CRÍTICA DE TEATRO

Dolores Y Esperanza: Desnudando cuerpo y alma

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Ficha artística

CRÍTICA

El Teatro El Umbral de la primavera nos ofrece Dolores y Esperanza, un demoledor retrato de dos prostitutas que tienen que sobrevivir en un mundo que no las comprende y que tampoco ofrece segundas oportunidades.

La obra producida por la Compañía Enredadera busca adentrarse en la situación muy complicada de unas jóvenes que ven cómo la vida es mucho más complicada y cruel de lo que esperaban. El negocio del sexo destruye cualquier atisbo de esperanza e infancia, por más que las protagonistas aun conserven algunas muñecas.

La historia busca responder algunas preguntas sobre la prostitución al tiempo que pone cara a los problemas del día a día de sus trabajadoras. No obstante Dolores y Esperanza está muy lejos de ser una obra más sobre prostitución y sueños rotos. La obra dirigida por Laura Balo y Beatriz Rivas es una pieza muy personal (intimista) que busca crear una comunión cercana con el espectador, desnudando sentimientos y cuerpos. Estamos sobre todo ante un ejercicio de estilo en el que dos actrices nos ofrecen todo su potencial artístico. Es un regalo para cualquier actor con inquietudes.

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Nada más entrar en la sala nos encontraremos con Laura Balo y Sara Perogil bailando y contorsionándose en lencería, entre lo sensual y lo patético. La obra ya ha empezado y mientras nos vamos sentando tendremos la sensación de estar inmersos en un pequeño cabaret o burdel. Se trata de una puesta en escena muy cercana con dos actrices que buscan diseccionar la soledad y ofrecernos un testimonio lo más intimista posible sobre el mundo de la prostitución. En este sentido Dolores y Esperanza es una obra muy física ya que el trabajo de Laura Balo y Sara Perogil va mucho más allá de la simple actuación, utilizando sus cuerpos de una manera muy frontal y directa. Sin ningún tipo de vergüenza.

Hay una confrontación muy clara hacia el público. La obra nos transforma en testigos directos proyectándonos unos fuertes focos que buscan convertirnos en un personaje más. Somos juez y parte.

El texto es prácticamente un monologo que nos habla de maternidad, sueños rotos y sobre todo de la inseguridad y dolor que desprende esta actividad sexual. Tiene momentos muy creativos como la escena en la que Esperanza nos cuenta cómo se hace un risotto al tiempo que simula tener relaciones sexuales con un desconocido.

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Las sensaciones finales de Dolores y Esperanza son muy positivas. Se trata de una obra honesta y directa que no rehúye el problema y mira directamente al espectador a los ojos. Por eso es una pena que en su recta final acabe demasiado rápido, casi sin tiempo para digerir todo lo que estamos viendo. Es una obra con mucho potencial que quizás necesitaba un pequeño salto más hacia adelante. En cualquier caso, las sensaciones son muy positiva.

La compañía Enredadera nace en 2020 en Madrid. Surge de la necesidad de cuatro jóvenes de hablar a la sociedad y con la sociedad, de hacer las cosas a su manera y sentirse escuchados. Entre sus producciones recientes se encuentran Bajo tierra y El virus de Curry.