CRÍTICA DE CINE

La Familia Bloom: Emotivo drama con pájaro

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La familia Bloom

 
Penguin Bloom
Año
Duración
95 min.
País
 Australia
Dirección
Guion
Harry Cripps, Shaun Grant. Libro: Cameron Bloom, Bradley Trevor Greive
Música
Marcelo Zarvos
Fotografía
Sam Chiplin
Reparto
Productora
Coproducción Australia-Estados Unidos;
Broadtalk, Made Up Stories
Género
Drama | Discapacidad. Aves / Pájaros
Sinopsis
Sam Bloom es una madre que vive feliz con su marido y sus tres hijos. Un día un accidente la deja paralítica. Mientras ella y su familia luchan por adaptarse a su nueva situación, un aliado improbable se presenta en sus vidas en forma de un pájaro herido al que llaman Penguin por el color de su plumaje. La llegada de este animal es una bienvenida distracción para la familia Bloom, que finalmente marca una gran diferencia en Sam, enseñándola a vivir de nuevo.
 
CRÍTICA

«La familia Bloom» (‘Penguin Bloom’), melodrama lacrimógeno[1] dirigido por el australiano Glendyn Uvin (‘Last River’) e interpretado por la británica Naomi Watts (‘Mientras seamos jóvenes‘, ‘Dos madres perfectas‘ ‘Diana‘), Andrew Lincoin (de la serie apocalíptica ‘The Walking Dead’), Jacki Weaver (‘El lado bueno de las cosas’, ‘Animal Kingdom’) y un pajarito negro de dimensiones considerables que, a pesar de lo que puede hacer creer el título original, no es un pingüino sino una urraca.

Historia de buenismo absoluto, de superación de las circunstancias, en este caso una auténtica desgracia –género muy de moda en los últimos años que está creciendo con la pandemia- «La familia Bloom» es una adaptación al cine de la historia escrita con el título «Penguin Bloom: la extraordinaria historia del pájaro que salvó a nuestra familia» por la pareja Cameron Bloom / Bradley Trevor Greive (publicada en España por Plaza & Janés en 2018).

Con tanto prólogo casi se adivina la historia, pero no importa porque realmente es previsible: Sam Bloom, joven madre que vive feliz con su marido y sus tres hijos, sufre un accidente -se rompe la balaustrada de una terraza cuando se encuentran de vacaciones en Tailandia y se la lleva por delante- que le afecta a la médula espinal y queda paralítica.

Mientras la familia, ejemplar, intenta adaptarse a la nueva situación, y sobre todo a soportar los estallidos –comprensibles- de la mujer desesperada, aparece un pájaro herido, al que bautizan como Penguin, por el intenso color negro de sus plumas, y al que cuidan y miman. Poco a poco la enferma va estrechando su relación con el pájaro hasta que, finalmente, su compañía y el afecto que el ave parece haber cobrado a los Bloom le ayudan a empezar a controlar, y acabar aceptando su vida de persona con problemas importantes, que al final parece en camino de superar remando en piragua.

La combinación familia modélica y guapa que vive a la orilla del mar en Sidney,historia lacrimógena, minusvalía y pájaro listo que emite graznidos solidarios, a simple vista parece más bien el argumento de una telenovela emitida en la hora de la siesta, y casi demasiado bonita para ser cierta.

No estoy segura de que rodar películas con actores que hacen de discapacitados, minusválidos, o como quiera que se elija llamarlos, sea la mejor manera de concienciar acerca de la difícil situación en que quedan quienes sufren accidentes que les vuelven la vida del revés.

Tampoco creo que al espectador le resulte fácil identificarse con esta patética historia de redención con pájaro, ni siquiera sabiendo que quienes la están contado son sus protagonistas; ni siquiera si la protagonista es una actriz tan consagrada  como Naomi Watts, quien acumula nominaciones al Oscar y que además ha participado en la producción de «La familia Bloom» junto a Netflix.

Drama clásico sin pizca de originalidad, paisajes magníficos, imágenes sublimes, un océano espectacular, un marido con más paciencia que un santo, unos niños preciosos… Todo a su alrededor es un canto a la vida, pero la vida es injusta con Sam Bloom. Lo que salva «La familia Bloom» es que su director no ha caído en la tentación de estirar la ficción hasta llegar al milagro.