CRÍTICA DE CINE

Viaje a Nara (Visión): Complicado melodrama japonés

Película escrita y dirigida por la cineasta japonesa Naomi Kawase (Hacia la luz, Una pastelería en Tokio) que protagonizan Juliette Binoche (Un sol interior) y Masatoshi Nagase (Paterson).

Drama| 109 min. |Japón-Francia| 2018

Título: Viaje a Nara (Visión).
Título original: Vision.

Director: Naomi Kawase.
Guión: José Luís Cuerda.

Intérpretes: Juliette Binoche, Masatoshi Nagase, Mirai Moriyama, Min Tanaka.

Estreno en España: 28/12/2018 
Productora: Kumie / Slot Machine

Distribuidora: BTeam Pictures.

 

Sinopsis

En la región japonesa de Nara, Jeanne (Juliette Binoche), una ensayista francesa, conoce a Satoshi (Masatoshi Nagase), un misterioso hombre que vive en las montañas. A pesar de la barrera del lenguaje y la cultura, ambos sentirán la necesidad de acercarse el uno al otro.

Crítica

Historia confusa en la que es imposible saber que nos han querido contar, “Viaje a Nara (Visión)” la última película  de Naomi Kawase (“Una Pastelería en Tokio”, “Hacia la luz”) es un film contemplativo, poético y ecológico, una declaración de amor a la naturaleza, una oda a los bosques cargados de bruma, a las plantas que crecen en los jardines, las manos que acarician los troncos de los árboles.

Todo está salpicado por secuencias documentales más propias de la publicidad de una oficina de turismo local.

Y, en medio de esta saturación de verde, una Juliette Binoche(“Camille Claudel”, “Nadie quiere la noche”, “Cosmopolis”) que suspira enamorada de un japonés arisco que corta leña continuamente, que sufre de celos, que escribe lo nombres de las plantas en un cuaderno, que ilumina su rostro a la vista de un niño…y todo salpicado por secuencias documentales más propias de la publicidad de una oficina de turismo local.

En la región japonesa de Nara, Jeanne, una ensayista francesa (Juliette Binoche) que quiere encontrar una planta medicinal llamada Visión, que cauteriza las heridas del alma y tiene la facultad de autodestruirse, conoce a Tomo, un guarda forestal que vive con su perro en las montañas (Masatoshi Nagase, “Las delicias de Tokio”, “La sirvienta y el samurái”, “Paterson”).

Jeanne se instala en la cabaña del guarda y Tomo le acompaña en la búsqueda de las huellas de su pasado: hace veinte años, en ese bosque de Nara, famoso por sus cerezos,  Jeanne vivió su primer amor. A pesar de la barrera del lenguaje y la cultura, ambos sentirán la necesidad de acercarse el uno al otro. También forma parte de la historia Rin (Takanori Iwata, actor y bailarín japonés, “Dear sister”, “High and Low”), un joven que se ha herido en el bosque y se incorpora a la cabaña de Tomo. Dicho así parece tan sencillo como en la sinopsis de la película. Visto en la pantalla, este melodrama japonés es una mezcla confusa de psicoanálisis y misticismo, sin línea argumental, sensible y hermética como los bosques, y lenta, lentísima, salpicada de “diálogos metafísicos de un simplismo embarazoso” (Alain Zind, Critikat)

Película, que duda cabe, parsimoniosa y complaciente, con unas partes humanas débiles no cohesionados con el resto del relato, al que le falta pulsión. Son las partes arbóreas con música las que más destacan de la película, que gracias a una hermosa fotografía y gusto en el encuadre nos brinda momentos muy hermosos. Película no excepcional ni mucho menos, pero con algunos aciertos aislados.