CRÍTICA DE CINE

Sheep without a Shepherd: El Plan

Sheep Without a Shepherd

 
Título original
Wu sha aka
Año
Duración
112 min.
País
 China
Dirección
Guion
Kaihua Fan, Jeethu Joseph, Sheng Lei, Peng Li, Yuqian Qin, Weiwei Yang, Pei Zhai
Fotografía
Zhang Ying
Reparto
Género
Drama. Thriller | Crimen
Sinopsis
Un hombre emplea medidas desesperadas para salvar a su familia cuando descubre que han cometido un crimen.
 
CRÍTICA

Sin duda una de las sorpresas del recién finalizado Festival nits de cinema oriental de VIc (aprovechamos la ocasión para felicitar a todo el equipo por su total implicación en que el evento llegara a buen puerto en unas condiciones tan complicadas como las que estamos viviendo) fue la proyección de la que a la postre se erigiría como ganadora absoluta del certámen. Nos referimos a la adrenalítica Sheep Without a Shepherd (Wu Sha, 2019), cuyo título original (en chino, se comprende), se podría traducir como Homicidio Involuntario, un auténtico alarde visual-narrativo firmado, y eso es lo más relevante, por el debutante realizador chino de ascendencia malaya Sam Quah, quien estrenó hace poco en su país natal la serie dramática Detective Chinatown, a la que habrá que seguirle la pista.

El film, un exitazo en taquilla en su primer fin de semana de estreno, es un remake de la cinta india Drishyam que aún no hemos tenido la oportunidad de ver, aunque la mayoría de críticas hablan maravillas. Sería necesario un ejercicio de cotejo para valorar los méritos del remake en su justa medida, pero aquí nos remitiremos tan solo al visionado de la adaptación quedando como deber inexcusable visionar el film seminal. Estamos ante una producción que atrapa desde el primer fotograma. Suspense, melodrama, crítica social, algunas gotitas de humor irónico y sobre todo, mucho cine, con una labor de montaje y fotografía dignas de encomio, añadiendo a su vez un elenco actoral en estado de gracia, donde destaca sobremanera la presencia de una inconmensurable Joan Chen, quien brilla en un rol tan antipático como disfrutable (ojo al momento "intimista" con la hija menor de la familia protagonista, un contrapicado digno de ser obsequiado con las dos orejas y el rabo). Sus compañeros de reparto no le andan a la zaga, retroalimentándose en una continuación de excelsas interpretaciones de carisma y atractivo insoslayable, un auténtico tour de force donde cada impresionante giro de guion viene refrendado por la autenticidad que saben transmitir todos y cada uno de los protagonistas, desde los más veteranos hasta los más noveles.

La trama es la de espiral "in crescendo" con retruécano incorporado y salto mortal con tirabuzón inverso. La acción te atrapa ( ¡y de qué manera!) hasta el pitido final, con epílogo tranquilo incorporado para que te puedes dejar las manos aplaudiendo hasta que aparezcan los títulos de crédito. Aquí no nos vamos a dedicar a destripar el laborioso guion; para eso hay que armarse de valor e ir a ver la película si alguna piadosa distribuidora patria se hace con ella (cruzamos los dedos). Tan solo diremos que todo parte de un hecho trágico y lamentable, y que a partir de ahí se desencadenan una serie de acontecimientos vengativos tan violentos como disfrutables que desembocarán en una laboriosa investigación policial donde todo y todos estarán interrelacionados en un juego del gato y el ratón que tendrá unas consecuencias inimaginables. Y es que amparándose en el metacine (el héroe de la función es un apasionado de los thrillers, aunque esa afición desmedida acabe por pasarle factura) el director nos obsequia con un alarde de vericuetos sorpresivos donde nada es lo que parece, un ejercicio de orfebrería filmada que sorprende por su contundencia y por su capacidad de esquinarse en subtramas afluentes igual de sustanciosas que enriquecen el meollo central. Y para rizar el rizo sabe pasar con maestría de la anécdota individual al juicio social más censurable, aquél en el que los más pobres y desfavorecidos se ven a merced de los poderosos opresores sin oportunidad de salvación...o eso parece.

El uso de la metáfora como símbolo del compromiso social  se convierte así en el arma más eficaz para luchar contra la injusticia latente, aunque en otra vuelta de tuerca admirable finalmente se vuelva a la esencia del caso que sirve de espoleta colectiva para apuntalar la importnacia del núcleo consanguíneo como último refugio donde dirimir la verdadera batalla, aquella que enfrentará a dos familias protectoras de su prole en un duelo directo que nos transportará a niveles de dramatismo insospechado, un espectáculo de angustias enfrentadas y de fulgurantes miradas amenazantes entre soliviantados progenitores que hielan la sangre. Todo ello con la pericia berlanguiana por parte de los hacedores de situar los acontecimientos lejos del foco autóctono que hubiera provocado la actuación inmediata de los órganos censores. Aquí las fuerzas del orden licensiosas son las tailandesas, y los que sufren las consecuencias de su putrefacción son los sufridos ciudadanos chinos.

Y es que Sheep without a Shepherd es también una película sobre corrupción, poder político y policial, sobre el acoso frecuente que debe sufrir el ciudadano, pero también es una historia dramática de padres separados por diferentes problemas, que conducen a un infortunio en el que la víctima se convierte en verdugo y viceversa. Todo aderezado con una mirada humana por parte del director hacia todos sus personajes que autentifica su mensaje. ¡Indispensable!.