CRÍTICA DE CINE

Decision To Leave: Reelaborando la intriga pasional mediante decisiones magistrales

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Decision to Leave

Próximos estrenos España 20 de enero  

Título original

Heojil kyolshimaka 
Año
Duración
138 min.
País
 Corea del Sur
Dirección

Park Chan-wook

Guion

Jeong Seo-Gyeong, Park Chan-wook

Música

Cho Young Wuk

Fotografía

Kim Ji-yong

Reparto

Tang WeiPark Hae-IlPark Yong-wooYoo Seung-mokKim Shin-youngLee Jung-hyunSeo Hyun-wooPark Jung-minHa-dam JeongGo Min-siGo Kyung-pyoJung Yi-seoLee Hak-Joo

Compañías

Moho Films, CJ Entertainment

Género
IntrigaDramaRomance | Crimen
Sinopsis
Hae-Joon, un veterano detective, investiga la sospechosa muerte de un hombre en la cima de una montaña. Pronto, comenzará a sospechar de Sore, la mujer del difunto, mientras la atracción que siente por ella le desestabilizará. 
 
CRÍTICA

No es de extrañar que cada estreno de Park Chan-wook se viva como un acontecimiento en el espectro cinéfilo porque se trata de una figura que siempre tiene algo que aportar, bañando sus películas de una pátina de elegancia y jugando con el lenguaje de modo estimulante, extremándolo, pero sin llegar nunca a doblegar la historia que cuenta. Como bien ha testimoniado en entrevistas al preguntarle por el auge del cine surcoreano actual, cuya labor ha contribuido a elevarlo hasta dominar una edición de los Oscar, se concentran en el género para abordarlo de un modo amplio a base de hibridación y reformulación de los códigos con otros géneros -desde el romance hasta el drama social pasando por apuntes de humor-, por lo que la dimensión de sus obras se engrandece y logran apelar a distintas sensibilidades.

Seis años después de aquella La doncella (The handmaiden), y con una incursión en la televisión británica adaptando La chica del tambor de John LeCarré en 2018, Chan-wook regresa en una versión más comedida de sí mismo, donde la violencia y el erotismo quedan más en segundo plano en una intriga psicológica arrebatadoramente romántica.

El coreano se contagia del suspense del Hitchcock de Vértigo (1958), Brian de Palma o incluso Paul Verhoeven en una faceta refinada para poner todo su talento al servicio de este thriller cerebral de estructura compleja, alimentada por la repetición, el giro o los cambios de punto de vista. Y si bien Chan-wook parte de una cierta convención de género, rápidamente esta queda trascendida por la capacidad de sorpresa que sabe imprimir en el guion, firmado junto a su colaboradora habitual Jeong Seo-Gyeong, donde además de proseguir los viajes paralelos de investigación del asesinato y enamoramiento progresivo del detective y la sospechosa principal –una Tang Wei atrayente como mujer fatal que acaba demostrando ser otra tipología de personaje más vulnerable-, aprovecha para incidir en idiosincrasias locales o la barrera lingüística entre Corea del sur y China.

Por supuesto, la cuidada y sofisticada puesta en escena del cineasta luce y da brillo al material de base, tornándolo en una excitante experiencia donde particularmente brilla el excelentísimo empleo del flashback, en el cual los personajes narradores se inscriben y superponen al mismo tiempo en el recuerdo, fundiendo presente y pasado en un atrevido control del lenguaje. Aunque pueda parecer que su enrevesada estructura, potenciada por la fragmentación del montaje, vaya a la deriva en más de una ocasión, Chan-wook pilota el timón con fuerza y acaba encauzando todo hasta un desenlace extremadamente sobrecogedor, bellísimo y memorable, en el cual observamos las consecuencias de este amour fou entre dos seres apasionados en un contexto perjudicial e incompatible.

Acompañada por una banda sonora que se mimetiza entre la delicadeza y la tensión cuando es pertinente, el misterio, la obsesión, el hastío y la seducción se dan de la mano en este vehemente thriller que también remite a los conspiranoicos de la década de los 70, repletos de zooms a gente espiando a través de ventanas o prismáticos, llamadas y mensajes de voz, reafirmando a Chan-wook como virtuoso escritor que se contamina de la tradición para transformarla radicalmente. La buena decisión es irse, irse a verla.