CRÍTICA DE CINE

Vinieron de dentro de... nuevo lanzamiento de Resen

Un científico que está realizando experimentos con una nueva forma de transplantes orgánicos mata a una mujer residente en un complejo de apartamentos e inmediatamente después se suicida. La investigación de ambas muertes conduce a un descubrimiento espeluznante...

De entrada no deja de resultar curioso el título que se le dio en España a la orginal Shivers, que se podría traducir como Escalofríos. Aquí se tituló Vinieron de dentro de… un título extraño donde los haya para uno de los primeros trabajos del director de culto David Cronenberg (en Italia, por seguir con la fiesta, se conoce como El demonio bajo la piel) cineasta que firmó (y filmó) entre otras grandes películas como La Mosca, Videodrome, La Zona Muerta o las más actuales Una historia de violencia y Promesas del Este.

Un científico que está realizando experimentos con una nueva forma de transplantes orgánicos mata a una mujer residente en un complejo de apartamentos e inmediatamente después se suicida. La investigación de ambas muertes conduce a un descubrimiento espeluznante: un parásito que originalmente había sido creado por el científico como parte de su experimento ha escapado del lugar y se encuentra recorriendo el edificio en busca de un huésped. Uno a uno, el resto de habitantes del bloque van cayendo víctimas del parásito y, como resultado, convirtiéndose en una agresiva horda de maníacos sexuales que no se detienen ante nada hasta saciar su indescriptible ansia, que también propicia el contagio de la enfermedad a través del contacto sexual. Cuando otro médico residente en el edificio descubre el origen de lo que está ocurriendo, es la única esperanza para la Humanidad que se interpone entre un grupo de zombies rabiosos y contagiosos y el mundo exterior.

La película fue criticada con dureza en su lanzamiento ya que fue financiada en parte con fondos del gobierno canadiense y se consideraba que el resultado, en cuanto a calidad técnica y artística se refiere, no era el más adecuado en su intención de metáfora de la sociedad contemporánea pintada con sombrío realismo (se llegaron a decir cosas como: “que sepas que esta película tan mala la has pagado tú con tus impuestos”). Protagonizada por la recientemente fallecida Barbara Steele, que por aquella época era considerada una auténtica musa del cine de terror y del grito pelado desde que alcanzara fama y prestigio en 1960 con La máscara del demonio de Mario Bava, el film hará las delicias de todos aquellos cinéfilos que gusten de detectar los “fundamentos” del cine de Cronenberg.

El estilo del cineasta es reconocible a todas luces: El virus y la enfermedad, la fusión entre carne y materia inorgánica, las metamorfosis físicas reproducidas a su vez en forma de alteraciones psicológicas, los personajes aislados y alienados que buscan recuperar su identidad por medio de la transformación, la inestable línea que separa la realidad de la alucinación y la subjetividad de lo aparentemente objetivo… Estos son los temas más representativos de un director cuyo repertorio formal estuvo compuesto en sus inicios por los efectos especiales más impactantes y revulsivos (signo de su constante obsesión por la unión entre lo orgánico y la materia) y cuyos personajes, de psicologías complejas, interactúan en atmósferas malsanas y practican extraños comportamientos sexuales, enfermizos e iconoclastas.

Un dato curioso a tener en cuenta es que el encargado de dirigir la fotografía fue Robert Saad, en la que fuera su única incursión tanto en el género de terror como en el cine de Cronenberg. Igual este no quedó muy satisfecho del resultado final (seguramente lo contrató después de ver Mujeres caníbales, rodada dos años antes), pero lo cierto es que la carrera de Saad viró por completo hacia peor y tan sólo se recuerda por haberse encargado de la fotografía de algunos remakes de comedias gruesas como Loca academia de policía 3 y 4 o Los locos de Canonball 3.