sábado. 20.04.2024
CRÍTICA DE CINE

Regreso a Montauk: Las huellas del pasado

Retorno a Montauk, película que también supone el regresso a la dirección del afamado cineasta Volker Schlöndorff (El tambor de hojalata, El silencio tres el disparo) y que se presentó con todos los honores en el transcurso del pasado Festival de Cine de Berlín, se inspira en la obra Montauk (1975), de Max Frisch, 

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Drama| 106 min. | Alemania 2017

Título: Regrso a Montauk.
Título original: Return to Montauk.
Director: Volker Schlöndorff.
Guión: Volker Schlöndorff, Colm Tóibín (Novela: Max Frisch).
Actores: Stellan Skarsgård, Nina Hoss, Niels Arestrup, Robert Seeliger.

Estreno en España: 04/08/2017 
Productora: Film and Music Entertainment (F&ME) / Gaumont / Pyramide Productions / Savage Productions / Volksfilm / Ziegler Film.

Distribuidora: Golem.

Sinopsis

Año 1989, el muro de Berlín está a punto de caer. Un agente del MI6 encubierto aparece muerto y la espía Lorraine Broughton (Charlize Theron) debe encontrar por todos los medios una lista que el agente estaba intentando hacer llegar a Occidente, y en la que figuran los nombres de todos los agentes encubiertos que trabajan en Berlín oriental. Lorraine no se detendrá ante nada para conseguir dar con esa lista, enfrentándose a varios asesinos y sumergiéndose en un mundo en el que nadie parece ser quien dice ser.

Crítica

"Existen dos tipos de remordimientos, los producidos por las cosas que has hecho y por las  que no has hecho." Max habla con la càmera fijada a su rostro, explicándonos cosas de su padre, de la filosofía y también de su vida. No sabemos donde estamos pero sí que sus palabras tienen un poderoso eco. A continuación, la cámara se aleja y con su movimiento nos ayuda a comprender. Estamos en Nueva York, en la presentación de un libro, escrito por Max, un autor de éxito estacionado en Berlín que después de muchos años acaba de regresar a la Gran Manzana. Su mujer está a su lado, su asistente le protegí y los invitados le alaban.

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El director germano ha conseguido impregnar el conjunto con su propia identidad.

Un encuentro casual con un viejo amigo, nos hace suponer que entre los dos existen pensamientos no expresados ​​y ocultos. El misterio no tarda en desvelarse: el secreto de Max se llama Rebecca. Rebecca fue su amor de la juventud, el tiempo perdido y la oportunidad desaprovechada que desgarra el corazón. Es la verdadera protagonista de su novela y la razón de su regreso a Nueva York. Un oscuro objeto del deseo que todavía está vivo y latente en su vida y que le insta a una afanosa búsqueda de la mujer sin preocuparse por las consecuencias que sus actos puedan acarrear. Lo que no sabe  es que cuando la encuentre no todo será miel sobre hojuelas, pues no siempre el tiempo cura las heridas y el pasado, sin duda, no se puede rebobinar.

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Retorno a Montauk, película que también supone el regreso a la dirección del afamado cineasta Volker Schlöndorff (El tambor de hojalata, El silencio tres el disparo) y que se presentó con todos los honores en el transcurso del pasado Festival de Cine de Berlín, se inspira en la obra Montauk (1975), de Max Frisch, arquitecto y escritor suizo en llengua alemana dedicado especialmente al teatro y a la novel·la y a la sazón buen amigo del director. A pesar de que el texto original no se prestaba a una adaptación a la gran pantalla, con la ayuda del guionista Colm Tóibín (Brooklyn), finalmente se produjo el milagro. El director ha conseguido impregnar el conjunto con su propia identidad, destacando sobremanera la gran actuación de la pareja protagonista, los experimentados Stellan Skarsgård (Ninfómana 1 y 2) y Nina Hoss (Bárbara) quienes consiguen que sus personajes  luzcan tan reales como tangibles.

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Aunque hay que aplaudir la intención de querer dar voz a las almas, algo que desde luego tiene que suponer una tarea harto complicada a la hora de plasmar ese tipo de sentimiento en imágenes, el resultado final dista de ser todo lo satisfactorio que el espectador desearía. La peripecia no acaba de tocarnos de manera profunda, no deja huella en nuestra retina, quizás debido a la indefinición de géneros (el film comienza a modo de thriller y paulatinamente se va instalando en territorios más dramáticos) que acaban por apelmazar el desarrollo argumental. Es una lástima, porque las palabras iniciales pronunciadas por Max son tan intrigantes que las expectativas crecen y de qué manera, pero el pulso no se sostiene.

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En definitiva, un trabajo que gana enteros por la buena labor de su dúo protagónico, capaces de transmitir felicidad y dolor tan sólo mediante sus profundas miradas, pero que desaprovecha su meritorio primer tramo al no poder llegar a desmadejar su propia complejidad narrativa, optando por concluir el relato de manera precipitada e insatisfactoria, cuando se debía haber permitido respirar un poco más a algunas de las líneas argumentales planteadas.


 

Regreso a Montauk: Las huellas del pasado