CRÍTICA DE CINE

Cartas de la guerra: Intenso poema visual y auditivo

Cartas de la guerra, tercera película del portugués Ivo M. Ferreira (Aguas mil y Em volta), es un festín visual y auditivo fastuosamente realizado en blanco y negro y trufado de saudade, esa forma de estar ante el drama de la vida que tienen los portugueses y que, contagiado a su lengua, la hace única.

Drama| 105 min. | Portugal 2016

Título: Cartas de la guerra
Título original: Cartas da Guerra.
Director: Ivo Ferreira
Guión: Ivo Ferreira, Edgar Medina (Novela: António Lobo Antunes).
Intérpretes: Miguel Nunes, Margarida Vila-Nova, Ricardo Pereira, João Pedro Vaz.

Estreno en España: 16/06/2017 
Productora: O Som e a Fúria.

Distribuidora: Golem

 

Sinopsis

Cartas da Guerra está basada en un libro del renombrado autor portugués António Lobo Antunes. La novela epistolar, publicada en 2005, reúne las cartas que un joven soldado envió a su mujer desde Angola entre 1971 y 1973, durante la Guerra Colonial. Al igual que el propio Lobo Antunes, el joven soldado es médico y escritor en ciernes.

Crítica

Por eso, si se puede ver en V.O; la película gana muchos enteros, aunque los temas que trata sean universales: la guerra (de Angola, 1971), la separación de la mujer amada (que lo espera en Lisboa), el descubrimiento del entorno (primero hostil, luego solidario), la inevitable camaradería y el más inevitable paso del tiempo, que va transformando esa saudade inicial en depresión.

Y en medio de tanto desastre personal y social, el humor, desprendido como una excrecencia de las situaciones más surrealistas y del choque de culturas: “¿Llevar a mi mujer al hospital? Eso nunca, doctor. Ella tiene que morir aquí, donde están sus ancestros.” O el abuelo que va a buscar a la nieta después de que toda la familia haya perecido y ella haya quedado bajo la tutela del médico, en una escena ejemplar del surrealismo más certero.

Este dejarse atrapar por el entorno hostil habla de adaptación al medio, de la capacidad del hombre para identificarse con los que sufren allí donde estén, lo que podría derivar hacia un nuevo horizonte de compromiso más fuerte, casi misionero, en este médico soldado.

Pero las energías se agotan y el impulso ilusionante y poético muere ante el papel en blanco. Ya no hay lugar para la poesía, sólo para el grito y el cabreo infantil contra todo lo que le rodea, empezando por sus subordinados. Porque también contienen estas Cartas de la guerra perlas de gran valor costumbrista: “estar casada con un ausente es como estarlo con un impotente”. La ausencia pasa factura en los dos, porque acaba de nacer su hija, otro desgarro más el de no poder verla.

Cartas de la guerra está pespunteada por las canciones de las estrellas portuguesas de los años sesenta y setenta, hasta el punto de que el propio Ivo M. Ferreira la ha definido como “una loca historia de amor, una trágica historia de guerra y una película autobiográfica del escritor portugués contemporáneo más internacional, António Lobo Antunes”.  Son dos voces, la de ella y la de él, mucho más abundante la de ella puesto que él es quien más escribe. La sumisión de la letra escrita ante este cambio de roles es algo que no hay que perder de vista si se quiere seguir fielmente el curso de lo narrado.

Cartas de la guerra es la película seleccionada para representar a Portugal en los Premios Oscar y ha sido ganadora de nueve premios Sophia del Cine Portugués. También está nominada a Mejor Dirección, Arte y Sonido de los Premios Platino del Cine Iberoamericano que se fallarán en Madrid el 22 de julio.

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