CRÍTICA DE SERIE DE MOVISTAR+

Putin: de espía a presidente

Putin: de espía a presidente (Miniserie de TV)

Título original
Putin: A Russian Spy Story
Año
Duración
141 min.
País
 Reino Unido
Dirección
Reparto
Documental, (intervenciones de: Vladimir Putin)
Productora
(Emitida por: Channel 4)
Género
Documental. Serie de TV | Miniserie de TV. Política. Biográfico
Sinopsis
Miniserie de TV. 3 episodios de 47'. Crónica del ascenso al poder del líder ruso Vladimir Putin, desde sus orígenes hasta su llegada al más alto rango de la jerarquía política del país. En 2020 Putin ha cumplido 20 años en el poder, y aborda una revisión de la Constitución rusa que le permitiría continuar en el Kremlin hasta 2036. En esta miniserie se repasa la biografía de este líder que ha sido acusado de envenenar a sus oponentes, de promover el Brexit e incluso de colocar a Donald Trump en la presidencia de Estados Unidos. ¿Cómo logró un chico de familia humilde esquivar su más que probable futuro como pandillero y convertirse en uno de los hombres más poderosos del planeta? Esta producción se sumerge en la biografía de Vladimir Putin y muestra su ascenso en la política rusa, moldeada en las últimas dos décadas por un agudo sentido de la traición y el orgullo.
 
CRÍTICA DE NURIA VIDAL

Todos los tiranos empezaron pequeños, todos los malvados tienen un comienzo. El de Vladimir Putin es lo que nos cuenta esta miniserie documental de la BBC que se acerca al semidictador presidencial de Rusia desde sus oscuros orígenes hasta su poderosa omnipresencia mundial. Son tres episodios realizados con material inédito (al menos para mí) sobre el joven Putin y como fue tejiendo una tela de araña alrededor de los que eran sus jefes sucesivos para poco a poco engullirlos y eliminarlos. Veinte años después de llegar a la presidencia (tras fulminar a Yeltsin y a todos los que le podían hacer sombra) Putin ha conseguido modificar la constitución para convertirse en presidente vitalicio hasta el 2036.

Si nadie lo impide, habrá estado en el poder más que Stalin y habrá sido tan malo, aunque no tan asesino, como su admirado y añorado Iosef. La serie se podría llamar: La forja de un traidor. Putin nació en 1952, un año antes de que muriera Stalin, en lo que antes se llamaba Leningrado. Condenado a la marginalidad por su entorno y formación, consiguió escapar cuando decidió convertirse en agente del KGB. Putin fue espía en los años menos gloriosos de la guerra fría, los de la Perestroika de Gorbachov. La ruina del sistema en 1990 provocó una crisis en el flaco y draculino chico de Leningrado. La monstruosa figura de Yeltsin y su impresentable presidencia, le brindó la oportunidad de entrar en el Kremlin.

Lo demás es historia. Una historia teñida de rojos envenenamientos de opositores, violentas represiones de cualquier disidencia, liquidación de derechos civiles. Eso en clave interna. En clave externa, labor continuada de destrucción de las democracias occidentales, su principal y casi único enemigo, con incursiones fraudulentas (y demostradas) en el Brexit, el procés catalán (no los 10.000 soldados, pero si las 10.000 fake news), y la presidencia de Donald Trump. Putin es un hombre ambicioso cada vez más poderoso. El draculino chico de Leningrado se ha hinchado como un globo berlusconiano, pero no ha perdido nada de la frialdad de unos ojos que dan miedo.

Los tres episodios de 50 minutos cuentan su biografía: Episodio 1, Retrato de un político cuya presidencia parece un thriller de espías. Episodio 2, Putin llega al Kremlin como un político desconocido y toma el control. Episodio 3, Putin regresa al poder bajo una tormenta tras una ausencia de cuatro años. El episodio 4, Putin acaba con las democracias parlamentarias, lamentablemente lo estamos viviendo en directo todos los días.