Un listado imprescindible que incluye títulos como El Poder Del Perro; Hijas Del Norte o Hermana

Selección de títulos de Alianza Editorial para celebrar el Orgullo

9788413621937

Orlando, de Virginia Woolf

 
 
 
 

Si hay algo más queer que Orlando en la historia de la literatura, que bajen las diosas y lo vean. Para empezar, Virginia Woolf lo escribió como homenaje a la también escritora Vita Sackville-West, con quien mantuvo un romance conocido ya por todo el mundo. 
Orlando es un desafío a todas las convenciones, incluidas las del tiempo y la mortalidad: su protagonista atraviesa cinco siglos de la historia de Inglaterra, desde el período isabelino a la Primera Guerra Mundial. En ese tiempo, Orlando experimenta la transición repentina de un cuerpo de hombre a un cuerpo de mujer, y, aunque ciertamente nadie le exige terapia hormonal o un diagnóstico de disforia de género, tampoco es que salga indemne del yugo burocrático: su nueva identidad no concuerda con la de las escrituras de sus propiedades y Orlando se queda sin patrimonio unos cuantos siglos.

 
 
 

También disfruta de amores arrebatados y aventuras pasajeras con mujeres, con mujeres que se visten como hombres, y con hombres, y en sus distintas relaciones vamos viendo cómo Orlando acaba por abrazar el espectro completo del género, o, lo que es lo mismo, trascender el binarismo:
«Era hombre; era mujer; conocía los secretos y compartía las debilidades de los dos.»
Si quieres leer Orlando, te damos a elegir entre tres formatos: nuestra edición en El libro de bolsillo, nuestro cómodo 13/20, y la preciosa edición ilustrada por Alicia Caboblanco que hemos publicado este año.

 
 
 

 
 
 

El poder del perro, de Thomas Savage

 
 
 
 

Este ha sido el año en el que hemos recuperado a Thomas Savage, genial narrador que tejía historias de vaqueros con la profundidad psicológica de la autobiografía y el pulso del mejor thriller. Llevado a la gran pantalla por Jane Campion, El poder del perro ha recibido la atención de todos los focos. Y si la película es brutal, el libro –aunque esté mal que lo digamos nosotros– es mejor. Su sola inclusión en esta lista es un spoiler, así que, para no reventar la trama, centrémonos en el autor.
Thomas Savage nació en Salt Lake City, Utah, y desde los cinco años vivió en un verdadero rancho de Montana, propiedad del nuevo esposo de su madre. Creció, pues, en ese ambiente de masculinidad asfixiante y violenta mientras su madre se perdía en el alcoholismo, y aprendió de primera mano todos los detalles del oficio de los vaqueros –un tesoro en forma de conocimiento que hará las delicias de su futuro público lector–.

 
 
 

En la universidad, donde va a cursar algunos semestres de escritura, conoce a su futura esposa, la también escritora Elizabeth Fitzgerald, con quien tendrá tres hijos y un matrimonio sólido. A los cuarenta y cinco años, sin embargo, Savage abandona a su familia por un hombre veinte años menor, el ilustrador de cuentos infantiles Tomie dePaola, con quien vivirá un apasionado romance de apenas un año. Transcurrido ese tiempo, Savage regresa a su matrimonio y solo volverá a compartir vida con otros hombres en sus años finales, ya fallecida su esposa. Es por esto que en El poder del perro las contradicciones, los deseos frustrados y el sufrimiento están cincelados con la sensibilidad y la intensidad de quien los ha experimentado todos en carne propia.

 
 
 

 
 
 

El corazón de Tirana, de Pajtim Statovci

 
 
 
 

El corazón de Tirana es la segunda novela que publicamos del genial Pajtim Statovci (Kosovo, 1990), tras Mi gato Yugoslavia. Albanés nacido en los estertores de la antigua Yugoslavia y asilado con su familia en Finlandia, Statovci es en sí mismo un mapa de culturas, lenguas e identidades transfronterizas. En la muy civilizada Helsinki, su origen albanés se convirtió en una seña vergonzosa que le llevó incluso a querer olvidar su propia lengua, marcada como estaba por el imaginario colonial de la violencia, la guerra, las mafias y la pobreza.
Este estigma que conlleva una identidad nacional que uno no ha elegido se fusiona en El corazón de Tirana con otro que opera de manera semejante, el de la identidad de género y la orientación sexual, dando lugar así a una novela que se lee como una radiografía de las dislocaciones más actuales en el esqueleto de Europa. 

 
 
 

Y, además, sin complacencias. Su protagonista, Bujar, es una especie de Mr. Ripley que cambiará de amantes, de expresión de género y de pasado como las serpientes mudan su piel, pasando en un visto y no visto de la mera supervivencia al aprovechamiento de aquello que las políticas de género tengan que ofrecerle –una crítica sagaz del autor al pinkwashing–, y sembrándolo todo de fantasmas a su paso. Una odisea interior que tiene su correlato en un asfixiante peregrinaje de Tirana a Helsinki, pasando por Roma, Madrid, Berlín y Nueva York, a zaga de un único rompecabezas: ¿cómo sentirse a gusto, tanto en el extranjero como en el propio cuerpo?

 
 
 

 
 
 

Hijas del Norte, de Sarah Hall

 
 
 
 

Si esta novela de Sarah Hall –de quien tenemos nada menos que cuatro en catálogo, para que os hagáis una idea de cuánto nos gusta– fuera producida como serie por Netflix o HBO (y creednos: lo merece), la protagonista, a quien solo conocemos como «Hermana», sería una Suranne Jones (Gentleman Jack y Vigil) con una determinación de hierro y un elenco de dotes naturales que van desde montar a caballo a practicar torturas o manejar un fusil; se liaría con Samira Wilie (Moira en Orange Is the New Black), aquí representando a una adorable Shruti; y estaría a las órdenes de Jackie, la jefa de Carhullan, que no podría ser otra que una madura Lucy Lawless (Xena: la princesa guerrera).

 
 
 

Hijas del Norte transcurre en una Inglaterra distópica en la que, después del colapso climático, un poder totalitario ha despojado a la población de sus libertades fundamentales a cambio de una supuesta protección contra la violencia globalmente desatada. Entre otras cosas, se ha decretado la obligatoriedad de un dispositivo contraceptivo para todas las mujeres. Nuestra protagonista, que se niega a doblegarse eternamente ante estos abusos, abandona a su marido y emprende la búsqueda del último reducto de libertad femenina: Carhullan, una granja perdida en las montañas en la que, incluso antes del colapso, las mujeres llevaban un modo de vida basado en la autogestión y en la independencia. Y aunque pretendidamente horizontal, lo cierto es que hay una autoridad alrededor de la cual pivota la comuna: Jackie, una de las fundadoras (la otra, su compañera de vida, ha fallecido ya). Después de una dura prueba, Hermana pasa a formar parte de la vida de la granja; aprende los oficios, entabla amistades… y más que amistades. Aunque la novedad la convierte en el objeto de deseo de muchas de las habitantes de Carhullan, será con su compañera Shruti con quien mantendrá una relación tórrida y tierna por igual, aunque la revolución impondrá sus propios planes. Hijas del Norte es una novela sobre mujeres dispuestas a darlo todo, incluidas sus propias vidas, por una vida digna y en libertad.
Por cierto que, hace muy poco, sacamos una nueva edición de bolsillo en nuestra colección 13/20.

 
 
 

 
 
 

Yo que nunca supe de los hombres, de Jacqueline Harpman

 
 
 
 

Y también en bolsillo hemos sacado Yo que nunca supe de los hombres, de Jacqueline Harpman, que de alguna manera comparte atmósfera con Hijas del Norte. Salvo que, si la anterior es toda acción, esta es una obra maestra de la introspección.

El año pasado te contamos ya mucho sobre Jacqueline Harpman, una autora de la nos alegramos mucho de haber rescatado de un olvido inmerecidoYo que nunca supe de los hombres narra la historia de cuarenta mujeres encerradas en un sótano durante tantos años que han perdido toda noción del tiempo. La narradora es «La pequeña», la única que no tiene recuerdo alguno de su vida antes del encierro, y que ha crecido en cautiverio. Las mujeres no tienen otra interacción con los guardias uniformados que las custodian que los latigazos que reciben si intentan tocarse o –lo que también está prohibido– suicidarse. 

 
 
 

Un día, justo en el momento en que los guardias abren la puerta de la celda para entregarles la comida, una alarma suena y ellos abandonan el lugar a toda prisa. Por primera vez, las mujeres son libres. Pero el mundo que les espera fuera no tiene ya nada que ver con el que conocían ni, en el caso de la protagonista, con lo poco que las otras mujeres le han contado. En una soledad devastadora, las mujeres tendrán que aprender a sobrevivir y a reconstruir el mundo, fuego a fuego. Muchas de ellas vivirán en pareja o se convertirán en amantes esporádicas. En cuanto a la pequeña, incapaz de comprender del todo cualquier emoción, y cuya experiencia de la sexualidad es totalmente solitaria, alimentada solo por retazos de vida de las otras en forma de recuerdos, vivirá un amor a su modo con Théa, la persona que más se ha preocupado por ella.
La novela de Harpman es un canto a la capacidad creativa de las mujeres incluso en los contextos más estériles. Y si no te hemos convencido, que sepas que Paula Bonet te pide que por favor te la leas y Tamara P. Rodríguez (@lectoralila) ha dicho de la autora: «Jacqueline Harpman me ha parecido una filósofa apasionante, de esas que, tras escucharla, te vuelven el mundo del revés y te hacen replantearte parte de tu existencia. Así de interesante me ha parecido esta obra, y así de embelesada me he quedado».

 
 
 

 
 
 

Hermana (Placer), de María Folguera

 
 
 
 

Por último, una novela consagrada a los placeres de todo tipoHermana. (Placer), de María Folguera. En ella, su protagonista está redactando la Enciclopedia de Buenos Ratos de las Escritoras, un proyecto en el que rastrea todo aquello que les daba gusto a nuestras grandes autoras –Rosa Chacel, Matilde Ras, Carmen Laforet, María Lejárraga o Teresa de Jesús–, con especial protagonismo de Elena Fortún, cuyas ambivalentes relaciones con las mujeres se convierten en epítome de la frustración literaria femenina. Además, la protagonista tiene una mejor amiga –no sabemos su nombre, pero guarda un parecido más que razonable con…–, a quien la pandemia la sorprende en casa de un amante cuya mujer vive en el piso del al lado, y con quienes terminará en un triángulo lo suficientemente entretenido como para mantenerse en un mundo paralelo y ajeno a la catástrofe colectiva; algo que hará peligrar la amistad con la protagonista.

 
 
 

 
 
 

Y los clásicos..

 
 
 
 
 
 
 
 

No nos vamos sin mencionar algunos clásicos de cabecera en estas fechas:
La obra poética pionera de LorcaJaime Gil de BiedmaCernuda o Walt Whitman, donde se refleja su atracción y amor hacia otros hombres.
Carmilla, la icónica vampiresa lesbiana de Joseph Sheridan Le Fanu, de la que hay no pocas adaptaciones cinematográficas (la última, de Emily Harris).
El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde, con un interesantísimo subtexto homoerótico en la relación entre Dorian y Basil, que, aunque se publicó ampliamente depurado y censurado, le valió dos años de cárcel acusado de «sodomía e indecencia», por el marqués de Queensberry, padre de su amante Alfred Douglas.
Maurice, la obra póstuma –porque así lo quiso para ahorrarse el escándalo– de E. M. Forster, para la que determinó que terminara bien: «El final feliz era imperativo. Estaba decidido a que por lo menos en una obra de ficción dos hombres se enamorasen y permaneciesen unidos en ese para siempre que la ficción permite; y en ese sentido, Maurice y Alec aún vagan por los bosques. La única penalidad que la sociedad les impone es un exilio que alegremente abrazan».

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