CRÍTICA DE CINE

Mis Funciones Secretas: Un policía infiltrado en Suiza

Mis funciones secretas

Moskau Einfach! aka
Año
Duración
99 min.
País
 Suiza
Dirección
Guion
Plinio Bachmann, Micha Lewinsky, Barbara Sommer
Música
Ephrem Lüchinger
Fotografía
Tobias Dengler
Reparto
Productora
Langfilm
Género
Comedia | Espionaje. Teatro. Años 80
Sinopsis
Otoño de 1989: mientras el muro está a punto de caer en Berlín, la policía secreta vigila a cientos de miles de personas en Suiza. Viktor, un policía de buen comportamiento, se infiltra en un grupo de teatro de Zúrich para recabar información sobre la gente de izquierdas del teatro y posibles elementos subversivos que al parecer están colaborando con Moscú.
 
CRÍTICA

Dirigida por el suizo Micha Lewinksy («El amigo») y protagonizada por Philippe Graber («Mary y Johnny», «El amigo»), Miriam Stein («Goethe»), Mike Müller («Unfiltradi») y Michael Maertens («Rocca cambia el mundo»), «Mis funciones secretas» es una historia inspirada en un escándalo de espionaje en Suiza ocurrido durante la guerra fría, cuando la policía siguió y espió a casi un millón de ciudadanos sospechosos de tener convicciones políticas de izquierdas.

En lo que se conoce como «el escándalo de los archivos», cuando años más tarde se denunció este asunto, aparecieron más de 700.000 fichas de personas espiadas.   

Otoño de 1989: mientras el muro está cayendo en Berlín, la policía secreta vigila a cientos de miles de personas en Suiza. El agente Viktor –el típico personaje torpe que se encuentra en una misión que le viene grande- es infiltrado en una compañía de teatro de Zurich, sus jefes quieren saber todo de esos actores que consideran «anarquistas peligrosos».

Viktor se hace pasar por un marino contrario a las centrales nucleares y se presenta para trabajar como figurante en los ensayos de la obra de Shakespeare «Noche de Reyes». Lo que complica todo es que Viktor se enamora de Odile, una de las actrices que debe espiar –para hacerlo más emocionante es además hija de un alto cargo de la policía-, y en ese momento se ve obligado a elegir entre los sentimientos y la misión encomendada. 

La obra de Shakespeare habla de engaños y mentiras; en la película todo resulta demasiado complaciente, los policías son caricaturescos y los gags más que previsibles.

En mi opinión, un guión pésimo destroza lo que pudo ser una película interesante. Ni la mente más calenturienta puede imaginar una policía secreta como la que aparece en esta película, con esos personajes que podrían pertenecer a los estereotipos del cine mudo de Chaplin y unas instalaciones que se resumen en un despacho, que ni en la última comisaría de barrio, y un laboratorio fotográfico abierto a los cuatro vientos, por el que pasa todo el mundo.

Tampoco tiene desperdicio esa compañía teatral en la que un figurante se convierte en protagonista solo porque el director es un chalado que cambia de opinión continuamente.

Si no estuviera tan mal contado, todo esto podría ser el material de un Gran Hermano de bolsillo, una fábula de ciudadanos que se vigilan entre sí y en la que los policías sospechan de todos.  

He dado un repaso a los comentarios en la prensa suiza y me encuentro con que una parte de la crítica está encantada y encuentra en la película una ironía que yo no he apreciado. Otros, en cambio, no soportan el tono edulcorante con que se juzgan unos hechos que ocurrieron realmente: durante años la policía suiza se estuvo  infiltrando en los movimientos de izquierdas, como consta en el libro «La doble vida del policía Willy S.», de la periodista Tanjia Polli

Puede que yo tenga la piel demasiado fina, pero se me ha puesto auténtica carne de gallina asistiendo a la soflama de la actriz, vestida como para actuar en la familia Trapp, reclamando el ejército que los suizos no querían tener.