jueves. 28.03.2024
EL AUTOCINE COMO ESCENARIO

Autocines y pandemia

Leo en la versión digital de varios medios de comunicación la noticia de que la actual situación de pandemia, que exige el distanciamiento social, está propiciando la recuperación de un peculiar formato de exhibición de películas como es el de los autocines.

Esta modalidad hizo su aparición en los Estados Unidos de América en los años treinta del siglo pasado. El primer autocine (Drive-in) del país se inauguró el 6 de junio de 1933 en Camden (Nueva Jersey). En su época de apogeo se abrieron más de 4.000 autocines a lo largo y ancho de todo el país, la mayoría en zonas rurales. En la actualidad se mantenían abiertos unos 300, sobreviviendo con la nostalgia por tiempos pasados (1).

En España, el primer autocine fue inaugurado en 1959. En la actualidad existen en nuestro país 8 autocines, en Madrid, Alicante (Denia, Mutxamel y Jávea), Valencia, Gijón, Torrelavega y Getxo. Y está previsto que próximamente se abran dos más en Barcelona y Málaga.

Con la presencia de la pandemia por coronavirus, que exige nuevas pautas para el entretenimiento colectivo, y ante las dificultades para mantener las salas tradicionales, el autocine resurge como una posible solución para los exhibidores cinematográficos. Esta tendencia se confirma en países tan dispares y con modelos de sociedad tan diferentes como Alemania, Corea del Sur o incluso Irán. Es una alternativa para quienes no se conforman con ver películas en las plataformas televisivas y echan de menos el rito de ir al cine, pero con la mayor protección posible frente al virus que nos ha cambiado la vida.

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En Alemania, la pandemia ha propiciado un boom de los autocines que se han mantenido abiertos, a diferencia de las salas tradicionales. A lo largo de la pandemia se ha pasado de unos veinte en todo el país a casi 50. En Estados Unidos, cuna del autocine, la reapertura progresiva de algunos de los 300 que funcionan actualmente, es una alternativa al desolador panorama de más 5.000 salas convencionales cerradas. Por seguridad sanitaria, los aforos se reducen a la mitad, hasta límites que rondan los 200 o 250 vehículos.

Esta modalidad de proyección exitosa en tiempos pasados utiliza una gran pantalla al aire libre, un proyector de cine, un bar-cafetería y una gran área de estacionamiento para automóviles. Las películas se disfrutan desde la privacidad y comodidad del vehículo. El carácter al aire libre del visionado de películas exige que la proyección se realice de noche, cuando está lo suficientemente oscuro para poder ver la pantalla adecuadamente.

Inicialmente, el sonido de las películas provenía de altavoces colocados detrás de la pantalla, esta fórmula evolucionó al incorporar un altavoz individual colgando de la ventana de cada coche, el cual podía enchufarse a la fuente original con un cable. Años después, este sistema fue sustituido por un método de transmisión más económico y menos propenso a los daños, que es la radiodifusión en AM o FM, para ser sintonizado por la radio del coche. Ya en la era digital, el sonido puede ser sintonizado por los móviles inteligentes y escuchado con audio-cascos de gran calidad.

En los tiempos actuales, las compañías responsables de este tipo de exhibición contemplan la compra de las entradas online, mostrando en su página web la programación, así como la carta de sus platos, los números de móvil para encargar cena y llamar a los camareros, y el punto de la estación de FM en el que se recibe el audio de la película.

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El autocine como escenario cinematográfico

A continuación vamos a recordar algunas películas en las que el autocine adquiere una relevancia como escenario cinematográfico. Aplicando un criterio cronológico, en primer lugar citamos Al rojo vivo (White Heat, 1949), dirigida por Raoul Walsh, en la que el personaje encarnado por James Cagney, un psicópata con complejo de Edipo, huyendo de la policía se oculta con su madre en el autocine San Val Drive-In Theatre.

También cabe citar la película de Peter Bogdanovich Targets (1968), en la que un veterano actor de cine de terror (Boris Karloff en su último papel dramático, interpretando a un personaje semiautobiográfico) acude a un autocine para estrenar su última película, mientras un francotirador escondido detrás de la pantalla se prepara para disparar a los espectadores. En este espacio se produce el desenlace de la historia.

Grease (1978): un musical de gran éxito comercial, dirigido por Randal Kleiser, cuenta el encuentro y relación entre los jóvenes Danny (John Travolta) y Sandy (Olivia Newton John), siendo un autocine uno de los espacios de seducción.

Rebeldes (The Outsiders, 1983), película dirigida por Francis Ford Coppola, nos lleva a la ciudad de Tulsa (Oklahoma) en el año 1965, para reflejar la rivalidad entre dos bandas de adolescentes rebeldes y problemáticos: los Greasers y los Socs. Para defender a su amigo Ponyboy Curtis (C. Thomas Howell),  Johnny (Ralph Macchio) mata a un Soc. Entonces, toda la banda se ve obligada a esconderse. En este marco el autocine representa un territorio de libertad, incluyendo la sexual.

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Regreso al Futuro III (Back to the Future Part III, 1990), dirigida por Robert Zemeckis, es la tercera película de una saga en la que se narra las aventuras de un muchacho (Michael J. Fox) que en los años ochenta viaja en el tiempo con el vehículo de su amigo Doc (Christopher Lloyd). En esta tercera entrega de la saga aparece el autocine Pohatchee de 1955 que se ubica en el Parque tribal Navajo de Monument Valley, en cuya pantalla se estrella con su vehículo para viajar a 1885, hasta el lejano oeste.

Las normas de la casa de la sidra (1999), dirigida por Lasse Hallström, narra la historia de Homer Wells (Tobey Maguire), que ha vivido durante toda su vida entre las paredes del orfanato de St. Cloud. Cuando llega a la adolescencia, el director del centro, el doctor Larch (Michael Caine), lo prepara para ser su sucesor. Pero el joven siente la necesidad de abandonar el orfanato y conocer el mundo. Para Homer las noches de cine representan una ventana al mundo. Cuando descubre junto a Candy (Charlize Theron) un autocine se emociona al ver una pantalla tan grande.

Cars (2006). Cuando Pixar decidió hacer hablar a los coches en esta película, no dudó en rendir homenaje a los autocines, espacio en el que el automóvil y el cine se encuentran. Los directores John Lasseter y Brian Fee nos presentan la historia de Rayo McQueen y Sally Carrera, que eligen el Radiator Springs Drive-In Theatre para encontrarse.

Vivimos tiempos de pandemia y el cine sigue buscando maneras de exhibición, nuevas o antiguas para llegar al público. Esperemos que siga siempre así.

 


Escribe Juan de Pablos Pons Revista Encadenados

(1)  Drive-in (2001). The Film Encyclopedia, 4th ed., Ephraim Katz (ed). Harper Collins, New York.

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