CRÍTICA DE CINE

Melanie.The girl with all the gifts: El canibalismo es el futuro

Dentro del campo de las anomalías cinematográficas recientes, la esplendorosa The girl with all the gifts brilla con luz propia ya que aporta humanismo, efusividad y mucha sensatez al subgénero del horror centrado en los cadáveres voraces y similares…

Terror | 111 min. | Reino Unido 2016

Título: Melanie.The Girl with All the Gifts.
Título original: The Girl with All the Gifts.
Director: Colm McCarthy.
Guión: Mike Carey (Novela: Mike Carey)
Actores: Paddy Considine, Sennia Nanua, Gemma Arterton, Glenn Close.  

Estreno en España: 03/02/2017 
Productora: Altitude Film Sales / BFI Film Fund / Poison Chef

Distribuidora: A Contracorriente Films.

 

Sinopsis

En un futuro distópico la humanidad se ha visto asolada casi en su totalidad por un tipo de hongo que contiene un virus "zombie". En medio de este apocalipsis total, un grupo de científicos está investigando a una segunda generación de nacidos bajo estas circunstancias, los cuales son mitad "hambrientos", mitad humanos. 

Crítica

Los amantes del terror últimamente venimos disfrutando de un conjunto de propuestas muy interesantes que cortaron la racha de los lugares comunes del género en cada una de sus respectivas ramas, con ejemplos -que recorren un espectro de lo más amplio- como The autopsy of Jane Doe (2016), Pet (2016), The Monster (2016) y SiREN (2016). Ahora bien, sin duda la obra maestra del lote es The girl with all the gifts (2016), una sorpresa que se ubica en la misma categoría de la extraordinaria Train to Busan (Busanhaeng, 2016), el genial film surcoreano que pateó el tablero en cuanto a la vehemencia y profundidad del catálogo de los opus sobre “muertos vivientes” y semejantes. Con esta joya británica ocurre exactamente lo mismo aunque vale aclarar que todo el asunto está más volcado hacia la gloriosa desolación naturalista de 28 Days Later, 2002 y su secuela del 2007.

Ya desde su apertura la película apabulla con un retrato explosivo de la dialéctica militar:

Ya desde su apertura la película apabulla con un retrato explosivo de la dialéctica militar: con un trip hop disonante e in crescendo de fondo, Melanie (Sennia Nanua), una nena encerrada en una celda, se viste con su uniforme de color naranja y se ata a una silla de ruedas apenas se encienden las luces. Luego dos soldados entran al cuarto con fusiles, ella los saluda amablemente y ambos sujetan las correas de cabeza, manos y pies. Junto a otros chicos, es llevada a un emplazamiento símil aula -con los espacios de las sillas asignados en el piso cual pupitres- y finalmente llega la docente, la Dra. Selkirk (Anamaria Marinca), una mujer que les hace repasar la tabla periódica de los elementos hasta que es reemplazada por la Srta. Helen Justineau (Gemma Arterton), una profesora más inclinada a relatarles a los niños episodios de la mitología griega como el centrado en la célebre Caja de Pandora.

Rápidamente descubrimos el contexto en el que se desenvuelve el guión de Mike Carey, a partir de su propia novela: en un futuro no muy lejano una infección micótica cerebral ha convertido a gran parte de la humanidad en zombies, hoy denominados “hambrientos”, y los nenes y nenas encarcelados son híbridos de “segunda generación”, nacidos de madres infectadas durante el embarazo. La Dra. Caroline Caldwell (Glenn Close), la jefa de la base, realiza experimentos médicos para crear una vacuna y así un día llega el turno de Melanie, quien es salvada por Justineau de ser diseccionada pero un ataque de los hambrientos deriva en la muerte de Selkirk y de casi todo el personal del lugar. La chica, Caldwell, Justineau y dos militares, el Sargento Eddie Parks (Paddy Considine) y el soldado Gallagher (Fisayo Akinade), parten hacia Londres para poder comunicarse con Beacon, una base más grande.

El realizador Colm McCarthy, de vasta experiencia televisiva, mantiene la tensión en todo momento y jamás descuida el desarrollo dramático de la historia y sus interrogantes -a diferencia de la mayoría de sus colegas contemporáneos- porque pone sus fichas en la dirección de actores; consiguiendo de este modo trabajos exquisitos de Arterton (la brújula ética del relato), Close (aquí de regreso a los roles tenebrosos aunque con corazón), el siempre eficaz Considine (figura infaltable del cine inglés) y hasta de la revelación Nanua (hoy debutando en el terreno de los largometrajes y dotando de una sensibilidad fascinante a Melanie). Los ambientes urbanos desérticos, los diálogos sinceros entre los personajes e innovaciones como el “gel bloqueador” para no ser detectados y la presencia de zombies apagados/ vegetando son algunos de los muchos detalles admirables que nos regala el film.

Por supuesto que en The girl with all the gifts asimismo entra en juego esa habilidad de los británicos para introducir chispazos de humor negro no tanto en el fluir de la trama sino en su sustrato general y en el desenlace propiamente dicho, en consonancia con la riqueza de los cuentos morales y su denuncia de la hipocresía y los peligros que suelen anidar en coyunturas brutales. El opus de McCarthy es un prodigio de intensidad y talento que reivindica la capacidad de adaptación de los niños y señala su cosificación en manos del Estado, las barrabasadas que se hacen en nombre de la ciencia y la aceptación facilista de la crueldad por parte de los humanos cuando suena cualquier alarma que modifique su estilo de vida. Una vez más caer en el canibalismo explícito termina siendo mejor que seguir en su vertiente implícita, esa que practicamos todos los días en nuestra sociedad demacrada…

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