CRÍTICA DE CINE

Siempre Juntos (Benzinho): Oda a la madre

Irene (Karina Teller) es una madre de familia y ama de casa de 40 años que vive junto a sus cuatro hijos en Petrópolis, en Rio de Janeiro. El mayor de ellos, Fernando, acaba de conseguir un contrato con un equipo alemán de balonmano, lo que le obliga a mudarse a otro país. La noticia es celebrada por toda la familia, menos su madre, quién ve lo que está por venir: la marcha de su primogénito. Por eso, tendrá que afrontar la nueva vida que se avecina y aprender a construir una nueva rutina para no caer en la ansiedad y mantener a los suyos unidos, mientras se prepara para separarse de su hijo.

Drama | 95 min. | Brasil | 2018

Título: Siempre Juntos (Benzinho).
Título original: Benzinho.
Director: Gustavo Pizzi.
Guión: Gustavo Pizzi, Karine Teles.

Intérpretes: Adriana Esteves, Karine Teles, Otávio Müller, Pablo Riera.

Estreno en España: 03/08/2018 
Productora: Bubbles Project, TV Zero, Baleia Filmes, Mutante Cine.

Distribuidora: BTeam Pictures.

 

Sinopsis

Irene (Karina Teller) es una madre de familia y ama de casa de 40 años que vive junto a sus cuatro hijos en Petrópolis, en Rio de Janeiro. El mayor de ellos, Fernando, acaba de conseguir un contrato con un equipo alemán de balonmano, lo que le obliga a mudarse a otro país. La noticia es celebrada por toda la familia, menos su madre, quién ve lo que está por venir: la marcha de su primogénito. Por eso, tendrá que afrontar la nueva vida que se avecina y aprender a construir una nueva rutina para no caer en la ansiedad y mantener a los suyos unidos, mientras se prepara para separarse de su hijo.

Crítica

Fernando entra triunfante para dar la buena nueva. La oportunidad de su vida le espera en la lejana Alemania. A su madre, Irene, se le cae el mundo encima cuando se da cuenta del verdadero reto: el primer polluelo prende vuelo. A modo de metáfora, en medio de la euforia de los hermanos, el grifo de la cocina revienta, inundando media cocina. El film ocurre durante los últimos días del clan familiar íntegro, mientras la madre intenta no derrumbarse de este zarandeo.

Con su mirada llena de cariño, al film minimalista no le hace falta nada más para convertirse en una historia tan universal como a la vez íntima.

Con su mirada llena de cariño, al film minimalista no le hace falta nada más para convertirse en una historia tan universal como a la vez íntima. El realismo del metraje es lo que la hace no convencional y maravillosa. La dirección de Pizzi se zambulle en la madraza Irene y en su psique, un personaje fuerte y débil a la vez. Mientras el espectador goza de su día a día, ve como sus sentimientos afloran. Irene no puede evitar ser nostálgica y es incapaz de adaptarse a los cambios que dejan atrás al pasado, sobre todo por lo que respeta a su hijo. Él ya no es un niño. Y debe vivir su propia vida, formarse como persona individual.

Pero Irene no se rinde, mientras está en esta lucha interna, sigue siendo la esencia de lo que es una madre, hacer malabares forma parte de su modus operandi. Trabajar, cuidar de sus hijos, apoyar las ambiciones (poco realistas) de su marido… Irene no solo está pendiente de sus
hijos, también es el apoyo emocional de su esposo, siempre empeñado en proyectos económicos irrealizables. Irene es también una mujer valiente que se expone físicamente cuando su familia corre peligro, al enfrentarse al violento marido de su hermana y rescatándola a ella y a su sobrino del maltrato.

Todo esto sería imposible sin la magistral interpretación de Karine Teles. La complejidad y el realismo es lo que hacen a este personaje tan interesante. La película elige cuidadosamente los detalles para darle una calidez especial, recordando a la prestigiosa Aquarius (Kleber Mendonça Filho, 2016), con la gran Sônia Braga como Doña Clara. En ambas, la protagonista es contradictoria, toda una hazaña si se tiene en cuenta que los personajes femeninos en contadas ocasiones son dibujados con tantos matices en las representaciones cinematográficas.

Además, el tándem que forma Teles con Pizzi en el bien construido guión es sensacional. Es evidente que ambos beben de memorias personales. Juntos han tejido un tapiz familiar asombrosamente cercano, ya que la historia solo abarca unas semanas, pero da la sensación de conocer las experiencias de este clan desde al menos dos décadas. De una manera honestamente realista vivimos la inevitable rendición y entrega final en cualquier madre, el partir del hijo.

A través de la trama familiar, el film nos muestra el evidente empobrecimiento de la clase media brasileña. La familia intenta ir tirando mientras Irene busca otras soluciones para salir a flote. La naturalidad que desprenden las situaciones hace imposible no sentirse identificado. Aunque el film tiene ese toque de drama social, el mérito es doble, ya que no cae en regodearse en el sufrimiento de los problemas de una familia trabajadora y humilde. Las escenas cotidianas con la familia no tienen precio. Los hermanos mayores bañando a los pequeños, la tarde en el jardín regando y jugando con la manguera... Esta es la pequeña colección de escenas que dan profundidad a la unión familiar.