CRÍTICA DE CINE

Vivir deprisa, amar despacio: El amor en tiempos del cólera

Drama romántico dirigido por el cineasta francés Christophe Honoré (Métamorphoses, La Belle Personne). Está protagonizado por Vincent Lacoste (Hipócrates, Los casos de Victoria) y Pierre Deladonchamps (El desconocido del lagoEl hijo de Jean).

Drama| 132 min. |Francia| 2018

Título: Vivir deprisa, amar despacio.
Título original: Plaire, aimer et courir vite (Sorry Angel).

Director: Christophe Honoré.
Guión: Christophe Honoré.

Intérpretes: Vincent Lacoste, Pierre Deladonchamps, Denis Podalydès, Teddy Bogaert.

Estreno en España: 10/05/2019 
Productora: Les Films Pelléas / arte France Cinéma / Canal+ / Ciné+.

Distribuidora: Surtsey Films.

 

Sinopsis

Jacques es un escritor y dramaturgo que vive en París. Arthur es un joven que estudia en Rennes. Ambos se encuentran en la esquina de un teatro y un cine y a partir de ahí viven una historia de amor, pero se da en un período complicado: los años 90. El amor se cierne sobre la muerte. La ternura lucha contra la desesperación, pero la vida continúa contra todo.

Crítica 

1993. Arthur (Vincent Lacoste, “Les beaux gosses”, “Amanda”) es un joven estudiante de veinte años que vive en Rennes y prefiere los libros o los cines a las clases, y ligarse a algún chico en lugar de pasar las noches con su novia Nadine (Adéle Wismes, “Les Grands”).

Su vida cambia el día que conoce a Jacques (Pierre Deladonchamps, “El desconocido del lago”, “Foto de familia”), un escritor parisino que le dobla la edad, tiene un hijo y ha contraído el VIH. Arthur tiene toda la vida por delante; Jacques camina con la muerte en los talones. Durante un verano, Arthur y Jacques viven una historia amor, marcada por la distancia, las infidelidades y los encuentros salteados.

La película es una accidentada historia de amor homosexual, un melodramático relato de iniciación muy literario sobre el encuentro de dos soledades en la oscuridad de una sala de cine, con un guión excelente y unos diálogos que en ningún momento caen en la vulgaridad.

«Vivir deprisa, amar despacio» (Plaire, aimer et courir vite), es una accidentada historia de amor homosexual, un melodramático relato de iniciación muy literario sobre el encuentro de dos soledades en la oscuridad de una sala de cine, con un guión excelente y unos diálogos que en ningún momento caen en la vulgaridad; una emocionante y conmovedora película de sexo y sentimientos, situados en el mismo plano, y también un film lleno de ternura que habla del amor en los tiempos del Sida, cuando tantos jóvenes creían estar conjuraron la muerte mientras ligaban, se deseaban, hacían el amor descuidadamente y a veces se enamoraban.

Un aspecto muy concreto de las relaciones homosexuales que el cine francés ha decidido contar en los últimos meses (recordemos la magistral “120 pulsaciones por minuto”, de Robin Campillo). Una película sobria y, a pesar del tema, casi apolítica. Aquí cuentan el cuerpo y los sentimientos, carentes de ideología.

“Vivir deprisa, amar despacio”, estrenada hace un año en el Festival de Cannes, es la película número once del realizador Christophe Honoré (“Las desgracias de Sofía”, “Las canciones de amor”, “Mi madre”), también autor de novelas y relatos para jóvenes, lo que justifica las varias reflexiones sobre el oficio de escribir que salpican la historia:”Antes creía que nuestro oficio era inventar cosas; ahora creo que consiste en contarlas bien”.

El montaje y puesta en escena tienen una labor fundamental en la película, el director se toma su tiempo mostrándonos muchas escenas de conversaciones interminables mezcladas con momentos donde simplemente pone la cámara y deja que la magia del momento fluye en cada fotograma. Me gusta como representa esas ganas de vivir de una sociedad que pese a todos los inconvenientes no dejo de luchar en ningún momento. Para mi gusto le sobra metraje y tienes momentos un tanto enrevesados, aún así me ha parecido una película interesante y con muchos pequeños detalles a tener a en cuenta.

Honoré pertenece a los cineastas que algún crítico ha definido como “post-Nouvelle Vague”, y también como “intelectuales”, en los que puede reconocerse muy bien “su público”.