sábado. 20.04.2024

título Paciencia

autor Daniel Clowes

traductores Alberto García Marcos y César Sánchez Rodríguez

editorial Fulgencio Pimentel

180 págs. 24,99 €.

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180 nuevas páginas de Daniel Clowes, un autor que ya podemos considerar clásico, son siempre más que bienvenidas. LeemosPaciencia impacientes, ávidos de giros marca de la casa, del color saturado más bonito del Noveno Arte y las miradas perdidas de sus personajes, que deambulan por las viñetas como si vivieran ahí y no en la mente —y la mano— de su demiurgo creador.

Es el regreso, sí, del gran artista norteamericano que despuntó con Ghost World y David Boring, e influyó para siempre a todo autor de cómics sobre la faz de la tierra. Vuelve cinco años después de su última obra,El rayo mortal (2013), con un thrillerenrevesado y palpitante, trufado de personajes que, si al principio son exasperantes, al final se acaban haciendo entrañables.

Pienso en aquello de la intertextualidad, pienso en los vasos comunicantes entre autores de la misma generación, pienso en los hermanos Hernandez, en Chris Ware, en Adrian Tomine y en —mi favorito—Charles Burns. 

Eso me hace revisar sus obras magnas y sus guiños, sus juegos y su indiscutible talento, y cuando cierras la última página de Paciencia, adviertes que algo ha cambiado (¡tú has cambiado!), pero todo está donde debe estar. Y eso es bueno, porque no solo de sobresaltos vive el hombre, de giros argumentales o trampantojos vacilones. Y si esto suena a intento por decir que Clowes “ha madurado”, admito que no me he expresado bien.

Clowes cuenta aquí su historia más larga y bucea en el género de la serie B —comme d´habitude—con altas dosis de ciencia-ficción pop —pienso en los relatos chalados de Brautigan y en Vonnegut— y una obsesión a través del tiempo y el espacio. También hay amor del bueno, del que se busca y se pierde y luego se encuentra. Jack y Paciencia son dos personajes de una película de Wim Wenders o unos secundarios de Corazón salvaje dentro de un episodio de Twilight Zone, dos amantes imprevisibles, raros, adorables.

Se pierden, se encuentran (viaje de Jack-Orfeo en busca de su Eurídice-Paciencia por el inframundo) y entonces te das cuenta de que Clowes se ha vuelto un romántico. O quizá ya lo era, pero estaba disimulando.

Texto: Octavio Botana   Librújula

El rompecabezas Daniel Clowes