CRÍTICA DE CINE

El ciudadano ilustre: Había una vez en Argentina

El ciudadano ilustre tal vez pueda acomodarse dentro de la misma línea trazada por los directores Mariano Cohn y Gastón Duprat del retrato ácido de lo que somos.

 

Comedia | 118 min. | Argentina 2016

Título: El ciudadano ilustre.
Título original: El ciudadano ilustre.
Director: Mariano Cohn, Gaston Duprat.
Guión: Andrés Duprat.
Actores: Oscar Martínez, Dady Brieva, Gustavo Garzón, Noa Navas. 

Estreno en España: 11/11/2016 
Productora: Aleph Media / Televisión Abierta / A Contracorriente Films / Magma Cine

Distribuidora: A Contracorriente Films

 

Sinopsis

Es la historia de un escritor argentino, Premio Nobel de Literatura, que hace cuarenta años abandonó su pueblo y partió hacia Europa, donde triunfó escribiendo sobre su localidad natal y sus personajes. En el pico de su carrera, el alcalde de ese pueblo donde nació le invita para nombrarle "Ciudadano Ilustre" del mismo, y él decide cancelar su apretada agenda y aceptar la invitación. 

Crítica

Desde El artista hasta este cuarto opus no existe posibilidad alguna de empatía con ninguno de los personajes, tampoco es una cuestión clasista o siquiera ideológica pero eso no significa que tanto Cohn como Duprat dejen de asumir una posición desde su mirada de la realidad y expresen, desde su cine -sin parafernalia ni artilugios- su crítica, acomodada en la sátira y en el cinismo sobre las imposturas, revelando -por decirlo así- las miserias y evaluando si las virtudes son tan virtuosas como parecen.

Si la falta de empatía despierta el rechazo de lo que se propone siempre en una película de la pareja de realizadores, a la que debe sumarse en esta oportunidad a Andrés Duprat como guionista, entonces trascender esa impresión primaria implica asumir un rol activo como espectador.

Eso es lo que propone este relato estructurado como capítulos de una novela literaria, cuyo pivote y punto de vista referencial es el del escritor Mantovani interpretado con una solvencia admirable por Oscar Martínez.

El relato está estructurado como capítulos de una novela literaria

Pasaron 40 años desde que optó por huir del pueblo natal Salas, tal vez por las aspiraciones de escritor cuando todo indicaba que al quedarse y seguir el derrotero de los personajes que ahora lo reciben e idolatran sin siquiera haber leído uno de sus libros, frustraría todas sus chances en el futuro.

La ironía comienza al hacerse acreedor del premio Nobel de Literatura y los considerandos del jurado para justificar algo que él define como fracaso. Si eso es una impostura snob o no, el film no se lo preguntará, porque de otra manera la ironía fracasaría en su intento de relfexión. Es clara la marca y la evidencia de que Mantovani encierra en su personaje un discurso falso que procura intelectualizar su propio ego.

Pero se puede rescatar ya desde el vamos la actitud y convicción artística ante la realidad. La transformación de todo aquello que lo rodea y le molesta encuentra en el escape de la ficción su herramienta de libertad. No estar sujeto a lo que se debe escribir o leer para ganar premios hace de él un hombre libre. Pero esa libertad no se puede defender siempre con la misma espada, y menos cuando el enemigo no está a la altura.

Sin embargo, opera en el protagonista la necesidad de volver y por eso, acepta la invitación del intendente de su pueblo y los honores de ciudadanía, de los cuales puede llegar a entender la intención sin perder de vista el oportunismo que encierra cada uno de los actos en los que participa.

Tal vez los directores se preguntan entonces ¿qué nos pasa con la idolatría o la meritocracia cuando no estamos a la altura de ella? y sin revelar desde aquí otro argumento que el de la premisa, que tiene que ver con un recorrido por el pueblo y la transformación de la mirada del recién llegado, El ciudadano ilustre expone con cinismo y algo de humor las miserias y contradicciones del país, sin ahondar en política o con una bajada de línea clasista, la radiografía de lo micro retratada en un pueblo chico no es otra cosa que el reflejo de lo macro en cualquier circunstancia. No es, aunque algunos aventuren cierto desbalance entre campo y ciudad, eurocentrísmo y nacionalismo, por ejemplo, el objetivo buscado.

Por momentos, El ciudadano ilustre molesta porque, como se dijo al comienzo, no hay héroes, no hay épicas y tampoco transformación en los personajes. Algo parecido ocurría con El hombre de al lado  y el lugar de Rafael Spregelburd, ahora reflejo distorsionado en Mantovani y su defensa a ultranza de su actitud ante tanto patetismo, pasividad y complacencia, su renuncia a la utilidad y al servilismo por la comodidad de no perder prestigio.

Basta como botón de muestra el desenlace que por motivos evidentes no spoilearemos aquí.

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