

Otro de los puntos muy atractivos de la propuesta es el hecho de seguir disfrutando (el que pueda verla en versión original, claro), del conjunto de auténticos estrellones hollywoodienses que prestan su voz a los distintos personajes que aparecen en el film: Jack Black, Angelina Jolie, Dustin Hoffman, Seth Rogen y Lucy Liu, a los que hay que añadir en esta ocasión las imponentes voces de Bryan Cranston (como padre de Po, el oso panda protagonista), y J.K. Simmons (el villano de la función).

El diseño de producción es excelente, y denota un cuidado sublime en la recreación de los distintos paisajes de la naturaleza china donde transcurre la trama, con atención especial a esas escenas retrospectivas tratadas como si fueran cuadros pintados a la acuarela.
En el polo negativo, destacar la poca innovación que se puede apreciar en el tratamiento tridimensional, y el poco poso que acaba dejando en la retina del espectador.

En definitiva, se trata de una propuesta bastante fácil de olvidar, pero que garantiza un buen rato de entretenimiento sano, lo que tal y como están los tiempos, cinematográficamente hablando, no es poca cosa.