CRÍTICA DE CINE

Sieranevada: Varias horas con la familia (y algunos más)

Cristi Puiu bebe de la experiencia de la muerte de su padre y traslada su sensación de desconcierto ante la vorágine de personajes que confluyen en el espacio reducido de un piso de Bucarest. 

Drama | 173 min. | Rumanía-Francia 2016

Título: Sieranevada.
Título original: Sieranevada.
Director: Cristi Puiu.
Guión: Cristi Puiu​.
Actores: Mimi Branescu, Bogdan Dumitrache, Catalina Moga, Dana Dogaru.

Estreno en España: 21/07/2017 
Productora: ARTE France Cinéma / Alcatraz Film / Mandragora

Distribuidora: Golem.

Sinopsis

Tres días después del atentado terrorista contra Charlie Hebdo y cuarenta desde el fallecimiento del padre de Lary, este médico de 40 años tiene que acudir a una comida familiar en memoria del difunto. Pero la velada no se desarrolla acorde a las expectativas de nadie y, a medida que el párroco que debía bendecir los alimentos se retrasa, se empiezan a suceder los obstáculos y a salir a flote los conflictos. Por su parte, Lary se ve obligado a confrontar sus miedos y su pasado, mientras duda si contar su versión de la verdad y reconsidera el lugar que tiene dentro de su familia.

Crítica

Cuando alguien muere en Rumania, es habitual celebrar en la vivienda del difunto una reunión social que congrega a familiares, amigos y vecinos del fallecido. Encuentros en que el homenaje, la comida y los recuerdos suponen el nexo entre personajes que, tal vez, no se han visto nunca en la vida. Cristi Puiu bebe de la experiencia de la muerte de su padre y traslada su sensación de desconcierto ante la vorágine de personajes que confluyen en el espacio reducido de un piso de Bucarest. 

Sieranevada podría caer en los tópicos de los dramas familiares que propician este tipo de situaciones, pero no es el caso, ya que el film rompe con los convencionalismos del subgénero mediante su propuesta observacional.

Sieranevada podría caer en los tópicos de los dramas familiares que propician este tipo de situaciones, pero no es el caso, ya que el film rompe con los convencionalismos del subgénero mediante su propuesta observacional. Según la tradición ortodoxa, el alma del muerto continúa vagando por la casa y sus lugares habituales durante 40 días, hasta que se libra de las cadenas del mundo. Puiu aprovecha la creencia religiosa para fijar el punto de vista del relato, compartiendo la mirada del espectador con la del extinto, y así poder capturar un fresco costumbrista de la Rumania presente. La cámara contempla, como si fuera un impasible asistente, las interacciones diversas entre el considerable número de personas que pasan por uno de los pisos más claustrofóbicos vistos en una pantalla, poniendo el acento en el hijo del fallecido y su mujer. 

Poco sabemos y, realmente, poco más sabremos de los personajes una vez terminada la narración, ni tampoco seremos testigos de grandilocuentes, afectadas y sobreactuadas revelaciones; pero eso no importa, ya que el interés reside en atrapar unos humanos en un sitio concreto a lo largo de un periodo determinado que discurre prácticamente a tiempo real. Desde la depuración narrativa, Puiu confía en el retrato de acciones mundanas, sin un propósito decisivo en el relato, para exponer las actitudes y los procedimientos de la sociedad rumana. Aunque para llevar a cabo su objetivo de forma satisfactoria era necesaria la presencia de intérpretes, el efecto conseguido es similar al que se obtendría de plantar varias cámaras en distintas habitaciones del apartamento y dejar transcurrir los minutos, casi sin alteración alguna.

La desnudez de Sieranevada se hace eco de un país que, a pesar de estar ya inscrito dentro del sistema global –visible en las varias conversaciones acerca de la amenaza terrorista mundial y de la paranoia conspirativa de los gobiernos-, y potenciado desde su entrada en la Unión Europea hace ya diez años, vive aún en la sombra del comunismo y la dictadura de Ceaucescu. El conservadurismo y el progreso encarnados en los personajes confluyen en unos pocos metros cuadrados para certificar el estado de transición en el que aún vive Rumanía, en otro capítulo de la gran estampa generacional que es La Nueva Ola Rumana.

A diferencia de otros compañeros de promoción como Cristian Mungiu o Calin Peter Netzer, Puiu opta por un estilo aún menos encorsetado, sujeto a la fluidez temporal y al libre desarrollo de los personajes por el relato, en el que esta vez sí que el humor hace un sutil y oscuro acto de presencia. Chispas con el mismo grado de antipatía que las de un vecino cercano como el griego Yorgos Lanthimos, pero sin caer en los abusos físicos ni salirse de los parámetros realistas.

Tan desmesurada como austera, Sieranevada es una concepción fílmica que bien podría durar 10 minutos como 10 horas. A la vez, también da para hablar tanto 10 segundos como 10 horas, dependiendo de lo predispuesto que el receptor esté ante esta propuesta de exigente y un tanto disperso visionado, de digestión compleja, pero, al final, de gratificante resultado. 

Como en muchos casos del cine contemporáneo, el placer no se encuentra mientras las imágenes corren ante los ojos, sino en la sensación de plenitud que se da a posteriori, al procesar lo que se ha visto. Y en este aspecto, Sieranevada contiene un notable premio para todo espectador con ansias de que le remuevan de manera invisible su interior. Como si involuntariamente se hubiera tragado un espíritu.