SEFF - DÍA 3

Tercera jornada del festival y podríamos decir que incluso última en su actual formato ya que en los momentos que escribimos esta crónica, desde el festival han tenido que volver a reprogramar todo el festival debido a las nuevas normas promovidas desde la Junta de Andalucía para frenar la expansión del Covid19.

Crónica firmada por Miguel Ángel Torres Ponce

Tercera jornada del festival y podríamos decir que incluso última en su actual formato ya que en los momentos que escribimos esta crónica, desde el festival han tenido que volver a reprogramar todo el festival debido a las nuevas normas promovidas desde la Junta de Andalucía para frenar la expansión del Covid19 y entre las que se encuentra el cierre de todo comercio no esencial a las seis de la tarde a partir del martes, en el que se incluyen los cines. Una medida que pronosticamos va a generar una catástrofe en las salas de cine de toda Andalucía estigmatizando aún más a la cultura la cual ha demostrado ser hasta ahora un espacio seguro y libre de contagios. Así que a partir del martes las sesiones que acaben o empiecen después de las seis de la tarde serán eliminadas y reprogramadas.

Desde aquí mandamos un enorme aplauso a toda persona involucrada en el Festival de Cine Europeo de Sevilla y en su valentía por seguir contra viento y marea, y a pesar de todos los obstáculos que le están poniendo, para ofrecer un evento presencial, único y nos consta que con total seguridad para todos los espectadores de las salas. Al final hay que darle la razón a Petzold cuando el primer día citó a Cabrol y su frase: los hombres viven, las mujeres sobreviven y el cine es acerca de la supervivencia, aunque el contexto fuera distinto.

Esta jornada comienza con Karen, segundo largometraje de la directora María Pérez Sanz, sobre la vida de la escritora Karen Blixen (que firmaba sus obras como Isak Dinesen), cuya obra más popular fue aquella Memorias de África que tuvo la no menos popular y oscarizada versión de la mano de Sidney Pollack, con las actuaciones de Meryl Streep y Robert Redford y por supuesto la maravillosa e inconfundible banda sonora de John Barry.

Sin embargo, lo interesante y que hace grande a esta película es que desde su mismo principio se intenta desvincular acertadamente de todo rastro de aquella película y su matiz hollywoodiense, optando más por un retrato íntimo y cercano con el espectador de la vida de la escritora, otro gran acierto la elección de Christina Rosenvinge para interpretarla, y su romance con el criado con un ojo puesto en el melodrama que nos hace recordar aquellas Lejos del Cielo o Mildred Pierce de Todd Hayness, también por el uso y recurso de los gestos y las miradas que reflejan la pasión y la soledad de la figura femenina.

A continuación, con Borrar el Historial de Benoît Delépine y Gustave Kervern, nos encontramos una divertida comedia sobre la alienación y el control de la tecnología y los medios digitales sobre un grupo de vecinos que desde el comienzo ya se nos antoja mucho más mordaz y efectiva que aquella Echo de la jornada pasada, con un muy disfrutable formato de gags por escena y gusto por la caricatura.

Para el recuerdo queda la descacharrante autoparodia que se hace Michel Houellebecq, siempre dado a estos juegos metaficcionales.

El problema llega cuando ya en su tercio final la película prefiere apartar la diversión loca por la moralina fácil dando redención a todos sus personajes

Nuestro día acaba con Seven Small Coincidences, el regreso, tras quince años de retiro cinematográfico, del cineasta húngaro Péter Gothár donde una profesora de canto que vive con su esposo y su hijo adolescente recibe el regreso a su vida de una antigua alumna que trastocará primero su vida y luego la de su hijo.
Si hay algo que no se le podrá reprochar a Gothár es la libertad de creación en esta obra donde esa relación que en papel podría recordarnos al Teorema de Pasolini o más bien a su reinterpretación excesiva de parte de François Ozon en Sitcom, se aleje completamente de todo aquello y prefiera un vuelo libre por todos los géneros y movimientos del cine en un repaso que podría ser perfectamente la historia del medio en sí misma o incluso entregando una maravillosa y cómica escena dentro de un automóvil llegando casi a su final.

Pero tanta libertad también tiene su lado negativo cuando muchas veces las ocurrencias del director no terminen de ser efectivas para la historia o algún espectador no entre en el particular juego metarreferencial del director.