sábado. 27.04.2024
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Joan Segovia | @JoanRohan

En 2011, Black Mirror irrumpió en el menos saturado que ahora panorama de las series, como pocas antes se había conseguido. Con una estructura ya abandonada por aquel entonces, los capítulos carecían de continuidad y de una duración determinada, dando lugar a una temporada que es sí misma estaba formada por películas de corta duración. Que el equipo creativo, tanto en dirección como en guion, fuese distinto en cada historia aportaba aún más a esa idea.

Su escueta temporada inicial de tan solo tres episodios fue un éxito instantáneo del que todo el mundo hablaba y la recomendaba. La crítica a la tecnología y los problemas ocasionados por esta en futuros distópicos marcaron una tendencia que ahora sienta las bases para películas y series de ciencia ficción desde hace una década. Obras como Dark, Love, Death & Robots o The OA, son prueba de ello. Y ahora, tras casi cuatro años sin nuevas historias, Netflix nos trae cinco episodios recién salidos de la oscura mente de su algoritmo digital.

Pero, ¿son realmente nuevos? ¿Queda algo de originalidad en esta propuesta? Pues lamentablemente no en su esencia. Las tramas vienen a ser más de lo mismo, con más presupuesto y con actores mejor pagados, eso sí. Más revisiones de los mismos delirios sobre la suplantación de cuerpos sintéticos, un pasado que sale a la luz por la sobre información a la que estamos expuestos y demás peligros derivados de compartir la vida íntima de forma pública en redes.

Aunque los capítulos de esta nueva entrega cuentan con mejor ritmo y algunos con toques de humor bien introducidos, la sensación de dejavú es constante y huele a refrito a más minutos ves. Luego, esta sensación se hace aún mayor con historias como Beyond the Sea, que parece una extraña mezcla de viejos episodios. Lejos quedan los tiempos de tramas como San Junipero, Fifteen Million Merits, White Bear o el especial de Navidad.

Sin desdecir lo anterior, y para ser precisos, se ha destacar un cambio en esta nueva hornada de tramas, concretamente en Mazey Day y Demon 79. Si Black Mirror siempre se ha basado en el avance descontrolado de la tecnología y en los daños que esto produciría socialmente, esto se pierde aquí. Estos dos casos son unas historias de terror al más puro estilo The Twilight Zone que parecen añadidas a la fuerza para intentar sorprender. Un soplo de aire fresco que envenena la esencia de la serie.

Una sexta temporada hecha por retales de lo más visto, aprovechando ideas anteriores y por dos quintas partes de algo que no encaja en su esencia. Un batiburrillo de todo y nada que no justifica la demora en su estreno, más que para apuntar a una cierta nostalgia por lo que un día fue, por la sensación que nos insta a ver cómo ha envejecido la serie. Es recomendable si te gustó lo que ya viste y es olvidable por los mismos motivos. Solo me queda una pregunta: con las IAs en boca de todos y los miedos que han despertado sobre un futuro dominado por ellas, puestos a reciclar ideas, ¿Por qué no tienen un capítulo dedicado a ellas?

Black Mirror, temporada 6: ¿Vuelve con más de lo mismo?