viernes. 29.03.2024
CRÍTICA DE CINE

La vida de Calabacín: Sueños de felicidad

Nos hallamos ante un ejercicio de orfebrería en stop-motion firmado por Claude Barras (en el que es su debut en el terreno del  largometraje aunque éste supere por muy poco la hora de duración) basado en un conocido libro escrito por Gilles Paris. 

VIDA CARTEL

Animación | 66 min. | Francia-Suiza 2016

Título: La vida de Calabacín.
Título original: Ma Vie De Courgette
Director: Claude Barras.
Guión: Morgan Navarro, Céline Sciamma, Germano Zullo (Novela: Gilles Paris).
Voces: Gaspard Schlatter, Sixtine Murat, Pauline Jaccourd, Raul Ribera. 

Estreno en España: 24/02/2017 
Productora: Rita Productions / Blue Spirit Animation / Gébéka Films

Distribuidora: La Aventura Audiovisual.

 

 

Sinopsis

Calabacín es un niño valiente que después de perder a su madre tiene que ingresar en un hogar de acogida, con otros niños huérfanos de su edad. En un primer momento se esfuerza por encontrar su lugar en este nuevo medio hostil. Sin embargo, con la ayuda de sus nuevos amigos, Calabacín aprende a confiar, encuentra el verdadero amor y una nueva familia.

Crítica

Nos hallamos ante un ejercicio de orfebrería en stop-motion firmado por Claude Barras (en el que es su debut en el terreno del  largometraje aunque éste supere por muy poco la hora de duración) basado en un conocido libro escrito por Gilles Paris (autor entre otros del también dramático Papa et maman sont morts). De la película se empezó a hablar muy bien durante su proyección en el pasado Festival de Cannes, y a partir de entonces los galardones comenzaron a llegar en tropel, destacando entre ellos el premio del público en el Festival de San Sebastián; el Premio del Cine Europeo al mejor film de animación o su postrera nominación a mejor película de dibujos animados en la próxima ceremonia de los Oscars, donde competirá con cintas del nivel de Kubo y las dos cuerdas mágicas o Zootrópolis.

La vida de Calabacín : Foto

Las premisas de las que parte este amable aunque a la vez duro film de animación se cimentan en trazos muy simples: Icar, de nueve años, más conocido por el apodo de Calabacín (o Courgette en la versión original) vive solo con su madre. Cuando ella muere en circunstancias trágicas, un policía amable llamado Raymond lleva al niño a una casa donde cuidan de chavales desamparados como él. Al principio, lucha para encajar en un hábitat nuevo al que le cuesta cogerle el tono, pero con el tiempo es capaz de hacer amigos y encontrar la aceptación y la verdadera felicidad por primera vez en su vida.

La vida de Calabacín : Foto

El inicio es demoledor: un niño juega en su sórdido cuarto pintando y construyendo una cometa mientras su madre alcohólica se atiborra de latas de cerveza mientras lanza improperios a la televisión (No, no estamos ante una película de Ken Loach de barrios londinenses mugrientos y dejados de la mano de Dios). El niño va recogiendo las latas y las convierte en parte de su juego, aunque no sabe que se van a convertir en armas mortíferas que cambiarán el rumbo de su existencia. Un bondadoso policía se hará cargo de la criatura y le trasladará a un centro de menores.

La vida de Calabacín : Foto

La parte central tiene lugar en el centro de acogida donde el protagonista empezará a congeniar con otros niños que se hallan en situaciones igual de angustiosas en cuanto a estructura familiar se refiere. Hay una escena brutal en la que se llevan a los zagales a pasar un día en la nieve y todos se quedan petrificados cuando ven a una madre atender a su hijo después de que este se haya caído. Ellos no han conocido ese cariño, y lo lamentan con el silencio más sepulcral, aunque como a fin de cuentas solo son niños la siguiente escena nos los sitúa a todos moviendo el esqueleto en una improvisada fiesta donde sus cuidadores ejercen de díscolos dj.

La vida de Calabacín : Foto

La película no te brinda para nada una visión revestida de azúcar y rosa de la niñez o el mundo en general (por algo se trata de una coproducción franco-suiza, y no americana, donde seguro se hubiera suavizado mucho más el tono tragicómico de la función en pos de las bienpensantes plateas yanquis).  La realidad de un hogar de niños como en el que transcurre el grueso de la acción es que cada niño tiene una trágica historia de duelo, enfermedad o abandono. Barras no tiene miedo de mostrar la realidad de esta situación. Ese sentido de la verdad se palpa en cada fotograma: las conversaciones sobre la iniciación al sexo en la escuela, la violencia a flor de piel de quien no ha conocido otro tipo de educación que no sea la del palo; los conflictos surgidos dela convivencia…todo tratado con un mimo y una sensibilidad que, aunque vaya dirigida a los adultos, tampoco puede que escape a los más pequeños, a quienes al menos seguro que les surge más de una pregunta.

La vida de Calabacín : Foto

El aspecto visual del film se muestra sobrecogedor: esos niños con anillos oscuros alrededor de los ojos que insinúan lo dificultoso de sus vidas y sobre todo marcados con esas cicatrices que muestran a las claras lo devastador y dañino de sus experiencias vividas. Pero no hay que alarmarse, estamos ante una película infantil y al final prevalecerán sentimientos como la melancolía y la alegría, porque a fin de cuentas se trata solo de niños desafortunados.


La vida de Calabacín: Sueños de felicidad