miércoles. 24.04.2024

Tras aplazarse con motivo del estado de alarma fruto de la Covid-19, llega por fin, en pleno periodo estival, del 21 al 30 de agosto, la vigésimo tercera edición del Festival de Málaga.

Una edición adaptada a los tiempos que mandan y que, si bien reduce secciones y aforo y suprime la alfombra roja por cuestiones de seguridad, muestra que, en tiempos de nueva normalidad, innovar, también en cultura, es más necesario que nunca.

La innovación pasa en Málaga no sólo por el uso de nuevas tecnologías y la alianza público-privada que permitirán, como viene haciéndose en otros eventos, seguir telepresencialmente por streaming tanto galas como los photocalls desde la calle y desde varios establecimientos hosteleros con los que se han alcanzado acuerdos.

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Implica, además, y pese a reducir el aforo al 65%, fruto de la Covid-19, bajar también los precios de las entradas de los estrenos y pases al público para, con ello, animar a los espectadores a acudir a las salas. 

Se trata, como ha apuntado su director, Juan Antonio Vigar, durante la presentación del certamen el 7 de agosto en Málaga (1), de hacer «un festival amable y seguro», en el que prime el cine sobre el elemento social.

Pese a haber transcurrido meses desde la fecha prevista inicialmente para 2020 (marzo), un 80% de los largometrajes anunciados a concurso en su día, y la totalidad de los títulos de Zonazine, documentales, cortometrajes y sección gastronómica Cinema Cocina, se mantienen.

Ahora bien, más allá de estas secciones oficiales, repartidas entre los principales recintos tradicionales y con el Teatro Cervantes como eje principal, no habrá, en este 2020, exhibiciones paralelas. Con todo, el festival supera los 150 títulos, un 75% de lo previsto en su día, y conserva, como apuntaba Vigar, el apoyo del sector, patrocinadores y colaboradores.

Con el correspondiente distanciamiento social y mascarillas obligatorias, habrá tal vez menos palomitas en las salas y selfies con famosos en las puertas del Cervantes, pero seguirá premiando lo presencial y el encuentro entre profesionales del sector y público siempre que sea posible.

Tal vez ello explique que dos de los homenajes previstos inicialmente para marzo, a Gael García Bernal (Premio Málaga-Diario Sur) y a Javier Fresser (Biznaga de honor por su trayectoria), se pospongan a 2021 por no poder ambos acudir a recogerlos a Málaga. Sí estarán el resto de homenajeados, entre ellos el director mexicano Arturo Ripstein (Premio Retrospectiva) o Kiti Mánver y Óscar Martínez, Biznaga Ciudad del Paraíso.

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Cartel definitivo

En lo que a enfoque se refiere, la 23ª edición rearmada mantiene su esencia, con títulos en la sección oficial de largometrajes que combinan estrenos de directores consagrados con óperas primas y títulos más comerciales con otros de autor.

Y en este sentido, el aplazamiento del certamen ha posibilitado que cintas que inicialmente no estaban previstas —como Hasta el cielo, de Daniel Calparsoro; Los europeos, de Víctor García León, y Black Beach, de Esteban Crespo—, entren ahora en la Sección oficial, que abrirá Iciar Bollain con La boda de Rosa.

Otras españolas que competirán serán A este lado del mundo (David Trueba), El inconveniente (Bernabé Rico), Las niñas (Pilar Palomero), Crónica de una tormenta (Mariana Barassi) y Un mundo normal (Achero Mañas).

Y entre las latinoamericanas: El diablo entre las piernas (Arturo Ripstein, México), Piola (Luis Alejandro Pérez, Chile), Malpaso (Héctor Valdez, República Dominicana), El silencio del cazador (Martín Desalvo, Argentina), Summer White (Rodrigo Ruiz Patterson, México), Três Veroes (Sandra Kogut, Brasil-Francia) y El robo del siglo (Ariel Winograd, Argentina, fuera de concurso).

Podremos además ver en la sección Málaga Premiere dos producciones muy esperadas que se suman a última hora: Eso que tú me das, documental de Jordi Évole y Ramón Lara sobre Pau Donés, y La mort de Guillem, de Carlos Marques-Marcet, que forma parte también de los homenajeados esta edición.

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Quizás las limitaciones de viajes impuestas por el coronavirus afecten también a buena parte de los equipos del otro lado del charco, si bien el hecho de que el Festival de Málaga se celebre, finalmente y pese a todo, esta edición, es no sólo una buena noticia para el audiovisual y la cultura en tiempos de nueva normalidad sino que será, sin duda, no sólo un escaparate de cine en español sino un laboratorio que muestre una forma distinta de hacer las cosas y una oportunidad de aprendizaje ante próximos eventos.

El ciclo de cine clásico La Edad de Oro (2) que todos los años se celebra en Málaga a inicios de septiembre, será casi una prolongación del certamen.

Escribe María Sánchez (@cibermarikiya) | Fotos: Festival de Málaga, Vaca Films y Carlos Laullon 

XXIII Festival de Cine De Málaga (1): previa