CRÍTICA DE CINE

Nadie nos mira: la real diferencia entre ser y estar

Julia Solomonoff (El último verano de la Boyita) dirige esta película que ha co-escrito junto a Christina Lazaridi (Coming Up Roses). Su reparto está formado por los actores Guillermo Pfening (El otro: no todo es lo que ves), Cristina Morrison (Feriado), Paola Baldion (La Pantalla Desnuda), Rafael Ferro (La vida después) y Marco Antonio Caponi (Pasaje de vida).

Drama | 102 min. | Argentina-Colombia-USA | 2017

Título: Nadie nos mira.
Título original: Nadie nos mira.
Director: Julia Solomonoff.
Guión: Christina Lazaridi, Julia Solomonoff.

Intérpretes: Guillermo Pfening, Cristina Morrison, Elena Roger, Paola Baldion.

Estreno en España: 22/06/2018 
Productora: Aleph Motion Pictures / CEPA Audiovisual / Epicentre Films / La Panda

Distribuidora: Versus Entertainment. 

 

Sinopsis

Nico (Guillermo Pfening) es un actor argentino que, debido a un desengaño amoroso, decide probar suerte en Nueva York. Pero pronto descubre que por su aspecto físico no encaja, ya que es demasiado caucásico para parecer latino, y tiene un acento demasiado cerrado para parecer estadounidense.

Así que Nico termina trabajando como cuidador de Theo, un bebé al que va a quedar unido de forma inesperada. A través de Theo conoce a un grupo de niñeras latinas en el parque que frecuentan. Es entonces cuando descubre las experiencias de otros inmigrantes, algunas mucho más duras que la suya, lo que le lleva a enfrentarse con la naturaleza destructiva de su exilio autoimpuesto.

Crítica

Nico (Guillermo Pfening) es un actor conocido de la televisión argentina que, cansado del formato de las telenovelas, viaja a Estados Unidos con el anhelo de consagrarse profesionalmente. Sin embargo, las posibilidades de conseguir un papel parecen más difíciles de lo que imaginaba y su imagen de hombre blanco y rubio se vuelve un problema ya que no encaja con el estereotipo de personaje latino que las productoras buscan. Desocupado y con la visa vencida, Nico comienza a trabajar como niñero del bebé de su amiga Andrea (Elena Roger), una argentina que dicta clases de Yoga.

La tercera película de Julia Solomonoff transcurre casi completamente en Nueva York, ciudad en la que luego de idas y venidas, la directora decidió para instalarse definitivamente en 2009.

La tercera película de Julia Solomonoff transcurre casi completamente en Nueva York, ciudad en la que luego de idas y venidas, la directora decidió para instalarse definitivamente en 2009. Nadie mejor que ella para contar una historia acerca del desarraigo, la identidad y los prejuicios con los que debe lidiar día a día el inmigrante que arriba a la tierra del tío Trump.

Durante el tiempo en que se desarrolla su estadía en La Gran Manzana, Nico establece cierto vínculo con las niñeras del parque donde lleva al bebé. Todas ellas son latinoamericanas contratadas por padres cuya intención es que sus hijos también aprendan español. El choque cultural resulta de lo más habitual en aquella ciudad inmensa, repleta de turistas deslumbrados por la oferta de entretenimiento que presenta. No obstante, no hace falta hurgar mucho para ver cómo el desencanto, la soledad y la mentira del American Dream conviven permanentemente en la vida de quienes se trasladan a Estados Unidos para probar suerte.

Con el correr del metraje descubrimos, a través de llamadas y flashbacks, que su prometedora carrera en la ficción nacional no es lo único que Nico deja atrás. Emigrar es, además, la alternativa que el joven encuentra para escapar de una relación amorosa enfermiza. Se trata del lazo que mantiene con Martín (Rafael Ferro), el ex productor del programa que lo llevó al éxito. Este hombre casado que lo llama “primo” con el fin de ocultar su orientación sexual, es quien verdaderamente puede hacer convulsionar el proyecto de reinvención de Nico.

La experiencia de Nico sobreviviendo en territorio anglosajón es, sobre todas las cosas, una aventura de autodescubriemiento. El protagonista necesita conocer sus debilidades, sus fortalezas y ver hasta dónde está dispuesto a soportar con tal de evitar volver a la Argentina con las manos vacías. Esa representación del fracaso y la angustia que conlleva son las que Nico intenta disimular ante personajes como su mamá, Andrea, Martín o cualquier nexo esporádico que surja en Nueva York. A fin de cuentas, su trato más sincero, con el que no debe esconder la vergüenza que le produce su situación económica vulnerable, termina siendo con ese bebé que debe cuidar.

En una de las últimas escenas en la ciudad de las luces, el joven actor va a visitar a una ex pareja, un chico norteamericano. Éste le manifiesta a Nico que está aprendiendo a hablar español, pero, como suele ocurrirle a la mayoría de los que se inician en el idioma, tiene muchos problemas con los verbos “ser” y “estar”. Aunque a simple vista parezca una secuencia menor, en realidad, simboliza la analogía perfecta del drama de la película: el lugar de pertenencia y en el que te encontrás. La esencia y la variación. Dos constantes con las que aprendemos a conocer el mundo.

Nadie Nos Mira es una película imprescindible para los tiempos presentes. La directora ofrece una visión casi autobiográfica sobre el fenómeno de la inmigración en un contexto en que la era Trump lo pone de relieve. Desde una mirada natural e intimista, Solomonoff lleva a que el espectador se plantee cómo se funda la identidad frente a una cultura ajena y, sobre todo, qué hacemos cuando nadie está observando.