CRÍTICA DE TEATRO

Mefisto For Ever

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Adaptación libre de Mefisto de Klaus Mann
Reparto: Sonia Almarcha, Elisabet Gelabert, Esperanza Elipe, Iván Villanueva, Paula García Lara, Nacho Redondo, Darío Frías y Cristina Varona
Texto: Tom Lanoye
Traducción: Julio Grande
Dirección: Álvaro Lavín
Iluminación: Luis Perdiguero
Diseño audiovisual: Elvira Ruiz Zurita
Música: Iñaki Salvador
Espacio sonoro: Alberto Granados
Escenografía y vestuario: Anna Tussell y Arantxa Ezquerro
Diseño Gráfico: Causa efecto
Ayudante de dirección: José Luis Sixto
Asistente de producción: Sara Pérez
Dirección técnica: Rafael Catalina
Producción: Meridional Producciones, Vaivén Producciones y El Gatoverde Producciones

Una producción de Meridional Producciones, Vaivén Producciones y El Gato Verde Producciones

CRÍTICA

Hace un par de semanas se estrenó en Madrid “Coraje de madre”, una función sobre la represión nazi que sufrió el pueblo judío en general, y la madre del dramaturgo George Taborí en particular y que estuvo a punto de ser enviada a un campo de exterminio nazi. Siguiendo la estela del teatro de la memoria llega al Fernán Gómez “Mefisto for ever” de Tom Lanoye. Un montaje de Meridional Producciones, con el que quieren celebrar sus 30 años sobre los escenarios.

El texto está basado en la novela Mephisto, que Klaus Mann escribió durante su exilio en Ámsterdam huyendo del nazismo. Klaus luchó desaforadamente contra el ascenso del nacionalsocialismo escribiendo artículos, dando conferencias y asistiendo a congresos, en una actividad frenética. La novela narra la vida del actor y director teatral Gustaf Gründgens cuya carrera se vio impulsada con el ascenso de Hitler al poder. Este es el personaje central de la función.

Su nombre en la adaptación teatral es Kurt Köpler y está interpretado por Sonia Almarcha que dota al personaje de una gran complejidad. Kurt es una figura poliédrica y con grandes claroscuros en su desarrollo. Mientras algunos de los integrantes de la compañía deciden abandonarla con la llegada del nazismo, Kurt ve una oportunidad de hacerse cargo del teatro nacional y seguir dirigiendo e interpretando los grandes textos del teatro universal. Y esto nos pone ante el espejo, nos sitúa como espectadores en la tesitura de decidir qué haríamos nosotros si algo así nos sucediera.

¿Nos pondríamos de perfil ante el auge del racismo y del antisemitismo en una postura de tibieza moral?, ¿aceptaríamos el trabajo de nuestra vida, o por el contrario nuestros principios serían tan fuertes y estarían tan arraigados como para decir no y abandonar la práctica teatral? Kurt decide quedarse y defender la lucha desde dentro, moviéndose entre la ambigüedad y el arribismo, demostrando tener pocos escrúpulos con tal de trepar en el escalafón social. Nada nuevo bajo el sol.

El contrapunto a Kurt lo pone su madre, situada en una esquina del escenario y que ejerce la función de apuntadora. Esperanza Elipe borda al personaje de Mama Hilda y como la madre que lo parió conoce las profundidades del alma de su hijo y sus deseos de fama.

Nacho Noriega interpreta de manera admirable al administrador del teatro manteniéndose firme a los chantajes del nuevo delegado cultural del partido nazi, un inmenso Darío Frías, que borda el papel de general que intenta imponer en la compañía su línea ideológica y propagandística.

La escenografía la componen unos retazos de tela sobre los que se proyectan imágenes de los montajes que la compañía, a pesar de la guerra, logra poner en pie para levantar la moral del pueblo alemán.

Con el objetivo de reflexionar sobre el poder del poder y su puesta en escena, Lanoye se sirve de fragmentos de Hamlet, Romeo y Julieta, Julio César, Ricardo III y Macbeth, y también de El jardín de los cerezos, La gaviota y Tío Vania, de Chéjov, y por supuesto Fausto,de Goethe. Tal vez esa meta teatralidad es la más forzada en el montaje y donde a veces pierde un poco de interés.

 Todos los actores en el escenario van cubiertos de una pintura blanca que acentúa su expresividad, no sabemos si en una referencia al Mefistófeles del Fausto de Goethe.

Un montaje donde reflexionar sobre el paralelismo de la Alemania de la preguerra y el auge del populismo actual, de la importancia de mantener la cultura pase lo que pase, de la censura y la libertad de creación, y de la dificultad de mantener la coherencia y la integridad moral.