jueves. 25.04.2024

Esto ya se acaba. Hoy es el último día de pases para la prensa del festival, que empieza con la última película de los hermanos Taviani, que recibirán este año el Giraldilo de Honor a su prolífica carrera. Ellos nos traen Una Questione Privata, una historia ambientada en la Guerra Civil Italina y basada libremente en la novela de Beppe Fenoglio y que nos cuenta un particular triángulo amoroso entre una joven y dos amigos partisanos. Cuando uno de ellos sea capturado, el otro hará lo imposible por salvarlo y conocer la verdad sobre su relación con la chica.

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Una puesta en escena sobria, con un recurso muy recurrente de una niebla que lo envuelve todo y que convierte sus imágenes casi en una película de misterio o terror son los puntos a favor de este drama romántico que no empero tiene poco más que ofrecer en un retrato de los personajes y sus relaciones que ya hemos visto más veces en otras historias de triángulos amorosos.

Nuestro último pase de prensa en el festival es para L’Atelier de Laurent Cantet y que nos devuelve en parte al autor de Entre les murs, también la vuelta del guionista de sus mejores obras Robin Campillo, al que hemos echado en falta en esta edición de festival con su aclamada 120 Battements par minute, con la historia de un particular grupo de jóvenes que forman parte de un taller de escritura creativa que junto a su profesora deciden abordar la creación de una novela negra ambientada en los astilleros de su ciudad.

La lluvia de ideas que van surgiendo entre todos ellos para formar parte de la obra nos lleva a el desvelo de sus deseos, temores y fantasias, sacando a relucir un retrato de la juventud francesa preocupada por temas sociales como el racismo o el terrorismo y que más bien parecen un panfleto de mitin político en ocasiones.

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Sin embargo, Cantet se guarda un as bajo la manga con la vida de uno de esos jóvenes que forman parte del grupo, Antoine, interpretado por Mathieu Lucci, que comienza un duelo con la profesora, en una relación que explora los deseos más oscuros de ambos. Para nuestra pena, la cosa nunca acaba de explotar y cuando lo hace parece insuficiente para la bomba de relojería que parecían tener el director y su guionista en sus manos.

Con la tarde llega una de esas coproducciones entre Asia y Europa que tan buenos momentos dan en este festival y que en esta ocasión nos trae lo último de Hong Sang-soo (en uno de sus años más fecundos) con La Caméra de Claire, donde gracias a una cámara polaroid que porta una contenida y divertida Isabelle Huppert y que posee la cualidad de cambiar la vida de la persona a la que fotografía y con el marco de un festival de Cannes como telón de fondo, se habla de los temas universales del cine: el amor, la decepción, los celos, ambiciones y adicciones de los personajes de esta bella historia y que nos regala un maravilloso personaje en la forma de gran perro que a pesar pasarse toda la película tumbado, se convierte en un robaplanos cada vez que aparece.

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Sang-soo se desmarca un poco del festival de cine y nos muestra otra Cannes, una de bellos paseos marítimos, de conversaciones en cafés y cenas a la puesta de sol, así como en enseñarnos ese otro festival, el que está tras las salas de cine, en los despachos y trastiendas de cajas de catálogos, regalos y posters.

La sencillez con la que está llevada la película y su corta duración (poco más de una hora) nos demuestra que no son necesarios los grandes alardes técnicos y la trascendencia de manual de autoayuda para contar una gran historia y nos hace soñar con quizás más filmes de este tipo en un festival como este.

Nuestra siguiente película Madame Hyde volvemos a ver a Isabelle Huppert, esta vez mucho más loca, más gesticular y hasta inquietante en la nueva película de Serge Bozon utiliza como material de partida la inmortal obra de R. L. Stevenson y la enmarca en el terreno de educación, con la historia de una maestra que a pesar de sus años en la docencia sigue siendo un cero a la izquierda en su instituto, siendo la burla constante de sus alumnos y cuyo único consuelo es su fiel esposo que la espera cada vez que vuelve a casa.

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Muy divertida, con tendencia al slaptick, a la comedia más exacerbada y con un secundario como Romain Duris y sus movimientos de pelo que hace que la carcajada pura estalle en la sala, no deja de ocultar un tema más serio como las relaciones docentes y el arte de la enseñanza que se explora con todas las (fatales) consecuencias en su último acto.

La noche acaba con Cosmos, última película de Andrzej Zulawski, que tras un largo lapso de tiempo sin traernos nada (La Fidelité es del año 2000) y poco antes de dejarnos para siempre adapta una de las novelas más inadaptables de Witold Gombrowicz cuyo argumento es una sucesión de tramas interconectadas tras el encuentro de un pájaro ahorcado en un árbol y que da lugar a una extraña trama policiaca, un whodunit clásico pero a la vez de lo más vanguardista dónde la pregunta de si la realidad es en esencia obsesiva parece ser la única solución.

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Zulawski se marca un ritmo endiablado en sus imágenes, se entrega al absurdo de la novela y marca el tiempo rítmico que posee esta, convirtiendo la película casi en un largo poema filmado, lleno de extrañeza y detallismo en cada plano, donde hay que estar pendiente por la cantidad de información que se le va dando al espectador. Viendo la fuerza que posee todo el conjunto nos entristece tanto que Zulawski nos haya tenido tanto tiempo sin su cine como el que ya no podamos ver nada nuevo de él. 

Sevilla Festival de Cine Europeo-SEFF 2017. Día 8